Martin le contó todo lo que había sucedido en las últimas horas a Omar. También sus crecientes sentimientos por el maño. Se permitió romperse una vez más en sus brazos, como la noche que la rubia le rompió el corazón en pedazos. Y le sostuvo una vez más. No le juzgó. Nunca lo hacía. Omar era esa clase de amigo que querías para toda la vida. Más que un amigo lo sentía como un hogar. Él y su hermana se habían convertido en su familia en Madrid, esa familia que no le hacía añorar tan fuerte su casa y su sangre en País Vasco. Aunque en días como el de hoy, necesitaba un abrazo de su madre. O escuchar a su abuela preguntar cientos de veces si quería unos bollos de mantequilla. Hoy necesitaba un dulce de esos.
Aún recuerda como si fuera ayer el día que Omar le abrió las puertas de su casa cuando llegó a Madrid perdido y sin rumbo. No tenía por qué hacerlo y lo hizo. Sin conocerle. Siempre le decía que sabía que desde el primer momento supo que era buena persona y que lo iba a querer como otro hermano pequeño. Y no se equivocó. Martin era tan importante para él como Lucía.
-Tengo una hermana pequeña, no sé si te importará - dijo Omar en aquel entonces.
-Omar, soy residente de pediatría. Adoro a los niños - sonrió.
Y desde entonces fueron uña y carne. Tanto que la gente en el hospital pensaban que estaban liados. Nada más allá de la realidad cuando Omar llevaba tiempo viéndose con Ruslana. Había estado en casa las últimas semanas y nadie se había enterado. Cuando querían sabían mantener los cotilleos a raja tabla.
Omar le escuchó todo el discurso, asintiendo de vez en cuando para hacerle ver que le estaba prestando atención. Cuando acabó de hablar, las lágrimas ya rodaban por las mejillas del vasco, que tuvo que quitarse las gafas para no empañarlas.
Omar le estrechó contra sí mismo fuerte. Realmente el vasco era el bueno con las palabras. Pero Omar sabía darle el cariño que necesitaba en ese momento. Y eso es lo que hizo, abrazarle fuerte haciéndole ver que todo pasaría y se solucionaría. Poco después se unió la pequeña Lucía al abrazo. Y los dos la apretaron fuerte. Querían que ese abrazo durase un ratito más.
-Vete a hacerle un dibujo a Martin, tenemos que hablar cosas de mayores -susurró Omar al oído de su hermana, que se marchó ilusionada a su cuarto a buscar rotuladores de todos los colores.
-Y bueno... ¿sabes que ha podido pasarle?
-Por más que lo pienso no encuentro respuesta - dijo con voz cansada, desesperado - si no he hecho nada...
-¿Seguro Martin? No habrás ligado con otro delante de su cara ... -sugirió.
-¿Por quién coño me tomas Omar? - le tiró su cojín.
-Solo era una sugerencia - respondió abriendo los brazos.
Se rió. Y Martin también. Incluso en los momentos más malos le hacía reír.
-Gracias tío, no sé como agradecerte esto - dijo emocionado.
- Todo lo que estás haciendo por Lucía, jamás tendré con que pagártelo.
Unos pasos correteando por el pasillo rompieron el momento.
-¡Martin, Martin, Martin! - gritó moviendo su mano con efusividad - mira.
-Uy ¿y esto? -dijo mirando el dibujo que la pequeña mostraba orgullosa- es nuestra familia. Omar, tú y yo.
La pequeña sonrió satisfecha. En el dibujo estaban los tres dados de la mano en mitad de un parque soleado. Un corazón enorme decoraba la esquina superior. Dentro del mismo la pequeña, en sus inicios de escritura había puesto: TE QUIERO TITO MARTIN 💙
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EL AMOR SE OLVIDÓ DE NOSOTROS
FanfictionJuanjo llega a la arrolladora vida de la capital en su primer año de residencia como pediatra. Dejar su vida tranquila en el pueblo y zambullirse en el mundo hospitalario va a ser todo un reto para él pero... ¿será por el ámbito sanitario o por la c...