EL AMOR SE OLVIDÓ DE NOSOTROS

capítulo 3. adaptándose

Juanjo se despertó asustado al escuchar la alarma. Una sensación de angustia se instaló en su pecho. Acababa de quedarse dormido hacía apenas una hora, después de haberse pasado toda la noche en vela dando vueltas en la cama nervioso.

Había dedicado la madrugada a repasar mentalmente sus conocimientos de Pediatría, todo ello en vano pues estaba tan exaltado que no era capaz de recordar nada. Trató de realizar varias respiraciones profundas mientras se repetía que él sabía mucho y que iba a estar a la altura, pero aún así no fue capaz de creérselo del todo.

Suspiró cansado. ¿Cómo sería capaz de tapar las prominentes ojeras que tenía en su cara?Se levantó con pesadez y se pegó una ducha con intención de despejarse, desayunó, se vistió y en menos de una hora estaba de camino al hospital.

El piso que había alquilado en el centro de Madrid no era ni muy grande ni muy pequeño, al final era solo para él. Nada lujoso, pero en comparación con su pueblo todo parecía de gran magnitud. Los precios desorbitados sorprendieron a Juanjo, pero no dudó en alquilar ese piso debido a la cercanía con el hospital ya que le permitía llegar hasta el mismo caminando. 

El maño apreciaba disfrutar de los pequeños detalles, como pasear por la calle en dirección al trabajo y no tener que meterse en el subsuelo de la capital con el olor a sudor de la gente que lo usaba. Se enamoró de la pequeña terraza en la cual había colocado un par de tiestos con flores que le recordaban a su casa, a su madre y a Zaragoza. No había tenido tiempo más que a deshacer la maleta y colocarlo cuidadosamente en el armario. Pronto lo decoraría con fotos y cuadros a su gusto.

Ese día cogió su mochila en la que guardó algo para comer como snack en algún rato libre, una muda limpia y el cargador del móvil. Caminó tranquilamente escuchando música en sus cascos. No le costó mucho encontrar la sala de descanso de Pediatría, era el único sitio que tenía claro como llegar y tras pelearse un par de minutos con la máquina de uniformes y de que gracias a una enfermera veterana pudiera conseguir uno de su talla dio comienzo su primer día.

Al llegar se encontró con Álvaro tumbado en el sofá, sus prominentes ojeras eran fruto de que la guardia que había tenido ese día no había sido del todo buena.

-No me preguntes qué tal porque creo que mi cara lo dice todo -replicó Álvaro con pereza.

Juanjo se limitó a soltar una pequeña risita que fue interrumpida cuando sintió una mano posarse sobre su cintura. Toda la piel se le erizó al instante al distinguir con facilidad el aroma del chico del bigote. ¿Cómo era capaz de reconocerle solo con un simple olor? Y es más, ¿cómo era capaz de haber retenido ese dato con solo 10 minutos de charla el día anterior? Juanjo creyó tener fiebre y se apartó de un respingo ante la risa nasal de Martin.

-¡Qué novato! ¿Estás preparado para tu primer día conmigo?- dijo enarcando las cejas con chulería.

-Sí claro, estoy listo -respondió Juanjo en un tono de susurro.

Martin y Álvaro se dieron el cambio de guardia, en el cual Álvaro le explicó al vasco las cosas importantes que quedaban pendientes, cómo se encontraban los pacientes de la planta, si había algún niño pendiente de ingreso en la urgencia y el paciente que permanecía intubado en la UCI pediátrica.

Juanjo escuchaba atentamente, apuntando todos los detalles en su pequeña libreta. Martin le miraba de reojo enternecido, la completa disposición del maño le hizo  sentir nostalgia pues él en su primer día había actuado de manera similar. Martin se permitió perderse en el flequillo que caía divertido por la frente del maño, su ceño ligeramente fruncido fruto de la velocidad con la que hablaba Álvaro le hizo esbozar una tímida sonrisa. Realmente no se había enterado de la mitad de lo que le había contado el sevillano pero bueno, se limitaría a improvisar como siempre hacía.