Día 18: Necesitándose

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Seiya despertó de repente a la mitad de la noche. No había tenido una pesadilla ni nada por el estilo, no parecía estar por padecer algún ataque de ansiedad, y tampoco había sido algún ruido descomunal, pues todo estaba en completo silencio. Simplemente se despertó.

Inmediatamente después, un escalofrío invadió su espalda. Ikki alguna vez le mencionó que cuando uno se despertaba sin razón a la mitad de la noche era porque alguien o algo lo estaba mirando fijamente desde las sombras. Probablemente eran pura mentiras, pues el Fénix sólo deseaba llevarle la contraria a Hyoga, quien juraba que todo eso de los fantasmas eran un montón de tonterías de las más absurdas.

Fuera cual fuera la verdad, Seiya pensó que era mejor pecar de precavido y llevar a cabo la defensa infalible contra fantasmas y entes oscuros: Ocultarse abajo de la cobija y abrazar al ser querido más cercano.

Seiya hizo rápidamente lo primero, pero cuando se volteó buscando a Shiryu... no encontró nada. Su lado de la cama estaba vacío; no se sentía tibio, por lo que el Dragón se había levantado hace rato.

Seiya se levantó, más invadido por la curiosidad que por el miedo de antes, se colocó sus pantuflas de conejo y salió en busca de su novio.

Pensaba buscar primero en la cocina, ¿por qué alguien se levantaría de la cama si no era para ir al baño o por algo de comer? La primera opción no era, a menos que Shiryu estuviera padeciendo de graves problemas gastrointestinales; y respecto al segundo... el Dragón debería estar famélico para tardar tanto tiempo en preparar un sándwich y regresar a la cama.

Antes de que Pegaso pudiera siquiera terminar de bajar la escalera principal de la Mansión, escuchó un tenue sonido, parecía ser la televisión.

Caminó hacia la sala y ahí vio sentado a Shiryu, pasando desinteresadamente los canales uno por uno.

—¿No podías dormir? —Shiryu se sobresaltó al escuchar a Seiya, el chico rápidamente se lanzó al sofá y se acomodó a su lado. —¿Cuánto tiempo llevas aquí?

El Dragón tardó en responder, y cuando pudo articular palabra, evadió la pregunta. —Tampoco puedes dormir, al parecer. ¿Todo bien?

Seiya asintió. —No respondiste mi pregunta. —Shiryu desvió la mirada. —¿Shiryu?

—No es nada... iré a la cama en un rato.

—¿Tuviste una pesadilla? Sabes que puedes contarme.

Shiryu negó con la cabeza.

—¿Fue por lo que dijo Ikki la otra vez?

El Dragón frunció el ceño —¿Qué? No... —suspiró ruidosamente, no tenía caso seguir ocultándolo, Seiya no estaría satisfecho hasta que le dijera la verdad—. Yo... no sé... de repente fue demasiado.

No era una respuesta concreta, pero Seiya entendía perfectamente lo que pasaba. Simplemente todas la inquietudes y problemas de Shiryu se juntaron en su cabeza aquella noche. Pasaba a veces, y como Caballeros sabían cosas que el humano promedio no deseaba siquiera conocer. En ese momento todo carecía de sentido y no había solución a la vista. Pero al amenecer todo cambiaba, y cuando finalmente lograba quedarse dormido, se daba cuenta de no era tan malo, que no todo era un problema y que realmente todo estaba bien.

Pero mientras ese momento llegaba, mientras llegaba la mañana siguiente, era un lugar oscuro, y era aterrador atravesarlo solo.

—No te preocupes por eso... —consoló Seiya, acurrucándose a su lado—. Ahorita parece grande, pero si lo partes en pedacitos te darás cuenta de que es más fácil. Además no tienes que hacerlo solo...

—Lo sé, pero sólo pensar... ¡en todo! Me inquieta y... —Respiró hondo para tranquilizarse, luego continuó—. ¿Te quedarías conmigo? Hasta que concilie el sueño, por lo menos.

Seiya sonrió. —Incluso después de eso.

Shiryu puso su brazo alrededor de su novio y estampó un beso en su sien, su manera de agradecerle. Seiya ensanchó su sonrisa.

—¿Te parece si regresamos a la cama?

—De acuerdo.

Ambos se levantaron, Shiryu entrelazó sus dedos con los de Seiya antes de continuar.

—Por cierto, ¿qué eso que Ikki te dijo? —preguntó Dragóm mientras subían las escaleras.

—¡Ah! Una tontería... —replicó Seiya, rascando la parte de atrás de su cabeza un poco nervioso—. Sólo que cuando te despiertas porque sí durante la noche es porque un fantasma te está mirando o algo así.

Shiryu abrió los ojos repentinamente.

—Genial, otra razón para no dormir —bromeó.

Ambos rieron, entrando a la habitación de Shiryu, la cual compartían ya desde hace tiempo.

30 días ShiseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora