Vienna - Billy Joel

245 20 0
                                    

Me desperté con los ojos hinchados, aún pegajosos por las lágrimas de la noche anterior. Me miré al espejo mientras me lavaba la cara, tratando de sacudirme el cansancio. Pero era inútil. Mi reflejo me devolvía la mirada de alguien agotado, no solo por el mal sueño, sino por todo lo que me rondaba la cabeza desde hace semanas.

En la universidad, intenté concentrarme en clase, pero apenas podía prestar atención. Mi mente seguía dando vueltas a la conversación de anoche, a la distancia que notaba en Martin, a ese maldito "mañana hablamos" que se sentía como una despedida en lugar de una pausa.

Después de clase, me encontré con Bea en la cafetería, como habíamos quedado. Ella siempre parecía tan animada, tan llena de energía, y yo, en cambio, sentía que me desmoronaba por dentro.

—¿Estás bien, Juanjo? —preguntó, arqueando una ceja mientras me miraba fijamente. Sabía que algo no andaba bien, como siempre.

—Sí... bueno, no. La verdad es que no —admití mientras me hundía en la silla. No tenía sentido fingir, no con ella.

—Tienes los ojos hinchadísimos. ¿Has llorado? —preguntó, directa, sin rodeos, como era su estilo.

Suspiré profundamente y asentí, mirando mi café como si de alguna forma las respuestas pudieran estar ahí.

—Es Martin... —empecé a decir, pero me costaba encontrar las palabras. Había tanto que quería soltar, pero no sabía por dónde empezar.

—¿Qué ha pasado esta vez? —preguntó Bea, apoyando los codos en la mesa, más preocupada que de costumbre.

—No lo sé... Bueno, sí lo sé, pero no sé cómo explicarlo. Está distante, Bea. Desde que empezó el curso, todo ha cambiado. No me contesta como antes, está siempre cansado y... siento que se está alejando —mi voz temblaba un poco, pero logré mantenerme firme.

Bea me miró con esos ojos atentos, como si tratara de entender todo lo que no estaba diciendo.

—¿Le has preguntado qué le pasa? —inquirió.

—Sí, pero siempre me dice lo mismo: que está cansado, que ha sido un día largo. Pero yo sé que es más que eso, Bea. Es su padre, es la distancia, son sus dudas... Siento que lo voy a perder y no sé cómo pararlo —las palabras salieron atropelladas, como si una parte de mí estuviera desesperada por que alguien me entendiera.

Bea se quedó en silencio por un momento, tomando un sorbo de su café, pensando. Luego dejó la taza sobre la mesa y me miró fijamente.

—Mira, Juanjo, es normal que tengas miedo. La distancia es una mierda, lo sé. Pero no puedes seguir adivinando lo que le pasa a Martin. Tienes que hablar con él, de verdad, y dejar de guardarte todo esto para ti solo. Si no, el que va a terminar alejándose eres tú —su tono era firme, pero a la vez reconfortante. Siempre sabía cómo decir lo que necesitaba escuchar, aunque no quisiera.

—Lo intento, pero cada vez que lo hago, siento que lo presiono más. No quiero ser una carga para él, y menos ahora que está peleado con su padre... No sé si estoy preparado para lidiar con todo

Bea me miró con una mezcla de comprensión y preocupación, apoyando una mano en la mía.

—No eres una carga, Juanjo —dijo suavemente—. Y si Martin te hace sentir así, entonces algo no va bien. No digo que no le esté pasando nada, pero si estás al límite, es porque te está dejando a oscuras.

Me quedé en silencio, mordiéndome el labio. Sabía que tenía razón, pero enfrentarme a esa realidad me daba miedo. Era más fácil seguir pensando que todo se resolvería solo.

—¿Y si lo pierdo? —pregunté finalmente, mi voz apenas un susurro. Ese era el miedo central, el que me atormentaba cada noche.

Bea suspiró, entrelazando sus dedos con los míos, transmitiéndome un poco de su fuerza.

we can't be friendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora