Sacrificios del alpha

73 9 3
                                    

Alexander'

Sentía pesado, como si cada respiro le recordara la realidad que estaba a punto de enfrentar. Hades, su lobo interior, gruñía inquieto, incapaz de aceptar lo que sabían que debían hacer. Aurora, su compañera, su alma gemela, la misma que su manada había adorado y visto como un símbolo de esperanza, ahora era vista con desconfianza, con miedo. Y él... él era el responsable de lo que estaba a punto de ocurrir.

"No deberíamos hacer esto", la voz de Hades resonó en su mente, su tono lleno de rabia y angustia. "Ella es nuestra. No podemos dejarla sola."

Alexander apretó los puños, su corazón latiendo con un dolor sordo que no podía ignorar. Sabía que Hades tenía razón, pero también sabía que no había otra opción. La situación había escalado demasiado rápido. Aurora no tenía control sobre el poder que había empezado a manifestarse en su interior, y la manada, que una vez la había recibido con los brazos abiertos, ahora solo veía en ella una amenaza latente.

Caminar por el territorio, sintiendo las miradas cargadas de temor y alivio cada vez que mencionaban su partida, era una tortura constante. Alexander nunca había pensado que llegaría el día en que su manada, su familia, le daría la espalda a quien él más amaba. "Tienen miedo," se decía a sí mismo, intentando justificar las reacciones. "Miedo de lo que no entienden." Pero esa explicación no le quitaba el nudo que sentía en el pecho.

Cuando se acercó al límite del territorio, vio a los betas esperando con la misma resignación que él llevaba por dentro. No estaban contentos con la tarea, pero la aceptaban. Alexander notó cómo sus cuerpos se tensaban al ver a Aurora, y eso solo incrementó su propio sufrimiento. Él había sido quien la había traído a su vida, a su manada, creyendo que allí encontrarían paz juntos. Y ahora, era él quien la estaba enviando lejos, a una manada que podría ayudarla o destruirla.

Cuando Aurora lo vio, su corazón dio un vuelco. Su mirada, llena de dolor y confusión, lo atravesó como una daga. Cada fibra de su ser le gritaba que se acercara, que la tomara entre sus brazos, que le prometiera que todo estaría bien. Pero Alexander no podía hacerlo. La frialdad que debía mostrar como alfa no era solo por él, era por ella también. Si se permitía flaquear, si se permitía sentir, no podría seguir adelante.

"Estás haciendo lo correcto," intentó recordarse. "Ella necesita aprender a controlarse."

—¿Vienes a asegurarte de que me vaya? —la voz de Aurora cortó el aire, cargada de sarcasmo, pero detrás de esas palabras, Alexander escuchó lo que ella realmente quería decir: "¿Por qué me estás haciendo esto?"

Cada músculo de su cuerpo se tensó. "Dile la verdad," le susurró Hades. "Dile que la necesitas, que no puedes vivir sin ella."

Pero no lo hizo. No podía. En su lugar, mantuvo la máscara que había construido con tanto esfuerzo. —Vengo a despedirme.

Ver cómo la desconfianza se instalaba en los ojos de Aurora lo destrozaba por dentro. Sabía que ella no lo entendía, que lo veía como una traición, pero estaba haciendo esto por el bien de ambos. Si ella no podía controlar lo que llevaba dentro, no habría futuro para ellos.

—Aurora, esto no es fácil para ninguno de los dos —intentó mantener su voz firme, aunque sentía cómo se le quebraba por dentro—. Pero es lo que tiene que suceder. Si no puedes controlar lo que llevas dentro… —hizo una pausa, sintiendo cómo las palabras le desgarraban—, entonces nunca podremos estar juntos de verdad.

El silencio entre ellos era casi insoportable. Alexander vio el dolor reflejado en los ojos de Aurora, y su lobo rugió dentro de él, deseando destruir todo lo que les obligaba a separarse. Pero Hades, por más que sufría, entendía el deber que tenían. La seguridad de la manada estaba por encima de todo, incluso de ellos mismos.

Cuando Aurora le preguntó si estaría allí cuando ella regresara, Alexander no supo qué decir. Quería prometerle que sí, que siempre estaría esperando por ella, pero no podía ofrecerle falsas esperanzas. Si algo salía mal, si no lograba controlarse, no habría un "cuando regreses". Finalmente, bajó la mirada, sin atreverse a decir lo que realmente sentía.

—Haz lo que tienes que hacer. Cuando estés lista, sabrás dónde encontrarme.

No era suficiente, y lo sabía. Pero era todo lo que podía ofrecer en ese momento. Mientras Aurora se alejaba, acompañada por los betas, Alexander sintió como si una parte de él mismo se estuviera yendo con ella. Hades aullaba en su mente, resistiéndose a aceptar la separación, pero Alexander mantuvo su postura firme, sus ojos siguiendo la figura de Aurora hasta que desapareció entre los árboles.

"No debimos dejarla ir."

La voz de Hades era un eco de su propio dolor. Pero Alexander sabía que no había otra opción. Su deber como alfa lo obligaba a hacer sacrificios, incluso si esos sacrificios eran lo que más amaba en el mundo.

El camino de regreso a la manada fue largo y silencioso. El vacío que había quedado en su pecho no dejaba de crecer. Mientras caminaba, no podía dejar de pensar en lo que había perdido, en lo que podría haber sido si las cosas hubieran sido diferentes. Pero por más que quisiera imaginar otro desenlace, la realidad era implacable.

Aurora estaba sola, en una manada desconocida, enfrentando sus miedos y sus demonios. Y él… él debía esperar, con la esperanza de que algún día, cuando todo esto terminara, ella volvería a él. Pero el miedo seguía latente, ese miedo que, tal vez, cuando llegara ese día, ya sería demasiado tarde...

Luna de AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora