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Suspiró mientras intentaba seguir un tutorial por video donde explicaban unos puntos simples para empezar a tejer. Aún no estaba ilusionada con la llegada de su hija, pero era un deseo que tenía desde que había aceptado que estaba embarazada.

Quería tejerle algo a su bebé.

Y si, la lana era azul, porque Melissa estaba segura que iba a tener un varón, así que, lo que fuera a salirle de aquel primer intento, sería azul.

Desde la última vez que Caelan había estado en el pueblo había pasado casi un mes, y ella ya estaba cursando su semana diecinueve de embarazo, haciendo más notoria su panza.

Y hasta ya podía sentir a su pequeña moverse, especialmente cuando comía o tenía hambre.

—¿Hola? —pronunció atendiendo la llamada, pausando el video.

"—Eres Melissa Moonheart ¿Verdad?"

—¿Quién habla? —preguntó frunciendo el ceño, al escuchar la voz de una mujer del otro lado.

"—Mi nombre es Cecilia Wildwolf, soy la hermana mayor de Caelan."

Abrió los ojos sorprendida, sin poder creer que realmente alguien de la familia de él se estuviese comunicando con ella.

—S-Sí, soy yo.

"—Perfecto, me gustaría hablar contigo, en persona. ¿Qué día podríamos vernos?"

—Yo no vivo ya-

"—Lo sé —la interrumpió—. Y se dónde vives también, es por eso que te estoy preguntando que día podríamos reunirnos."

—Am... ¿E-El jueves?

"—Bien, entonces el jueves a las nueve en la cafetería del pueblo estaré ahí, creo que se llama Coffee Flavor."

—S-Sí.

"—Hasta el jueves."

—A-Adiós —murmuró antes de cortar.

Obviamente ella no conocía a Cecilia en persona, pero sabía quién era y lo que representaba para su familia. Y siendo una mujer, era muy respetada en su entorno.

¿Por qué querría hablar con ella? ¿Para qué la estaría buscando? ¿Caelan estaría al tanto? Dudaba mucho de que no, pero la intriga le estaba generando ansiedad.

¿Y si era algo? No había motivos para que no lo fuera tampoco.

***

—No lo va a aceptar —le advirtió Lev a su hermana.

—¿Desde cuándo recibo opiniones de omegas?

—Lo sé, Cecilia, pero ella está empecinada en no aceptar nada que venga de Caelan, no quiere ayuda de nadie.

—Me importa poco lo que ella quiera, y la verdad, es que ya estoy harta de tener que solucionar las cagadas que hacen. Primero Kenneth y ahora el imbécil de Caelan.

Y sí, luego de lo que Kenneth le había hecho a su hermana menor, varios millones salieron de la empresa familiar por daños. Sin contar, con el problema de su hijo.

—Okay, si tú crees que ella aceptará, aquí tienes todo listo para la transferencia —le dijo dejando una carpeta sobre su escritorio, que la morena tomó—. Con que firmen ambas, ya estará hecho.

—¿Específicaste y pusiste todo lo que te dije, no? —le inquirió leyendo.

—Ajá.

—Después de lo que hizo Vladik, no quiero una segunda cría de la familia Wildwolf, llevando el apellido de alguien más en nuestras empresas —pronunció molesta.

—No creo que la Omega vaya a negarse a ponerle el apellido de la familia.

—Por cierto —le dijo guardando el documento en una gaveta—. ¿Cómo está tu familia?

—Todos bien, gracias por preguntar. Pronto será el cumpleaños número cinco de Priscila.

—¿Y el varón?

—Toby ya cumplió hace dos meses los tres años, y está cada día más fuerte y grande —sonrió suavemente.

La morena asintió con la cabeza, observando inexpresiva a su hermano.

—Avísame cuando cumpla años la niña, quiero estar ahí.

—De acuerdo —le dijo ocultando la sorpresa—. Debo irme, si necesitas algo más, no dudes en llamarme.

Se despidió de su hermana y salió de su oficina, realmente sorprendido. A Cecilia no le gustaban los niños, no entendía porqué el actual interés en sus hijos.

***

¿Qué era todo ese escándalo? ¿Por qué tanto ruido a maquinaría? Salió de su cama y se dirigió a la ventana de la habitación, corriendo un poco la cortina para poder asomarse y ver qué estaba ocurriendo afuera.

Al parecer, tirarían abajo la casa del frente y harían una nueva. Bueno, estaba bien, después de todo, era una casa muy vieja ya, que se notaba que estaba descuidada.

Bostezó con cansancio y se fue a la cocina para prepararse algo de desayunar. Se suponía que hoy dormiría hasta más tarde, ya que no le tocaba trabajar en la feria, pero con el aboroto de las máquinas sería imposible.

Se acarició el vientre sobre su camiseta, de forma instintiva al sentir que su bebé se estaba moviendo, y observó lo que tenía en el refrigerador. Nada realmente llamaba su atención, quería comer algo rico.

¿Pero que era algo rico?

Suspiró y arrastró los pies hasta su habitación nuevamente. Se cambiaría y saldría a comprar algo a la tienda, quizás allí encontraría que desayunar.

Veinte minutos después, Melissa salió de su casa observando el logo de las máquinas, sin conocer realmente esa empresa constructora... Pero si pudo reconocer el auto que estaba estacionado a media cuadra de allí.

No podía ser cierto...

Lo buscó con la mirada y encontró a Caelan hablando con un tipo que tenía unos planos en las manos, mientras el castaño señalaba algo en las hojas.

Se dirigió hasta él, ignorando las miradas de los trabajadores y Caelan al sentir su aroma, se giró, acercándose a ella.

—Hola Melissa.

—¿Qué mierda significa esto? —bramó sin miramientos.

—Buen día ¿No? Y respondiendo tu amable pregunta, estoy por hacer mi casa aquí.

—¿Qué? ¡¿Pero es que tú no puedes-?!

—Lo hago por mi hija, y deja de gritar —la interrumpió con calma—. Entendí que no quieres estar conmigo, está bien, lo acepto, pero de todos modos estaré cerca de mi hija. Y cómo tú vas a vivir aquí, yo también debo hacerlo si quiero estar cerca de la niña.

Lo observó a los ojos, con rabia. No le creía nada, sabía que aquello sólo lo estaba haciendo para joderle la existencia.

—Sólo quiero estar cerca de la bebé, y si además tú necesitas algo, o se adelanta el parto, o lo que sea, estaré cerca para ayudarte.

—No quiero nada de ti, ya te lo dije —masculló antes de irse de allí.

Ya le había arruinado el comienzo del día.

...

MelissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora