Martin se sorprendió al ver como Juanjo tenía agarrada de la mano a la pequeña Lucía con tanta naturalidad. Como si fuera un gesto cotidiano que hubieran realizado más de una vez. Un escalofrío recorrió su espalda. En realidad, más que sorprendido estaba muerto de ternura. Su persona favorita de Madrid estaba dándole la mano a la persona que más interés le estaba haciendo sentir en su abdomen en el último mes. Miles de mariposas revoloteaban en su pecho desbocadas y amenazaban con escaparse en cualquier momento. Al vasco le era imposible esconder la sonrisa de gilipollas que tenía en la cara, tanto que Omar le dio un par de palmaditas en la espalda como despedida para que despertara del sueño en el que estaba sumido.
Juanjo era muy buena persona. Había priorizado los sentimientos de la pequeña Lucía antes que lo que él quería. Bueno, realmente Martin no sabía que era lo que Juanjo pensaba hacer. Pero estaba seguro que en sus planes no estaba jugar con una niña de apenas diez años. Apostaba lo que quisiera a que estaba deseando hablar con él tanto como el vasco quería. Se lo notaba en los ojos, llenos de chispas como fuegos artificiales cada que ambos se encontraban en una mirada fugitiva.
Caminaron hasta un parque cercano que Juanjo había descubierto en uno de sus múltiples paseos por la capital y que prometió a la pequeña que le iba a encantar. Y así fue. La amplia alameda dio paso a un parque algo escondido pero que merecía la pena conocer.
Lucía se quedó con la mandíbula desencajada cuando vio la cantidad de toboganes, columpios, tirolinas y tiovivos que había en ese parque. Ahogó un grito emocionada porque no sabía por cual de todos empezar. Dio varios saltitos mientras Martin le echaba protección solar por la cara y los brazos descubiertos.
-¡Ay Martin! - se quejaba la pequeña - ¡me lo vas a meter en los ojos!
-Si te estuvieras un poco quieta, no te haría daño - explicó Martin divertido - vale, ya está.
La pequeña estaba dándose la vuelta para ir corriendo cuando Martin la agarró de la muñeca impidiéndola moverse del sitio. La pequeña Lucía le miró con duda.
-¿Y ahora qué pasa tito Martin? - preguntó con cara de pena.
-Ten cuidado ¿vale? No vayas como una loca que si no tu hermano me va a matar. Juanjo y yo te vigilaremos desde este banco. Cualquier cosa nos dices - explicó mientras le soltaba el agarre.
-Vale, tito - tiró de su brazo para que se agachase y le dio un beso en la mejilla.
Lucía miró a Juanjo y el maño entendió lo que buscaba. Bajó a su altura y la pequeña se tiró a sus brazos para darle un fuerte abrazo.
-Gracias Juanjo, siempre íbamos al mismo parque. Este está muy chuli - dijo emocionada.
La pequeña fue corriendo al gran tobogán y sin ninguna dificultad se puso a hablar con varios niños. Juanjo y Martin se sentaron en el banco más cercano a la zona de juegos desde el cual podían ver a Lucía corretear entre las diversas zonas.
-Es muy cariñosa - comentó Juanjo mirando a Lucía tirarse desde el tobogán mientras les saludaba. Ambos movieron la mano divertidos.
-Sí -dijo con cierta pena en la voz Martin - pero ha sufrido mucho también. ¿Sabes?
-Ya me imagino, tener una leucemia con apenas diez años no tiene que ser fácil. Bueno ni para ella ni para vosotros que la veis cada día -Juanjo se atrevió a apoyar su mano en el hombro de Martin en señal de apoyo.
Ese simple gesto hizo que ambos sintieran miles de descargas por el cuerpo. Martin se sonrió de vuelta. Emocionado.
-Sí y en su vida personal también. Al final solo tiene a Omar.
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EL AMOR SE OLVIDÓ DE NOSOTROS
Fiksi PenggemarJuanjo llega a la arrolladora vida de la capital en su primer año de residencia como pediatra. Dejar su vida tranquila en el pueblo y zambullirse en el mundo hospitalario va a ser todo un reto para él pero... ¿será por el ámbito sanitario o por la c...