—Hace 21 años atrás—
—¿Qué te ocurre? —le inquirió al entrar al oficina de su padre, y ver qué lucía frustrado, bebiendo.
—El maldito clan de los SilverMoon, hija —masculló—. Esa familia es un estorbo, un grano en el culo para todos mis planes.
—¿Qué hicieron ahora?
—Están por casar a su hijo mayor con una de las hijas de los Blackstone, ¿Y sabes lo que significa eso? ¡Qué tendrán más poder que nosotros! Y si esa unión llega a concretarse, toda la ciudad será suya y nosotros tendremos que irnos.
—¿Por qué? Entiendo que sus empresas actualmente tienen mayor influencia que las nuestras, pero-
—Blackstone es dueño de la policía ¿Entiendes eso? No podremos operar ni hacer nada, si ellos dos se alian.
Cecilia observó a su padre, y luego lo pensó por un momento.
—¿Por qué no unes a Aram con-?
—No vuelvas a pronunciar ese nombre en mi presencia ¿Okay? —la interrumpió serio—. Y será mejor que tú te olvides de él también.
¿Por qué no quería hablar de Aram? ¿Qué había hecho con su hermano?
—Bueno, está Samir.
—El estúpido de tu hermano no sirve para esto, tu madre lo ha criado de una forma terrible. Además, está en plena formación empresarial, no puede ocupar su mente en estas cosas. Y Shayne está ocupado haciendo sus propios negocios, y los otros... No servirían tampoco, son muy temperamentales.
—Entonces, padre ¿Cuál crees que podría ser la solución?
—Tú.
Cecilia arqueó una ceja, confundida.
—¿Yo? ¿Pretendes que me case con la hija de Blackstone?
—No, pero sí que te unas con el hijo de Silvermoon antes.
—¿Por qué crees que me elegiría sobre la hija de Blackstone?
—Porque tú eres hermosa, hija —sonrió tomándola del rostro—. No hay muchacha más hermosa e inteligente que tú, fue lo único bueno que hizo tu madre, heredarte su belleza.
—Okay... ¿Y cómo se llama el muchacho?
—Lucyus.
La rubia asintió con la cabeza, aceptando lo que su padre le estaba pidiendo. Ella haría lo que fuera por la familia.
***
El objetivo era Lucyus Silvermoon, pero el muchacho estaba todo el tiempo acompañado de su hermano gemelo ¿Cómo diablos se acercaría a él de ese modo?Entendía que fueran unidos por lo que suponía ser gemelos, pero era increíble que hasta para ir al baño lo hicieran casi al mismo tiempo.
¡Maldita sea! No podía seguir perdiendo tiempo.
Vio que ambos muchachos pasaban por un centro comercial, y aprovechó la ocasión para pasar junto a ellos, tirando disimuladamente su cartera.
Se agachó para tomarla, y uno de ellos también lo hizo en ese momento, para alcanzarsela.
—Gracias, no hacía... Falta —pronunció lo último en un tono bajo, al ver que quien se había ofrecido a ayudarla no era Lucyus, sino Lucyen.
Demonios, ni siquiera era el mayor.
—No hay de que —sonrió el apuesto castaño de ojos celestes, sosteniendo la cartera de ella—. ¿Nos habíamos visto antes?
—No, no lo creo.