Comunicación débil

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El lobo, aún rodeado por la luz plateada que emanaba de su conexión con Aurora, la observó con sus ojos rojos mientras intentaba empujarla nuevamente hacia el borde del claro. Pero esta vez, Aurora se mantuvo firme, su cuerpo lleno de una resolución que no iba a ceder.

"No me voy a ir," dijo Aurora con voz decidida, su mirada fija en los ojos del lobo. Sentía la urgencia en él, el deseo de protegerla y alejarla del peligro, pero su necesidad de respuestas era más fuerte. No podía seguir huyendo de lo que no entendía.

El lobo dejó de empujarla y se quedó quieto, sus ojos rojos brillando con una mezcla de frustración y algo más. Aurora percibió un leve cambio en el ambiente, como si una energía sutil comenzara a vibrar entre ellos. Entonces, en lo más profundo de su mente, sintió una presencia, una voz apenas audible, como un susurro a través de la bruma.

*"Aurora…"*

La voz era débil, pero la reconoció al instante. Era él, el lobo. O quizás, la parte humana que habitaba dentro de él. El vínculo entre ellos, aunque no completamente formado, estaba tratando de comunicarse con ella.

"¿Eres tú…?" preguntó Aurora, su voz apenas un murmullo. Sabía que la conexión que sentían era más que física, más que emocional; era algo mucho más profundo, una unión que iba más allá de lo que podía entender. Pero la voz en su mente se desvaneció casi tan pronto como la había sentido, dejándola con más preguntas.

*"Vete… no es seguro…"*

La voz regresó, esta vez un poco más clara, pero aún distante, como si viniera desde un lugar lejano. Aurora cerró los ojos, concentrándose en la sensación, tratando de aferrarse a esa conexión tan frágil.

"¡No!" exclamó, abriendo los ojos y mirando al lobo directamente. "No me iré sin saber quién eres, sin entender por qué estamos conectados."

El lobo emitió un gruñido bajo, no de amenaza, sino de frustración, y volvió a empujarla suavemente con su hocico. La urgencia en sus movimientos le dejó claro a Aurora que el peligro estaba cerca, pero ella no estaba dispuesta a dejar que eso la detuviera.

*"No entiendes… las sombras…"* La voz resonó de nuevo en su mente, débil pero insistente. Aurora sintió un escalofrío al escucharla, como si un frío se colara en sus venas. Las sombras, las mismas que habían intentado atacarlos, eran una amenaza real y persistente. Pero también sabía que no podía seguir huyendo de ellas sin comprender lo que estaba en juego.

"Entonces háblame," insistió Aurora, con su voz temblando, pero manteniéndose firme. "Dime quién eres. Dime por qué siento que mi vida depende de ti."

El lobo se detuvo, mirándola con esos ojos llenos de secretos. La conexión entre ellos vibró, como si algo dentro de ambos intentara romper la barrera que los separaba. Aurora sintió la tensión en el aire, la lucha por mantener esa frágil comunicación.

*"Soy… tu protector… tu mate…"* La voz era apenas un susurro, pero esas palabras resonaron en el alma de Aurora. Su mate. Había leído sobre eso, sobre cómo los lobos formaban un vínculo inquebrantable con su pareja destinada. Pero para que ese vínculo fuera completo, debía ser reconocido y aceptado por ambos. Y claramente, el suyo aún estaba en sus etapas iniciales, incompleto y vulnerable.

"¿Por qué yo?" preguntó, sus ojos llenos de confusión y necesidad. "¿Por qué ahora?"

*"Destino… legado… peligro…"* Las palabras eran fragmentadas, como si cada una requiriera un esfuerzo monumental para ser transmitida. Aurora podía sentir la tensión en la conexión, como si estuviera tirando de un hilo que podría romperse en cualquier momento.

El lobo dio un paso hacia ella, sus ojos intensos, tratando de comunicar lo que no podía decir con palabras completas. Aurora sintió la urgencia en su mirada, la lucha por hacerle entender el peligro que los rodeaba.

*"Vete… te protegeré… pero debes… ir…"* La voz sonó más clara, más insistente, pero Aurora negó con la cabeza. Sabía que el peligro era real, pero también sabía que no podía simplemente alejarse. Necesitaba entender más.

"No me iré," respondió con firmeza. "No me iré sin ti."

El lobo pareció vacilar, como si estuviera debatiéndose entre la necesidad de protegerla y el deseo de mantenerla cerca. Aurora sintió el tirón del vínculo entre ellos, débil pero constante, uniendo sus destinos de una manera que apenas podía comprender.

Finalmente, el lobo retrocedió y, en lugar de intentar empujarla nuevamente, bajó su cuerpo para que Aurora pudiera entender lo que estaba pidiendo. Ella miró a Hades, sorprendida al principio, pero luego se dio cuenta de que él no quería seguir allí. El peligro era demasiado grande, y necesitaban un refugio seguro.

*"Voy a llevarte a un lugar seguro,"* la voz de Hades volvió a resonar en su mente, esta vez más clara, aunque todavía débil. *"Confía en mí. Mantén la calma, y sígueme."*

Aurora asintió lentamente, entendiendo que no tenía muchas opciones. Lentamente, subió a su lomo, sintiendo la fuerza y el poder que emanaba de su cuerpo. El lobo se levantó con cuidado, asegurándose de que ella estuviera bien sujeta, y luego comenzó a moverse con agilidad entre los árboles, alejándose del claro.

El viaje fue corto pero intenso. Aurora sintió el viento en su rostro y el latido constante del corazón del lobo bajo ella. No sabía exactamente hacia dónde la llevaba, pero confiaba en que él la mantendría a salvo.

Finalmente, llegaron a una cabaña oculta en lo profundo del bosque. Era un lugar que Aurora no reconocía, pero había algo en la atmósfera que le resultaba familiar. El lobo la dejó deslizarse suavemente de su lomo antes de detenerse frente a ella, mirándola fijamente con sus ojos rojos.

*"Aurora, lo que verás ahora es… extraño, pero debes confiar en mí. Mantén la calma,"* dijo la voz de Hades en su mente, con un tono que intentaba tranquilizarla. Pero la advertencia solo hizo que el corazón de Aurora latiera con más fuerza en su pecho.

Antes de que pudiera decir o hacer algo, vio cómo el lobo comenzó a cambiar. La transición fue rápida y asombrosa: la forma masiva del lobo comenzó a reducirse, el pelaje negro retrocedió, y las extremidades se transformaron en brazos y piernas humanas.

Aurora se quedó congelada en su lugar, sus ojos se abrieron desmesuradamente y un grito sofocado escapó de sus labios. Su mente luchaba por comprender lo que estaba viendo. *¿Un hombre lobo?* Era una cosa leer sobre ellos, y otra muy diferente presenciar una transformación tan real, tan visceral.

"¡Oh, Dios mío! ¡Esto no puede estar pasando!" exclamó, retrocediendo un paso, sin poder apartar la mirada de lo que estaba sucediendo ante ella. Sentía como si todo su mundo se hubiera puesto patas arriba en un instante. El pánico la embargó y sintió que sus piernas flaqueaban, como si en cualquier momento pudiera perder el control de su cuerpo.

Finalmente, el lobo desapareció por completo, dejando en su lugar a un hombre joven y fuerte. Alexander, con su torso desnudo y jadeante por el esfuerzo de la transformación, levantó la vista hacia Aurora. Sus ojos, aunque ahora eran humanos, conservaban ese brillo intenso que ella había visto en los del lobo.

"Este lugar es seguro," dijo Alexander, su voz profunda y suave, pero Aurora apenas podía procesar lo que estaba sucediendo. El hombre lobo, el ser que había estado protegiéndola, ahora estaba frente a ella en su forma humana.

Aurora, todavía temblando y sin saber cómo reaccionar, se llevó las manos a la cabeza, intentando calmar los pensamientos que se arremolinaban en su mente. "Esto… esto es demasiado. ¡Eres… un lobo, y ahora… ahora eres…!"

"Lo sé, es mucho para asimilar," dijo Alexander con un tono más suave, dando un paso hacia ella. "Pero te prometo que estás a salvo aquí. Te explicaré todo lo que necesites saber."

Aurora asintió lentamente, todavía abrumada, pero sabiendo que no tenía otra opción más que escuchar y tratar de entender. Aunque el miedo y la confusión la invadían, también sentía una extraña calma al estar cerca de él. Estaba en un camino que cambiaría su vida para siempre, y aunque estaba aterrorizada, también estaba más decidida que nunca a descubrir la verdad.

Luna de AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora