Día 21: Enfermedad

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El despertador sonó y Seiya esperó un momento, a ver si Shiryu se estiraba para apagarlo, regalándole unos segundos más de sueño. No obstante, su novio no se movió ni un poco.

Seiya gruñó y golpeó repetidamente el aparato hasta que se apagó. ¿Acaso Shiryu seguía manifestando su venganza por haberle ganado cinco veces más en las carreras de autos?

Lo había humillado constantemente y sin piedad, eso era seguro. Y Seiya se había regodeado de su premio con frecuencia también. A Shiryu no le había sentado muy bien, y algunos detalles que tenía con él habían brillado por su ausencia. Como dejar que lo acompañara en la ducha, recoger sus cosas cuando las dejaba tiradas y ponerlas en su lugar, entre otras cositas inocentes y sin importancia.

Pero dejar que Seiya apagara el despertador no formaba parte de la pequeña venganza del Dragón. En realidad, Shiryu estaba más inconsciente que dormido por la fiebre que le acaecía.

Philtatos... ya es hora... vas a llegar tarde —murmuró Seiya medio dormido. Como su novio no mostraba señales de vida, lo sacudió un poco. —¿Shiryu? Ya levántate, ya es hora.

Shiryu siguió sin responder.

—¡Shiryu! —Esta vez, Seiya lo encaró de frente y lo sacudió con fuerza. Inmediatamente se detuvo, un color rojizo coloreaba sus mejillas, y pequeñas gotas de sudor decoraban su frente.

Se apresuró a tocar su rostro, sintiendo un calor inusual y alarmante.

—mmmm... ¿Se-Seiya?... —balbuceó Shiryu, apenas audible y con debilidad.

—Rayos, te ves muy mal. Vuelve a dormir, traeré algo para bajar la fiebre.

—No... estoy... estoy bien —articuló con dificultad, mientras intentaba salir de las cobijas inútilmente—. Hace mucho frío, ¿no?

—Nop, estamos a unos deliciosos 20 grados. ¿A dónde vas?

—Tengo examen... no puedo faltar...

Seiya levantó una ceja.

—Ajá. No creo que llegues muy lejos en ese estado.

En el momento en que Shiryu intentó incorporarse, todo le dio vueltas. Y así como se levantó se dejó caer nuevamente en la cama. Seiya bufó una risita.

—Sip. Ni un centímetro.

—Algo anda mal con este cuarto... se mueve mucho...

Seiya aguantó otra risa, aunque tal vez debería preocuparle el hecho de que su novio estuviera balbuceando incoherencias.

—Definitivamente, campeón. Ya decía yo que mi falta de coordinación no podía ser culpa mía nada más. —Al notar que Shiryu se hacía bolita y se cubría completamente con el edredón, Seiya lo detuvo. —No te tapes, hay que bajar la fiebre primero. Voy por algo, no te muevas.

Aunque Shiryu lo intentó, no logró moverse ni un poquito. Antes de que pudiera darse cuenta, Seiya regresó con una bandeja de agua fría, varias toallas, pastillas y un vaso con agua.

—Shun dice que esto bastará —explicó, dejando la bandeja en la mesita de noche y sacando una pastilla de ibuprofeno de una cajita—. Pero que si no te baja en una hora tendrás que ducharte con agua fría— concluyó, ofreciéndole a su novio la píldora con el vaso de agua.

—S-sobre... mi... cadáver...

—En efecto, querido. Pero tratemos de que no llegue a eso, ¿sí?

Shiryu cerró los ojos, tratando de olvidarse de todo. Las toallas frías que Seiya ponía en su frente se sentían increíble, además de los pequeños toques que le propinaba, parecían caricias, de esas que Seiya le hacía cuando estaban en el sofá viendo televisión. Debería enfermarse más seguido.

No supo exactamente cuando, pero cayó profundamente dormido. Al despertar, el sol se asomaba por su ventana con mucha intensidad. Las caricias que los dedos de Seiya repasaban en su cabello se sentían más deliciosas que antes.

—¿Seiya?

—¡Hey! ¡Buenas tardes! ¿Cómo te sientes?

Shiryu se levantó de repente, asustando un poco a Seiya.

—¡¿Tardes?! ¿¡Pues qué hora es!?

—Mediodía, las doce con trece para ser exactos. ¿Por qué? ¿Planeabas ir a algún lado?

—Supongo que ya no.

Seiya rió. —Hablé a la universidad, te dejarán tomar los exámenes en cuanto te recuperes.

Shiryu suspiró y asintió aliviado. Nuevamente se acomodó, esta vez en el pecho de Seiya.

—Gracias, xiǎo gē gē.

Seiya sonrió y besó su cabeza con ternura. —Es un placer.

—¿Te quedas conmigo?

—Claro que sí.

30 días ShiseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora