El aire en el apartamento era denso, cargado con el peso de las palabras que se habían dicho y las que aún colgaban en el silencio. Después de lo que parecía una eternidad, Jimin se levantó, con las piernas temblorosas y la mirada perdida. Había tomado una decisión, aunque no estaba seguro de cómo seguir adelante. Sin decir nada, caminó hacia la habitación para recoger algunas de sus cosas. Cada paso que daba parecía una despedida definitiva, una distancia que crecía entre ambos.
Yoongi lo observó en silencio desde el sofá, incapaz de moverse. Sabía que lo correcto sería ayudarlo, pero sus pies estaban clavados en el suelo. Sentía que si se levantaba, si intentaba hacer algo, solo empeoraría la situación. Estaba atrapado entre su deseo de no lastimarlo más y la necesidad de dejarlo ir.
Mientras Jimin metía su ropa en una maleta, sus manos temblaban. Los recuerdos de cada rincón de ese apartamento lo golpeaban con fuerza. El sonido de las risas compartidas, las noches en que se quedaban hablando hasta tarde, los abrazos que se daban al despertar... Todo parecía tan lejano ahora, como si perteneciera a otra vida. De repente, su mirada se fijó en una pequeña foto enmarcada en la cómoda: ellos dos, sonriendo bajo el sol en un parque, despreocupados y felices. Era dolorosamente irónico cuánto había cambiado todo desde entonces.
Tomó la foto en sus manos, sin saber si llevarla con él o dejarla atrás como parte del pasado. La giró varias veces, y, al final, la colocó cuidadosamente en la maleta. Aunque doliera, esos recuerdos también eran parte de él, parte de lo que los había hecho quienes eran.
Cuando terminó de empacar, volvió a la sala. Yoongi seguía en el mismo lugar, mirándolo con ojos vidriosos. Ninguno de los dos sabía qué decir; las palabras parecían insuficientes para el abismo que había crecido entre ellos. Sin embargo, Jimin rompió el silencio.
—No sé qué pasará después de esto... —dijo, su voz suave pero firme—. Solo espero que encuentres lo que buscas, Yoongi. Te deseo lo mejor, de verdad... a pesar de todo.
Yoongi sintió un nudo en la garganta. Quería responder, decirle que también le deseaba lo mejor, que esperaba que encontrara la felicidad que merecía, pero las palabras se atoraron en su pecho. Solo asintió, tragándose las lágrimas que amenazaban con salir.
Jimin se giró para irse, pero antes de salir, hizo una pausa en la puerta. Miró hacia atrás una última vez, memorizando ese momento, como si fuera consciente de que sería la última vez que lo vería de esa manera, con el dolor aún tan presente, pero con un rastro de la persona que una vez había amado.
—Adiós, Yoongi.
Y con esas palabras, Jimin se fue, dejando atrás no solo el apartamento, sino también una parte de sí mismo. Al cerrar la puerta, el eco resonó en el silencio de la habitación, como una sentencia final.
Yoongi se quedó solo, en medio de los escombros de lo que alguna vez fue su vida juntos. Se dejó caer en el sofá, sintiendo un vacío indescriptible. Sabía que había tomado una decisión, pero eso no hacía que el dolor fuera más llevadero. El arrepentimiento y la culpa se mezclaban con una tristeza profunda. Hyuna, quien alguna vez había sido un refugio en medio de su confusión, ahora parecía insignificante en comparación con lo que había perdido.
El sol continuó subiendo en el cielo, inundando la habitación con una luz cálida, pero Yoongi solo sentía frío. Sabía que, aunque el tiempo pasara, aunque tratara de seguir adelante, algo en él se había roto de una manera que quizá nunca podría repararse.
Aferrado a una almohada que aún tenía el aroma de Jimin, Yoongi finalmente dejó que las lágrimas fluyeran libremente. No eran lágrimas solo de pérdida, sino de una profunda realización: a veces, el amor no es suficiente para salvar lo que está destinado a desmoronarse.
Aferrándose a esa dolorosa verdad, Yoongi se quedó ahí, solo, mientras el mundo seguía girando afuera, indiferente a su sufrimiento.
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TRUE LOVE YOONMIN
FanfictionEra el amor de su vida pero aún así se acostaba con su secretaria.