Día 5: Visita sorpresa

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El día finalmente había llegado. El momento del año en el que Shiryu debía estar a como diera lugar en los Cinco Picos Antiguos. De las varias veces que iba al año, esta era la más importante de todas.

El Año Nuevo Lunar era la tan esperada época del año para el Caballero de Libra, pues era el momento en que podía demostrar sus habilidades culinarias y servirle a sus invitados lo que se le antojara sin ningun reproche, sin mencionar que tenía el placer de organizar una fiesta a su gusto. Sus compañeros siempre estaban invitados, aunque casi siempre declinaban la invitación; por otro lado, Shiryu y Shunrei debían estar presentes, pues los consideraba familia. Shunrei no tenía opción, siempre estaba ahí, pero Shiryu... si alguna vez se le hubiera ocurrido faltar a la tradicional reunión, Athena se vería obligada a buscar otro Santo de Dragón.

Así, después de casi sufrir un ataque cardiaco cuando su avión apareció como "retrasado" en la pantalla de estatus de vuelo en el aeropuerto, Shiryu finalmente arribó a China.

En esta ocasión, la reunión consistía en Dohko, Shunrei, Shiryu y Mū. El Dragón había pensado en invitar a Seiya, pero su relación no era formal ni nada por el estilo —aunque Shun tenía otros datos—, al menos no todavía. De haberlo invitado, habría sido el momento perfecto para formalizar la relación de una vez por todas.

Mientras Dohko se encerraba en la cocina, Shiryu y Shunrei se encargaban de la decoración. Mū tenía ganas de ayudar, pero cada vez que preguntaba si podía hacer algo, Dohko asomaba su cabeza por la puerta de la cocina y le repetía estas palabras:

—¡Eres invitado, Mū! Sólo relájate y disfruta.

Luego, Aries fingía una sonrisa y volvía a sentarse en el sofá a leer —una vez más— su revista.

Fue entonces que tocaron a la puerta.

Dohko estaba ocupado cuidando que sus dumplings no se quemaran, mientras Shiryu y Shunrei se peleaban con una guirnalda enredada. Mū prácticamente corrió hacia la puerta, cualquier cosa era mejor que sentarse a hacer nada.

—¡Seiya! No sabía que vendrías.

—Ni yo —sonrió el muchacho—. No sabía que estabas aquí.

—Siempre me invita, pero nunca vengo. Quería darle una oportunidad. Pero ¡pasa! ¡No te quedes ahí! —Mū hizo pasar a Pegaso, tomó su abrigo y una caja de galletas que traía con él—. Al menos ya tendré con quien platicar... —murmuró entre dientes.

—¿Qué?

—¡Qué ricas se ven las galletitas! —Mū lo dirigió a la sala y lo invitó a ponerse cómodo. —¡Oigan todos! Miren quien vino.

Shiryu se volvió hacia Mū y casi cae de la escalera cuando vio a Seiya parado en medio de la sala.

—¿¡SEIYAAA!?

—¡AAAAAH! ¡Shiryu, cuidado! —Shunrei gritó desesperadamente al ver al chico tambalearse peligrosamente, detuvo la escalera como pudo para evitar que cayera con él.

—¿Quién es? ¿Aldebarán? —Dohko volvió a asomar su cabeza por la puerta de la cocina. —Ah, no... eres tú.

Shiryu bajó para encontrarse con su compañero.

—¿Qué haces aquí?

—Pensé que sería divertido. ¿Estuvo mal?

—¡No! —se apresuró a decir—. Es decir... no me dijiste que querías venir. Habríamos llegado juntos.

—Bueno... no sabía si me querías aquí. Y pensé que sería una bonita sorpresa.

—¡Claro! Ponte cómodo.

—¿Ayudo en algo?

—¡Por supuesto que no! Eres invitado, sólo relájate y disfruta —agregó Shiryu amablemente, luego corrió en dirección a Shunrei.

—¿Qué te pasa?

—¡¿Qué voy a hacer?!

—Desearle un feliz año nuevo, ¿que más? —rió la muchacha.

—¡No! Si el maestro lo ve aquí se preguntara porque no están los demás. ¡Comenzará a pensar cosas! —Shunrei rodó los ojos—. Además, ¡no lo invité! Ahora pensará que no quería que viniera.

—¡Cálmate! —ordenó Shunrei, pasándole una lamparita para que la colgara—. Primero, el maestro ya sabe de ustedes dos; además, en algún momento le ibas a tener que decir. Y dos, ¡a Seya no parece importarle! Él piensa que te está dando una linda sorpresa, sólo te dio un pequeño empujoncito. Pero si sigues huyendo de él, empezará a pensar otra cosa. ¡Despreocúpate!

—¿¡Cómo que el maestro ya lo sabe!?

—Bueno... tal vez le dije una cosa o dos...

—¡Shunrei!

—¡Qué! ¡Lo pusiste tan bonito en tu carta que me puse a gritar de la emoción! Cuando me preguntó que qué me pasaba, no pude mentirle. —La chica sonrió inocente, mientras Shiryu se daba de topes contra la pared.

—No es así como lo había planeado...

—Tienes razón, esto es mejor. No habías planeado nada. —Shiryu la miró con cara de pocos amigos, Shunrei sonrió. —Ve con él, yo me encargo de terminar aquí.

La chica lo empujó hacia la sala, donde la conversación entre Seiya y Mū fue interrumpida por la torpe entrada del Dragón.

Aries sonrió pícaramente y se levantó. —Iré a ver si Dohko necesita algo.

—Ah... no creo que el maestro...

—¡Me voy, dije!

Shiryu calló inmediatamente y se dejó caer a lado de Seiya.

—Es que no le gusta que sus invitados ayuden en las fiestas —explicó nervioso—. Ya que. ¿Qué dijeron los chicos? ¿No quisieron venir?

—¡Oh! No sé... Shun no los dejó...

Shiryu sonrió ligeramente. —Me alegra que estés aquí. Así podemos iniciar el año... juntos.

El Dragón tomó la mano de Seiya entre las suyas.

—Shiryu... ¿esto es una declaración?

—Sólo estoy formalizando las cosas, xiâo gē gē.

Seiya rió. —Bueno, en ese caso... —Pegaso se acercó para depositar un beso en los labios de Shiryu—. Feliz año nuevo.

—Feliz año nuevo.

Mientras, Dohko y Mū los espiaban desde la cocina.

—¿Debería retrasar la cena?

—No les vendría mal. ¿Desde cuando están juntos?

Dohko se encogió de hombros. —Shunrei recibió una carta de Shiryu cerca de Navidad. Pero a Shiryu le gusta desde siempre.

Ambos Caballeros rieron.

30 días ShiseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora