23

118 8 4
                                    

La puerta se cerró tras Yoongi, dejando tras de sí una estela de tensión insoportable. Hyuna permaneció de pie en medio de la oficina, sus manos temblorosas aferradas al borde del escritorio, tratando de controlar el torbellino de emociones que se arremolinaban dentro de ella. La máscara que había mantenido tan firmemente durante su confrontación con Yoongi ahora se desmoronaba, revelando las grietas que su desesperación no podía ocultar por más tiempo. Pero no eran lágrimas de arrepentimiento lo que brotaba de sus ojos, sino pura frustración.

No había manera de retroceder. Había apostado todo y perdido más de lo que estaba dispuesta a admitir. Sin embargo, Hyuna no era del tipo que se rendía. Lo que Yoongi nunca había comprendido era que, detrás de su atractivo y su fachada imperturbable, había un hambre implacable. Una ambición que no conocía límites.

Se giró hacia la ventana, observando la ciudad iluminada bajo la noche. Desde lo alto del edificio, podía ver el mundo que había estado tratando de conquistar durante tanto tiempo. No se trataba solo de Yoongi. Nunca lo había sido. Él había sido un medio, una oportunidad que había aprovechado. Y aunque lo que sentía por él podía confundirse con algo más profundo, lo cierto era que Hyuna siempre había tenido un objetivo mucho más grande en mente: el control total. La empresa de Yoongi era solo una pieza más en el tablero de su juego.

Pero ahora, esa pieza clave parecía alejarse. Las palabras finales de Yoongi seguían resonando en su cabeza, implacables: "Esto termina aquí, Hyuna. No hay vuelta atrás". Lo había dicho con tal frialdad, tal convicción, que ella supo que había perdido mucho más de lo que estaba dispuesta a admitir. No solo su control sobre él, sino también cualquier posibilidad de mantener su influencia emocional. Él había roto todo lazo entre ellos, cortando de raíz la conexión que alguna vez habían compartido.

Sin embargo, mientras esa puerta se cerraba, otra más importante estaba a punto de abrirse.

Con un movimiento calculado, tomó su teléfono y marcó un número que había memorizado desde hacía semanas. El tono sonó una vez antes de que la voz profunda y controlada de Kim Soo Hyun respondiera al otro lado.

—¿Está hecho? —preguntó sin rodeos, con su tono característicamente suave, pero lleno de una peligrosa expectación.

—Todo salió según lo planeado —respondió Hyuna, dejando que su voz recuperara su habitual calma—. Yoongi lo sabe todo sobre la carta. Tal como esperábamos, está destrozado. Ahora todo está en su punto más vulnerable. Él terminó todo conmigo, pero eso solo facilita las cosas. Ya no hay obstáculos emocionales.

Una pausa se extendió al otro lado de la línea, seguida por una risa seca.

—Perfecto. Todo va según lo previsto. El momento es ahora, Hyuna. Si juegas bien tus cartas, la empresa será nuestra en cuestión de semanas.

Kim Soo Hyun siempre había sido su aliado más confiable. Con su inteligencia y frialdad, él había jugado un papel fundamental en la estrategia que estaban tejiendo desde hacía meses. Mientras Hyuna mantenía el control emocional sobre Yoongi, Soo Hyun se movía en las sombras, maniobrando entre las figuras clave dentro de la empresa. Juntos, habían formado una alianza peligrosa, donde la atracción física y el poder se entrelazaban en una relación de mutua conveniencia.

—Yoongi está demasiado concentrado en Jimin y en su bebé como para ver lo que sucede a su alrededor —continuó Hyuna, dejando escapar una sonrisa mientras se apoyaba en el borde de su escritorio—. Está cegado por la culpa y el dolor. No se dará cuenta de lo que estamos haciendo hasta que sea demasiado tarde.

—¿Y qué hay de Jimin? —preguntó Soo Hyun, con un toque de desdén en su voz—. Si él se recupera del accidente, podría interferir. Ya lo hizo una vez al enterarse de la infidelidad.

Hyuna frunció el ceño. El accidente de Jimin había sido una complicación inesperada en sus planes, pero al mismo tiempo, una bendición disfrazada. Había desestabilizado aún más la relación entre él y Yoongi, y los había dejado vulnerables.

—No te preocupes por Jimin —dijo con frialdad—. Está demasiado concentrado en el bebé y en tratar de salvar lo que queda de su relación. Mientras tanto, nosotros avanzaremos. Yo me encargaré de mantener a Yoongi lo suficientemente distraído como para que no vea venir el golpe.

Soo Hyun rió nuevamente, esta vez con un tono más oscuro.

—Lo sabía, Hyuna. Sabía que podías hacer que esto funcionara. Después de todo, nadie sabe manipular como tú.

Hyuna se permitió una sonrisa. Manipular era algo que había perfeccionado a lo largo de los años. Lo había aprendido observando, absorbiendo todo lo que podía de las personas que había conocido en el camino. Yoongi había sido un reto, pero en última instancia, era solo una víctima más de su ambición.

—Solo recuerda lo que prometimos —le advirtió ella—. Una vez que tengamos el control de la empresa, no habrá más secretos entre nosotros. Yo quiero mi parte, Soo Hyun.

—No te preocupes, tendrás lo que mereces. Pero no olvides que para llegar allí, necesitamos seguir jugando el juego correctamente. Cualquier error podría costarnos todo.

Hyuna colgó el teléfono, su mente trabajando a toda velocidad. El plan estaba en marcha. Todo lo que había construido durante los últimos meses estaba a punto de dar sus frutos. Kim Soo Hyun, con su carisma calculador y su habilidad para moverse entre los negocios sin levantar sospechas, era el socio perfecto. Él se encargaría de las finanzas, de las influencias en la junta directiva, mientras ella manipulaba a Yoongi desde dentro. Juntos, eran imparables.

La empresa de Yoongi no solo representaba poder económico, sino también una oportunidad para Hyuna de demostrarse a sí misma y al mundo lo lejos que podía llegar. Había dejado de ser la mujer que esperaba en las sombras, que dependía de la aprobación de un hombre para avanzar en su vida. Ahora, ella creaba sus propias oportunidades, y estaba decidida a tomar todo lo que le pertenecía.

Suspiró profundamente y se sentó nuevamente, observando los documentos que Soo Hyun le había enviado. Eran planes financieros complejos, movimientos estratégicos que harían que la empresa pareciera desmoronarse desde adentro, poco a poco, dejando a Yoongi sin más opción que ceder el control. Y cuando eso sucediera, ella estaría allí para recoger los pedazos.

Con una sonrisa de satisfacción, Hyuna apoyó la cabeza contra el respaldo de su silla, su mente ya proyectándose hacia el futuro. Un futuro en el que ella, y no Yoongi, estaría al mando.

"Es solo cuestión de tiempo", pensó, mientras la oscuridad de su ambición seguía creciendo dentro de ella.

TRUE  LOVE YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora