Yoongi sintió que su mundo se derrumbaba en el instante en que escuchó el tono de voz tembloroso de Jimin en la llamada, susurrando su nombre con un leve dejo de desesperación. Aquel breve contacto se cortó rápidamente, dejando a Yoongi con el corazón latiendo desbocado y un miedo que nunca antes había experimentado. Sabía que Jimin estaba en peligro, pero no tenía idea de dónde o con quién estaba. La incertidumbre lo embargaba, pero no podía permitirse el lujo de quedarse paralizado.
Tomando una respiración profunda, Yoongi llamó inmediatamente a su jefe de seguridad y a sus contactos de confianza, ordenándoles encontrar a Jimin sin importar el costo.
—Necesito que localicen esa llamada. No importa lo que cueste o cuántos recursos tengamos que emplear —ordenó con firmeza—. Encuentren a Jimin.
La frialdad y el control de Yoongi sorprendieron incluso a su equipo, quienes rápidamente se movilizaron. En minutos, lograron rastrear la última ubicación de Jimin cerca de una tienda de artículos para bebé en la zona oeste de la ciudad. Yoongi fue directamente a revisar las grabaciones de las cámaras de vigilancia, donde pudo ver cómo dos hombres desconocidos se acercaban a Jimin y lo forzaban a entrar en un auto oscuro. El solo ver cómo se llevaban a su pareja hacía que sus puños se apretaran y su sangre hirviera de rabia.
Justo cuando la impotencia amenazaba con invadirlo, su teléfono sonó. Al contestar, una voz distorsionada le habló al otro lado de la línea, fría y calculadora:
—Señor Min, tenemos algo que le pertenece. Y si quiere que siga a salvo, va a cumplir nuestras condiciones.
Yoongi contuvo la respiración, sin dejar que el secuestrador percibiera su debilidad.
—¿Qué quieren? —preguntó, tratando de mantener el control en su tono.
—Queremos diez millones de dólares, en efectivo. Tiene 48 horas para reunir el dinero. Cualquier intento de contactar a la policía y ya sabe lo que sucederá con su querido Jimin.
El corazón de Yoongi latía a toda velocidad, pero su mente se mantenía fría y analítica.
—Quiero una prueba de que está bien —exigió, sin permitir que su voz temblara.
Después de unos segundos, le enviaron un video corto. En él, Jimin estaba sentado en una pequeña y lúgubre habitación, claramente asustado, pero sin señales visibles de maltrato. Verlo así, atrapado y vulnerable, desató en Yoongi una mezcla de furia y desesperación.
—Muy bien, tendrán el dinero. Pero si algo le pasa a Jimin... se arrepentirán —amenazó con voz helada.
La llamada se cortó, dejándolo con la responsabilidad de reunir una suma que no era problema para él económicamente, pero que lo obligaba a pensar en algo mucho más profundo: el peligro que realmente enfrentaba Jimin y el tipo de personas con las que estaba tratando.
estaba al borde del pánico. La llamada que había recibido de los secuestradores le dejó claro que Jimin estaba en manos de personas peligrosas, y cada segundo que pasaba sin saber su paradero era una tortura. Había movilizado a su equipo de seguridad, a investigadores privados, y a todos los recursos a su disposición para encontrarlo, pero hasta ahora, no habían tenido éxito. La última pista que obtuvieron, el video de Jimin en la lúgubre habitación, le resultaba inútil para localizar el lugar exacto.
Durante las siguientes horas, Yoongi apenas durmió. Pasó noches en vela revisando grabaciones de cámaras de seguridad, hablando con posibles informantes, y revisando cualquier lugar que pudiera darles una pista sobre el paradero de Jimin. La desesperación comenzaba a apoderarse de él; era como si Jimin se hubiera desvanecido en el aire.
Justo cuando la frustración y el cansancio parecían vencerlo, apareció Hyuna en su oficina, mostrándose más confiada de lo habitual, con una sonrisa satisfecha que le heló la sangre. Yoongi intentó mantener la calma, pero la presencia de Hyuna solo avivaba su rabia contenida.
—¿A qué vienes aquí, Hyuna? No tengo tiempo para tus juegos —dijo Yoongi, esforzándose por mantener la compostura.
Hyuna le sonrió con fingida dulzura, y se acercó lentamente, sin prestar atención a su frialdad.
—Oh, Yoongi, yo solo vine a ver cómo estabas —respondió con voz seductora—. Me enteré de que tu querido Jimin... bueno, digamos que anda un poco perdido, ¿no es así?
Las palabras de Hyuna hicieron que Yoongi se pusiera tenso. Era imposible que ella supiera lo del secuestro de Jimin sin haber tenido algún tipo de contacto con los secuestradores, o peor, sin haberlo planeado ella misma. Por un instante, sus ojos se encontraron, y Yoongi pudo ver una chispa de malicia en la mirada de Hyuna.
—¿Qué sabes tú de eso? —preguntó, tratando de mantener su voz firme.
Hyuna se encogió de hombros, fingiendo inocencia, pero el brillo en sus ojos delataba sus intenciones.
—No sé nada concreto... solo que me enteré de un rumor por ahí. Ya sabes, esos rumores que vuelan en círculos pequeños.
Yoongi apretó los puños, pero se esforzó por no perder el control. Sabía que cualquier arrebato de ira solo le daría a Hyuna la satisfacción de saber que estaba logrando desestabilizarlo.
—Hyuna, te lo advierto... —comenzó, su tono gélido—. Si estás detrás de esto, no habrá lugar en el mundo donde puedas esconderte de mí.
Hyuna soltó una carcajada suave, como si le divirtiera la amenaza.
—¿Yo? ¿Qué podría ganar con eso? Solo quiero ayudarte, Yoongi. Al fin y al cabo, sé cuánto significaba Jimin para ti... o eso pensabas —dijo con un toque de desprecio—. Pero si algún día te das cuenta de que estás mejor sin él, ya sabes dónde encontrarme.
Yoongi no pudo evitar notar la insinuación en su tono, pero lo único que sentía por ella era un odio que crecía cada segundo. Estaba seguro de que Hyuna tenía algo que ver con el secuestro de Jimin; sin embargo, carecía de pruebas y enfrentarse a ella en ese momento solo retrasaría la búsqueda.
—Si te acercas a mí o a Jimin una vez más, te arrepentirás, Hyuna. Considera esto como tu última advertencia.
Hyuna le lanzó una mirada provocadora antes de darse la vuelta y salir de la oficina, dejando a Yoongi con una sensación de impotencia y furia. Una vez que estuvo sola, Hyuna dejó escapar una sonrisa malévola, disfrutando de la desesperación de Yoongi. Sabía que cada minuto sin noticias de Jimin lo consumiría por dentro.
Mientras tanto, Yoongi regresó a su búsqueda sin descanso, intentando controlar sus emociones. Sabía que Hyuna estaba involucrada de alguna forma, pero sin pruebas claras, solo podía enfocarse en encontrar a Jimin antes de que fuera demasiado tarde.
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TRUE LOVE YOONMIN
FanfictionEra el amor de su vida pero aún así se acostaba con su secretaria.