El amuleto

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La luna llena seguía brillando intensamente en el cielo cuando Aurora se preparó para dormir. Aunque había intentado despejar su mente durante el día, el desconcierto y el misterio del libro y el mensaje no le daban tregua. Cada ruido en su hogar parecía amplificado, y la oscuridad en su habitación era opresiva.
Poco después de acostarse, se sumergió en un sueño inquieto, lleno de sueños confusos y figuras sombrías.
Esa noche, el sueño la envolvió de inmediato.

Se encontraba en un bosque espeso, con árboles gigantes que daban temor de solo verlos, sus copas parecían tocar el cielo. Una niebla densa cubría el suelo, haciendo que cada paso fuera un misterio. Pero ella no sentía miedo, había algo en ese lugar que la atraía, como si la estuviera llamando.

De repente, un susurro en el viento la hizo detenerse -Mi luna- se escuchó en un susurro. Frente a ella, emergiendo de entre las sombras, apareció un lobo. Era enorme, su pelaje negro brillaba como la noche misma, y sus ojos rojos la miraban fijamente. No eran ojos comunes; parecían contener todo el fuego y la pasión del mundo. A pesar de la imponente presencia de esa bestia, ella no sentía temor, sino una extraña conexión, como si el lobo y ella compartieran un lazo que iba más allá de lo mortal.

La bestia avanzó lentamente hacia ella, sus pasos eran suaves, pero su poder era innegable. El aire a su alrededor parecía vibrar con energía pura. El tiempo pareció detenerse mientras que la bestia daba pasos cautelosos, como si el universo entero los rodeara en ese instante.
Pero justo cuando el lobo iba a moverse, tal vez para acercarse aún más.

Ella se despertó abruptamente, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. La habitación estaba en silencio, pero su mente seguía sumergida en el misterio del sueño. ¿Quién era ese lobo? ¿Y por qué sentía que su vida cambiaría para siempre después de ese encuentro onírico? De repente, un ruido sordo la despertó en mitad de la noche. El corazón le latía con fuerza mientras se incorporaba en la cama, mirando alrededor de la habitación con los sentidos alertas. El sonido parecía venir del pasillo.

Se levantó de un salto, y con manos temblorosas, se acercó a la puerta de su dormitorio. Al abrirla lentamente, el pasillo estaba vacío y en silencio. Sin embargo, la sensación de que alguien estaba cerca era innegable. Se acercó a la sala principal, el libro aún en la mesa donde lo había dejado.

Una sombra se movió rápidamente por el rincón de su visión, y su respiración se aceleró. Miró en la dirección del movimiento, pero todo parecía estar en su lugar. Unas hojas brillaban sobre la mesa de la cocina, Aurora había decidido dejar el libro en esa cabaña abandonada, no quería ese libro bajo su techo y en dónde vivían sus padres, ella sabía que ese libro no era nada bueno o a la vista de un mortal, no era algo normal, volvió su vista a las hojas que rompió del libro, lo examinó con más detalle. pero algo había cambiado. Las hojas rotas parecían vibrar ligeramente, como si estuviera vivo.

De repente, el ruido del timbre de la puerta la hizo saltar. Miró el reloj: era la madrugada. La prudencia la hizo dudar, pero la necesidad de saber lo que estaba sucediendo superó su miedo. Se dirigió hacia la puerta, observando por la mirilla antes de abrirla.

Para su sorpresa, no había nadie allí. Solo una caja de cartón en el suelo. La recogió con cautela, sintiendo un peso inusual. Al abrirla, encontró dentro un pequeño amuleto de plata en forma de luna creciente. En el amuleto había grabados los mismos símbolos que aparecían en el libro.

La intriga la llevó a examinarlo con más detenimiento, la sensación de ser observada se hizo más intensa. Se preguntó si alguien estaba intentando comunicarse con ella a través de estos objetos misteriosos.

El miedo se mezclaba con la curiosidad mientras regresaba a la sala y colocaba el amuleto sobre la mesa junto a las hojas rotas. Era evidente que alguien o algo estaba intentando enviarle un mensaje, pero el significado seguía siendo esquivo.

En ese momento, el teléfono sonó, rompiendo el silencio de la noche. Era un mensaje de Aixa, que había estado ayudándola con el libro. Aixa le decía que había encontrado información adicional en un texto antiguo que podría ayudar a descifrar los símbolos. La recomendación era reunirse cuanto antes para continuar la investigación.

Sin dudarlo, Aurora se preparó para salir nuevamente. No podía ignorar la urgencia del mensaje ni la creciente sensación de que algo importante estaba a punto de suceder. La noche estaba fría y silenciosa mientras caminaba hacia el punto de encuentro, el amuleto de plata colgando en su bolso.

Al llegar al café donde había quedado con Aixa, la vio esperándola en una mesa apartada. Aixa parecía preocupada, y su expresión se tornó más seria al ver el amuleto.

—Encontré algo más —dijo Aixa en voz baja—. Es un antiguo ritual de protección. El amuleto que encontraste es una pieza clave. Parece que alguien está tratando de alertarte que algo mágico de acerca a ti y no de manera lenta, si no como un relámpago.

Luna de AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora