Aquella noche tenía algo especial.
El restaurante donde estaban cenando, con sus luces cálidas y elegantes mesas de madera, parecía el lugar perfecto para que Jimin y Yoongi celebraran el nuevo capítulo de su vida. Jimin, radiante, estaba sentado frente a Yoongi, quien no dejaba de observarlo. Parecía que todo en la atmósfera, desde el murmullo suave de las conversaciones a su alrededor hasta la música de fondo, creaba el ambiente ideal para esa noche íntima.
Mientras la cena transcurría, Yoongi se dio cuenta de cuánto había cambiado su vida desde que Jimin entró en ella. Mirarlo reír y conversar con esa naturalidad que tanto le gustaba le provocaba una mezcla de ternura y admiración. Pero de repente, algo en el restaurante le pareció familiar: la decoración, el tono de las luces... Entonces, como un rayo, un recuerdo enterrado en su mente emergió, y Yoongi se encontró reviviendo una noche muy similar a esta.
Era inevitable volver a esa primera vez que compartieron en ese mismo lugar, aunque bajo circunstancias muy diferentes. Por aquel entonces, la relación entre ambos estaba llena de una tensión palpable. Se conocían, sí, pero había algo en el aire, una energía intensa y latente que parecía estar esperando el momento adecuado para liberarse.
Esa primera noche había sido como un juego de miradas y silencios. Habían cenado juntos, conversado sobre temas que iban desde lo cotidiano hasta sus sueños y temores más profundos. Sin embargo, en cada palabra, en cada cruce de ojos, había algo más: una promesa no dicha, un deseo escondido.
Cuando terminaron de cenar, Yoongi sentía que la noche no podía terminar ahí. Sin pensarlo mucho, y con el corazón acelerado, le sugirió a Jimin que lo acompañara a su apartamento, argumentando que quería mostrarle algo. Al principio, dudó de si Jimin aceptaría, pero para su sorpresa, el otro simplemente sonrió, asintiendo con suavidad.
El camino hacia su apartamento fue silencioso, aunque ambos sabían que no era un silencio incómodo, sino uno lleno de expectativa. Al entrar, Yoongi encendió las luces, creando una penumbra suave y acogedora que llenaba el espacio de calidez. Mientras se quitaban los abrigos, el ambiente entre ellos se volvía cada vez más tenso, como si estuvieran pisando terreno desconocido, pero también anhelado.
De pie en medio de la sala, se miraron por un instante que pareció eterno. Finalmente, fue Jimin quien rompió la distancia. Con una mezcla de timidez y determinación, se acercó a Yoongi, tocándole suavemente la mejilla antes de inclinarse y besarlo. Fue un beso suave, casi como una pregunta. Pero en ese momento, toda la contención que Yoongi había guardado se rompió, y lo que comenzó como un roce tímido se transformó en algo profundo y sincero.
Yoongi recordaba la intensidad de esos primeros besos, cómo sus manos temblaban al explorar el rostro y el cuerpo de Jimin, cada toque cargado de una mezcla de nerviosismo y pasión. Recordaba cómo, entre risas y caricias, ambos se dejaron llevar, permitiendo que sus sentimientos guiaran cada acción, cada susurro.
—¿Estás seguro? —le susurró Yoongi en un momento, sus labios rozando los de Jimin, buscando una confirmación.
Jimin, con los ojos cerrados y una sonrisa pequeña pero segura, asintió.
—Sí, Yoongi. Nunca he estado más seguro de algo.
Esas palabras quedaron grabadas en la memoria de Yoongi. Aquella noche no solo compartieron un momento físico; compartieron algo mucho más profundo, algo que sentó las bases de todo lo que luego construirían juntos. Fue la primera vez que Yoongi sintió que podía abrirse por completo con alguien, sin miedo al rechazo, sin miedo a mostrarse vulnerable.
De vuelta en el presente, Yoongi sintió cómo ese recuerdo le hacía sentir una mezcla de nostalgia y gratitud. Miró a Jimin, quien estaba concentrado en su plato, sin darse cuenta de la batalla interna que Yoongi estaba teniendo con sus emociones. No podía evitar sonreír, recordando cómo aquella primera noche había sido el inicio de una relación que, aunque no perfecta, era sincera y llena de amor.
—¿En qué piensas? —preguntó Jimin de repente, rompiendo el silencio, al notar la expresión perdida de Yoongi.
Yoongi entrelazó sus dedos con los de Jimin sobre la mesa, sintiendo el calor y la suavidad de su piel.
—En nosotros —respondió, con una sonrisa—. En la primera vez que vinimos aquí. Y en todo lo que hemos vivido desde entonces.
Jimin sonrió, y en sus ojos pudo ver el mismo brillo de aquella primera noche. Era increíble cómo, a pesar del tiempo y de las dificultades que habían enfrentado, el amor entre ellos seguía intacto. Yoongi pensó en cómo la vida había cambiado desde ese primer encuentro, y en cómo ahora estaban esperando a su primer hijo juntos. La magnitud de todo aquello le sobrecogía.
En ese momento, el camarero llegó con el postre, interrumpiendo la conversación por un instante. Ambos se rieron por la sincronización perfecta del momento, y Jimin tomó un bocado, mirándolo con una expresión divertida.
—¿Sabes? —dijo Jimin, entre risas—. Todavía recuerdo cómo aquella primera noche intentaste impresionarme hablando de vinos, aunque claramente no tenías idea de lo que decías.
Yoongi se rió, ruborizándose un poco.
—¡Hey! Estaba haciendo mi mejor esfuerzo. Quería impresionarte, aunque me haya salido el tiro por la culata.
Ambos se rieron, compartiendo ese recuerdo de forma natural, como una pareja que ha aprendido a aceptarse tal cual es, con virtudes y defectos. Yoongi sentía que estaba exactamente donde debía estar, con la persona que amaba y a quien le había entregado su corazón sin reservas.
La velada continuó entre risas y miradas, pero en la mente de Yoongi, los recuerdos de aquella primera vez seguían presentes, recordándole lo afortunado que era. Había compartido momentos difíciles con Jimin, momentos de dolor y lucha, pero también momentos de alegría y esperanza, y cada uno de esos momentos había reforzado su amor y su compromiso.
Cuando finalmente salieron del restaurante, caminando bajo las luces de la ciudad, Yoongi tomó la mano de Jimin con fuerza, como si temiera que al soltarlo el momento se desvanecería. Jimin lo miró con una expresión de sorpresa, pero también con una sonrisa que reflejaba el mismo amor que Yoongi sentía.
—Gracias —susurró Yoongi de repente, sin motivo aparente, pero sintiendo la necesidad de decirlo.
Jimin lo miró, confundido.
—¿Por qué?
—Por estar aquí. Por confiar en mí. Por... por todo, realmente.
Jimin se detuvo, y sin decir una palabra, se acercó a Yoongi, rodeándolo con sus brazos en un abrazo que, aunque simple, le transmitió todo lo que necesitaba. Sin necesidad de palabras, ambos sabían que su amor era algo único, algo que habían construido juntos a pesar de las adversidades y que, como aquella noche, seguiría fortaleciéndose con cada día que pasaran juntos.
Esa noche, mientras caminaban de regreso a casa, Yoongi supo que no importaba qué les deparara el futuro; con Jimin a su lado, podía enfrentarse a cualquier cosa.
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TRUE LOVE YOONMIN
FanfictionEra el amor de su vida pero aún así se acostaba con su secretaria.