Día 30: Viaje por carretera

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Los árboles pasaban a toda velocidad a través de la ventanilla del auto. Las marcas en el pavimento, vallas de seguridad, montañas y cerros parecían borrones poco definidos, uno sabía lo que eran por instinto, mas no por la forma que se percibía. Lo único que se lograba apreciar con claridad era el cielo azul, claro e impoluto, que se extendía sobre ellos; así como los campos verdes que se abrían a lo lejos, con los cultivos de arroz perfectamente alineados, y los esponjosos árboles que aborregaban el resto del paisaje. Aquel panorama se disfrutaba mejor con las ventanas abiertas, con el viento sobre la cara y su particular silbido como música de fondo. El momento era perfecto, no había nada que se le comparara a un buen día en la carretera, sobre todo si uno no es el que maneja.

Seiya llenó sus pulmones del fresco aire de la Ruta 468 de Japón. Era la segunda vez que hacía ese viaje, la primera vez con Saori y el resto de los chicos, ahora, con su esposo e hijos. Era un día muy bonito para desperdiciarlo adentro del departamento, perfecto para hacer alpinismo, perfecto para visitar la Montaña Mitake otra vez.

Pegaso volteó a ver a su esposo, por alguna razón lucía increíblemente atractivo y sensual detrás del volante. Su cabello ondeaba ligeramente, sujetado en una coleta baja para que no le estorbara en su campo de visión, y la mirada fija en el frente. Al sentir la mirada de su esposo sobre él, lo miró de reojo, luego sonrió y llevó su mano izquierda de la palanca de velocidades hasta la mano de Seiya.

—¿Qué pasó? —preguntó con suavidad.

Seiya negó con la cabeza. —Nada, admiro la vista.

Shiryu sonrió, estaba por decir algo más cuando la voz de Ryuho los interrumpió.

—¿Cuánto falta? —el pequeño sonaba cansado y algo harto de estar sentado en un auto sin nada que hacer.

—Un rato todavía, escucha música o ve una película —respondió Seiya.

—Meh.

—Cuando preguntaste si queríamos salir, pensé que decías al cine o algo así, no a la mitad de la nada —se quejó Koga.

—¡No se arrepentirán! —exclamó Shiryu—. Lo prometo.

—Quiero ir al baño.

—Yo tengo hambre.

Seiya suspiró. ¿Cómo le hacían sus niños para quejarse de cualquier cosa? No tenía idea. Abrió la guantera y sacó un mapa.

—Hay una parada a un par de kilómetros, o un pueblo a cinco —declaró, examinando el mapa.

—La parada será mejor.

—Da vuelta en la siguiente salida.

Shiryu obedeció. El lugar estaba desierto, no se veía ninguna parada de ninguna clase, siguió manejando, seguramente aparecería. Calculó más o menos los supuestos dos kilómetros que los separaban de la supuesta parada, aquellos habían quedado ya muy atrás.

—Emmm... ¿Seiya?

—¿Qué? —Pegaso seguía atento al mapa.

—Ya debimos haber pasado la parada. —Seiya no respondió—. ¿Ài ren?

—Algo anda mal con este mapa...

Shiryu resopló, poniendo los ojos en blanco. —No creo que sea el mapa... —agregó algo tenso.

—¿Insinúas que no sé leer un mapa?

—¡A veces no lees ni la fecha de caducidad de la leche!

—¿Nos perdimos? —preguntó Ryuho emocionado.

—¡No! —respondieron ambos Cablleros al unísono.

—¡El auto se mueve mucho! ¡No puedo leer bien el mapa así! —gritó Seiya frustrado—. ¡Para el auto!

—¡¿Aquí?!

—¿Quieres perderte más?

—Creí que no estábamos perdidos —interrumpió Koga.

—No lo estamos, hijo —confirmó Seiya, bastante seguro de sí mismo—. Shiryu, para el auto.

El Dragón se acercó a una orilla y detuvo el vehículo; acto seguido, ambos salieron de este.

—Nos perdimos —afirmó Ryuho cuando sus padres abandonaron el auto.

—Muéstrame dónde se supone que estamos —ordenó Shiryu, fuera del auto, mientras Seiya desplegaba el mapa sobre el parabrisas.

—Estábamos aquí, y después giraste a la izquierda, ¡entonces estamos acá! ¡Pero no hay nada! Yo creo que el mapa es viejo o algo.

—No es eso... el mapa está bien, sólo hay un pequeño detalle...

—¿Qué cosa?

—¡Está al revés!

—Oigan... —Koga se asomó por la ventana del auto—. Si no vamos a ir a la montaña Comosellame, ¿podemos volver a casa?

—Sólo es un pequeño contratiempo, Koga, claro que iremos a la montaña —respondió Shiryu.

—¡Pero realmente necesito ir al baño!

—Haz en el arbusto de allá —ordenó Seiya sin darle mucha importancia.

Ambos volvieron al mapa, Shiryu lo analizaba, trazando mentalmente una ruta que los regresara a la carretera.

—Lo siento, philtatos. Arruiné el viaje. —Seiya agachó la cabeza.

Shiryu lo miró. —No te preocupes, ya estamos a mano.

—¿Ah?

—La primera vez nos perdimos por mi culpa, ahora te tocaba a ti.

Seiya sonrió recordando aquel paseo de hacía algunos años.

—Listo. Hay una salida unos cuantos kilómetros más allá. Si la tomamos, regresaremos al camino correcto.

—Eres asombroso —dijo Seiya depositando un beso sobre la mejilla de Shiryu, este sonrió.

—¿Por lo menos disfrutaste la vista como aquella vez?

Seiya lo miró con atención, incapaz de esconder su sonrisa y el rubor en sus mejillas. No podía creer que Shiryu recordara cada detalle de ese viaje.

—Sabes que sí.

Ambos se contemplaron un momento, con sonrisas bobas y ojos soñadores. Shiryu cerró la distancia, y acariciando la mejilla de Seiya, atrapó sus labios entre los suyos. Pegaso correspondió el beso, rodeando a su Dragón con su brazos por el cuello.

—Te amo tanto, philtatos —susurró Seiya cuando sus labios se separaron.

—Y yo a ti, xiâo gēgē.

—¡Awwww! ¡Hace mucho que no me decías así!

Ambos rieron, hasta que Koga los interrumpió.

—¡¿Vamos a ir a algún lado o no?!

—Sí, sube al auto —respondió Seiya entre risas.

Con toda la familia en el auto, continuaron su camino hacia su destino; disfrutando el aire fresco que se colaba por las ventanas y el extraordinario paisaje que las carreteras de Japón tenían para ofrecerles.

Un momento perfecto, junto a la persona que más amaban, que siempre habían amado. Con la que esperaban recorrer el resto de sus vidas, hasta el final del camino... y aún después.




FIN

30 días ShiseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora