E-Es... La primera vez que un hombre se fija en mí, y no es cualquier hombre, no, es Caelan Wildwolf, uno de los miembros de la familia más importante y prestigiosa de nuestra raza.
Y la verdad, no sé cómo sentirme realmente. Que un alfa como él tome una Omega como yo, perteneciente a una de las familias más comunes, es increíble, inaudito.
Sé que la familia de mi esposo no está feliz con nuestra unión, de hecho, nadie asistió a nuestra boda, y quizás por eso él estaba un tanto callado.
No habrá sido fácil ver qué toda mi familia estaba allí apoyándome, y de su parte no vino nadie.
Es por eso, que hará hasta lo imposible por hacerlo feliz, por complacerlo, por demostrarle lo mucho que estoy agradecida por haberme tomado como esposa.
Y él... Él es tan guapo, tiene los ojos azules más bonitos que he visto en toda mi vida. Y su voz... Su voz me estremece de una forma única, despierta en mi sensaciones que nunca antes había experimentado.
Espero lleguemos a amarnos, yo estoy segura que lo haré, solo espero que él también pueda.
***
—¡Es una casa hermosísima! —exclamó bajando del auto, conociendo por fuera lo que sería su nuevo hogar.
Caelan bajó después de ella y ambos se dirigieron a la casa, abriendo él la puerta y dejándola pasar primero.
—¿Qué te parece?
—Q-Que es muy grande para nosotros dos solos —pronunció sorprendida, observando el gran salón, las escaleras que llevaban al segundo piso y los pasillos a los demás ambientes de la casa.
—Yo creo que está bien. Ve a inspeccionarla, iré a bajar las maletas.
—¿Quieres que te ayude? —sonrió girándose para mirarlo.
El castaño la miró a los ojos y bajó a sus labios, dándole un corto beso que la tomó por sorpresa, sonrojándola.
—Puedo solo, tú escoge la habitación que más te guste, luego la arreglaremos para ambos.
—E-Está bien —sonrió apenada.
La vio marcharse hacia las escaleras, subiendo en unos cuantos segundos, antes de perderla de vista, y cerró los ojos por un momento, respirando profundo, ahogando un gemido lastimero.
Le dolía realmente el pecho, se sentía tan roto por dentro, que ni siquiera sabía cómo estaba haciendo para fingir que todo estaba bien, que él estaba bien.
Lo único que anhelaba en ese momento, era dormir. Dormir para no sentir el vacío de su interior, dormir para no recordar el desprecio de Mar, dormir... Para no pensar en ella.
Porque Mar dolía demasiado.
Abrió los ojos y soltó suavemente el aire, dirigiéndose al auto para tomar las maletas y pertenencias de Melissa.
Ahora tenía una esposa legal, una unión benéfica como la de sus padres, como siempre lo había hecho su familia. La diferencia, es que él no obtenía ningún beneficio.
Sólo esperaba que con aquello el dolor se mitigara un poco, y con el paso del tiempo, poder llevarse bien, entenderse y formar una verdadera familia.
Melissa era su mujer ahora, y haría hasta lo imposible por hacerla feliz.
Esa joven tierna, débil y frágil Omega, se había vuelto su único motivo de existir.
...
Sí, les dije que la historia sería de Caelan, pero... Hubo cambio de planes 🫠