—Una semana después—
Había descubierto que todos los fines de semana en el pueblo se hacía una especie de feria donde se vendían productos artesanales, y Melissa con algo de inseguridad, se había armado de valor y colocado su propio puestito.
Porque no sólo amaba comerlos, sino también hacerlos. Era una gran cocinera de tartas y pasteles, un pequeño emprendimiento que desde la cocina de su hogar había podido iniciar.
Quizás al verla tan jovencita, y tan sola, porque la mayoría se conocía en el pueblo, habían decidido comprarle algunas tartas. Y gracias a eso, sus primeros clientes llegaron, que incluso habían pedido algunas tartas para el resto de la semana.
Aquello le había dado un respiro, un alivio al alma. Era dinero que podría utilizar a futuro para su cachorro.
Actualmente estaba de casi cinco semanas, su bebé era aún muy pequeñito para verlo. El médico le había dicho que esperarían un mes más para hacerle la primera ecografía. En el pueblo no contaban con equipos muy avanzados y precisos.
Su celular vibró y deslizó el dedo por la pantalla, desbloqueándola al ver que era una notificación de mensaje.
"Hola, me han pasado tu contacto. Dicen que haces tartas increíbles. ¿Podrías hacer una de fresas y crema para mí?"
Sonrió emocionada, dejando de batir la crema con su otra mano para poder responderle.
"Por supuesto que sí, estaré encantada de preparar su tarta. ¿Podría darme su nombre y dirección? Es para poder entregar el pedido."
Aquella mañana, con ese nuevo pedido, ya tenía cuatro tartas que entregar.
Tomó un poco de crema en una cuchara y la probó, leyendo la dirección y el nombre del tipo. Con lo que le sobrara de su tarta, se haría una pequeña para ella. Ese sabor era su favorito.
***
Le había pedido que llevara la tarta a una plaza, lo cual le pareció más seguro. De ese modo no tendría que ir a la casa de un desconocido. Era su último pedido del día, y después de eso podría volver a su casa a descansar un poco y organizar todo para el día siguiente.
"Llevo una campera negra y un gorro negro con detalles en rojo."
Leyó el mensaje una vez más y buscó con la mirada al tipo de su compra, sin encontrarlo. Tal vez sólo había sido una broma de mal gusto, sabía que tendría que haberle pedido una seña primero.
Sintió que alguien se paraba detrás de ella y antes de poder girarse, la tomaron de los brazos, estremeciéndola.
—No creí que ibas a irte de la casa.
Su corazón comenzó a latir rápido al escuchar aquella voz y él sin esfuerzo alguno la giró, quedando ambos enfrentados.
¿Qué estaba haciendo allí? ¿Cómo la había encontrado?
—Lo lamento, no quería herirte, yo... Hice una estupidez, pero te prometo que desde ahora las cosas serán diferente.
Lo observó a los ojos, negándose a llorar. No volvería a llorar por él y mucho menos frente a él.
—Regresa con tu "estupidez" entonces, tú y yo ya no somos nada —le dijo soltándose de su agarre, para poder irse.
—Aún estamos casados, no firme el divorcio.
—De todos modos se anulará el matrimonio. Y no entiendo que estás haciendo aquí. ¿Viniste para ver si estaba mal? ¿Si me estaba por morir como las demás omegas con las que ya has hecho esto antes? Pues no, yo no voy a dejar que me pase lo mismo. Vuelve con Mar, sea quien sea.
—No voy a hacerlo.
—Haz lo que quieras de tu vida entonces —le dijo dándole la espalda, comenzando a caminar.
—Melissa, vayamos a casa y hablemos, en una plaza no es el lugar adecuado —pronunció siguiéndola.
—No tenemos nada que hablar, vete.
—¿No? ¿Estás segura? ¿Y el cachorro?
Apretó los dientes al escuchar aquella y se giró una vez más para mirarlo.
—El cachorro es mío, mi hijo, y tú no tienes derecho alguno sobre él. Vete de mi vida, de NUESTRAS vidas, y regresa con tu amante.
—Ella es mi lazo... Sé que no tendría que haberme casado contigo aún estando unido con ella, pero no voy a volver a su lado.
—Y-Yo no soy la segunda opción de nadie —le dijo sintiendo sus ojos cristalizarse, herida con aquella confesión—... N-No me merezco t-tanta humillación.
—No, claro que no, y sé que fuí un cobarde contigo, pero-
—Te fuiste en nuestra luna de miel para verte con ella —sollozó—. Me dejaste sola en la casa para ir a tener sexo con otra mujer, cuando no llevábamos ni dos dias de casados. No hay nada más que decir, Caelan, vete con tu amante y déjame en paz. No quiero nada tuyo, y sola saldré adelante con mi cachorro. Y te puedo dar mi palabra que jamás te pediré algo para él, por algo me fui de la ciudad y pedí la anulación del matrimonio. Eres libre de hacer lo que quieras con tu vida, incluso puedes ir y tomar otra Omega para seguir jugando con las personas como si no valiéramos nada.
—Melissa.
—Vete con ella —susurró en un hilo de voz—. Olvídate de mí y mi hijo.
***
Estaba acostado en la habitación del hotel donde se estaba hospedando, sin siquiera poder dormir y eso que era de madrugada ya... Sentía que su vida ya no tenía rumbo ni sentido.Desde que había decidido involucrarse con Mar, todo se había ido a la mierda. Y no podía culparla de todo, no cuando él había decidido arruinar su matrimonio.
Había tenido la oportunidad de hacer las cosas bien con Melissa, de formar una familia y empezar de cero, pero lo había arruinado.
Suspiró y se cubrió los ojos con el antebrazo.
Le había hecho vivir y sentir a Melissa lo que él sintió con Mar y su recuerdo de Shayne.
...
