Día 23: Vejez

20 3 6
                                    

Shiryu despertó a la misma hora de siempre, naturalmente y como lo había hecho durante los últimos veinte años. Se volvió con cuidado en la cama, ahí estaba su esposo, dormido en una posición que en su juventud parecía graciosa, pero a su edad le sorprendía que no le costara trabajo levantarse por las mañanas.

Se levantó tratando de no despertarlo y se dirigió a la cocina.

Hacía un bonito día, tranquilo y despejado. Abrió la ventana de la cocina para dejar pasar algo de aire y aspirar la deliciosa brisa marina. Mudarse a la costa había sido la mejor decisión que hubieran podido tomar.

Era un día especial, así que aquello ameritaba un desayuno especial: hot cakes con tocino.

Justo cuando estaba sirviendo todo en la mesita de la cocina, el exquisito aroma atrajo a Seiya directamente a la cocina.

—¡Qué bien huele! —exclamó, rodeando a Shiryu por detrás y besando su mejilla —. ¿Alguna ocasión especial? —preguntó con una sonrisa pícara al observar la mesa decorada con un bonito mantel azul claro y un florero con algunas flores blancas y violetas, además de las servilletas de tela dobladas en forma de cisne.

Shiryu se encogió de hombros. —Sólo cincuenta años de matrimonio.

Ambos sonrieron antes de compartir un beso en los labios.

—Los mejores cincuenta años de mi vida —agregó Seiya, quitando un mechón de cabello grisáceo del rostro de Shiryu. Podía estar encanecido ahora, pero seguía siendo largo y fabuloso como en su juventud.

Seiya admiró la mesa con más detenimiento y rió al ver las servilletas.

—¿No te sabes otra forma?

—No —aclaró Shiryu, sirviendo el café—. Doblé más de cien servilletas para la boda de Shun, ¿sabes lo terriblemente complicado que es? Aprender a hacer esa figura fue más que suficiente.

—Igual se ven bonitas. —Seiya tomó asiento en lo que su esposo terminaba de servir. Cuando Shiryu estuvo sentado, preguntó: —¿Cuánto tiempo tenemos para nosotros?

—Ryuho dijo que llegaría a medio día. Koga a las once.

—¿Sólo tres horas?

—¿Te parece poco?

—Es nuestro aniversario, quisiera pasar todo el día sólo contigo. Como aquella vez en Jeju, ¿recuerdas?

Shiryu sonrió. —De los mejores aniversarios que tuvimos. Pero si intentamos ahora algo así, me temo que no viviríamos para contarlo. ¿No te gusta pasar tiempo con tus nietos?

—Sí, supongo.

—Mañana podemos pasar todo el día como tú quieras.

—¿Lo prometes?

—¡Claro!

A la hora estipulada, sus dos hijos llegaron a la bonita casa en la costa. Koga, el mayor, un muchacho pelirrojo bastante parecido a Seiya en carácter, junto con su esposo y dos pequeños niños, Tenma de diez años y Kojiro de seis. Al poco rato llegó Ryuho, el segundo de ellos, igualmente acompañado de su pareja y un hermoso niño de ocho años llamado Tokito. Ryuho era similar a Shiryu en casi todo, menos en personalidad, era bastante similar a Shun y había seguido a su querido tío en su noble profesión.

Ya era una tradición que la familia se reuniera en la casa durante aniversarios, cumpleaños y otras fiestas. A veces lo chicos intentaban poner excusas, pero Shiryu no permitía que se negaran. Ahora entendía porque su maestro siempre había insistido en tenerlos a él y a Shunrei durante el Año Nuevo Lunar, cuando uno llegaba a una edad tan avanzada, se daba cuenta que la familia era de las cosas más importantes en la vida, y contar con al menos una persona dentro de ese criterio no era algo que debiera darse por sentado, sino una verdadera bendición y lujo.

Pasearon por la playa, disfrutaron el agua tibia bajo sus pies, sintieron la brisa marina sobre sus rostros —con ese aroma tan peculiar y delicioso—, Seiya construyó con sus nietos un castillo de arena y Shiryu preparó el almuerzo junto con sus hijos.

Durante la tarde, Seiya y Shiryu se sentaron en la banquita exterior que estaba en el pórtico de su casa a disfrutar del atardecer. Los demás seguían en la playa, ahora que no había tanto sol se disfrutaba mejor. Los observaban reír y divertirse, y era inevitable sonreír también. Seiya se recargó en el hombro de Shiryu.

—Te amo, philtatos.

Shiryu se volvió y depositó un beso en la cabeza de su esposo, antes rebosante de cabello, ahora no tanto. El tiempo se veía reflejado en ambos, pero para Shiryu, seguía siendo el joven vivaracho de siempre.

Suspiró y miró lo que había hecho de su vida. Una familia grande y unida, junto con la persona que más amaba en el mundo. Era verdad que en un principio su vida le había parecido dura e injusta, pero en perspectiva, no cambiaría nada en absoluto. Porque cada decisión, cada batalla y cada golpe lo habían llevado a donde estaba ahora, y era perfecto.

No podría haber pedido algo mejor.


🐉❤️


Shiryu despertó cuando la luz del sol golpeó sus párpados. Seiya había olvidado cerrar la cortina. Se volvió para ver si aún dormía pero no lo encontró. Precipitadamente se incorporó.

—¡Buenos días! —una alegre voz en la entrada de su habitación lo hizo voltear—. Veo que te sientes mucho mejor.

Shiryu sonrió, Seiya estaba frente a él con una charola con el desayuno, igual de quemado que el anterior.

Entonces se dió cuenta.

Amaba todo de él, su forma de ser, su sonrisa y personalidad despreocupada, su comida quemada y los pequeños detalles que intentaba tener con él. Las pijamas ridículas y las risas que siempre le provocaba. Lo amaba y no quería soltarlo nunca más.

Quería lo que había visto en su sueño, una vida con él. Con altos y bajos, hijos y nietos, una casa en la costa y envejecer a su lado. Una vida llena de recuerdos con el hombre que amaba.

—¿Tengo algo en la cara? —preguntó Seiya al ver que su novio lo miraba fijamente. Shiryu salió de sus cavilaciones y negó con la cabeza.

—Es la cara más bonita que he visto, nada más. —Seiya se sonrojó y soltó una risita nerviosa—. ¿Qué hay de desayunar?

Hot cakes con tocino —dijo orgulloso—... o algo parecido...

—¡Genial! Me encantan los hot cakes.

Seiya le entregó la charola bastante satisfecho con su creación y se sentó a desayunar con él.

No tenía la menor idea sobre lo que Shiryu estaba planeando.

30 días ShiseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora