Día 29: Cita doble

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—¿Listo?

—Sí, creo que ya. Saori, ¿tienes todo bajo control?

—Claro que sí, no se preocupen por nada.

Shiryu y Seiya estaban listos para salir aquel viernes por la noche, y a falta de una niñera real, Saori se quedaría con los niños.

No había sido su primera opción, pero Ikki andaba en quién sabe dónde haciendo quién sabe qué, y Shunrei había dejado muy en claro que "no volaría hasta Tokyo sólo para cuidar a los niños un par de horas". Y aunque Shiryu confiaba plenamente en su Diosa, Seiya tenía sus dudas, ¿cómo iba a cuidar a dos niños si a veces no podía cuidarse ella sola? Ciertamente, Saori era más capaz de lo que Seiya imaginaba.

Cuando Pegaso y Dragón llegaron al restaurante italiano —elección de Seiya, pues estaba harto de la comida japonesa y china, la rusa no llamaba su atención y la griega ya la había probado antes—, Hyoga y Shun ya se encontraban ahí.

La cita doble había sido idea de Shun, quién hacía poco había revelado que siempre había querido asistir a una, aunque Hyoga juraba que jamás se lo había mencionado y que había habido infinidad de oportunidades antes de que Seiya y Shiryu se casaran y Shun nunca hizo nada al respecto.

Finalmente —y cuando lograron encontrar un día que les quedara a todos—, concretaron la tan esperada cita.

—¿Llevan esperando mucho? —preguntó Seiya a modo de saludo.

—Claro que no, llegamos hace poco —respondió Shun, sonriente. Hyoga hizo una mueca.

—Lo suficiente para que el mesero nos preguntara dos veces si ya íbamos a ordenar —aclaró el rubio.

—Lo siento, tuvimos un problema con la niñera —agregó Shiryu.

El mesero llegó con dos copas y un par de cartas para los recién llegados.

—¿Ya habías venido aquí, Seiya? ¿Qué recomiendas? —preguntó Shun, aunque después de leer la carta de arriba a abajo mil veces, ya sabía lo que pediría.

—No, es la primera vez.

Shiryu y Hyoga bajaron las cartas abruptamente.

—Tú sugeriste este lugar —gruñó el rubio.

—Dijiste que la comida era deliciosa —secundó Shiryu.

—No, dije que se veía deliciosa. Paso por aquí todos los días después del trabajo y se me hace agua la boca sólo de ver lo que sirven.

—¡Bueno! Seguro que sabe tan bien como se ve —interrumpió Shun—. No echemos a perder la noche tan temprano, ¿sí?

Los cuatro permanecieron callados, observando sus respectivos menús, hasta que Seiya volvió a hablar:

—¿Qué haremos después de la cena?

Hyoga y Shun se miraron, no habían pensado en algún plan para después de comer; bueno... sí lo habían hecho, pero eso no incluía a Seiya ni a Shiryu.

—Pues... no se nos ocurre nada... —respondió Shun cautelosamente—. ¿Qué sugieres, Sei-chan?

—Algo que ya hayas hecho antes y tenga tu sello de calidad, de preferencia —continuó Hyoga, sorbiendo un poco de vino.

—Podemos ir a su casa y jugar algo. —Hyoga se atragantó con el vino ante la sugerencia de Shiryu. No sólo los planes con Shun estaban cancelados, sino que ahora se habían auto- invitado a su apartamento—. Damas chinas o algo así.

—¡Na-ah! No volveré a jugar esa basura —exclamó Seiya.

—Jamás mejoraras si no practicas —añadió Shiryu.

30 días ShiseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora