Juanjo estaba parado en la entrada del cuarto de Martin observándolo todo. Tratando de empaparse de cada detalle para conocerle mejor. Realmente llevaban poco tiempo conociéndose, pero el maño juraba que quería saber cada fragmento importante y también el más banal de la vida del vasco. Se permitió analizarlo con sumo cuidado.
La habitación era pequeña, pero lo suficientemente grande para una persona, tenía una cama grande que ocupaba casi toda la estancia. Tenía un gran ventanal o eso supuso el maño, pues la calle estaba demasiado oscura para diferenciar si las vistas desde aquella ventana eran bonitas. Martin estaba de espaldas a él bajando la persiana.
Encima de la misma, varias estanterías con fotografías con amigos y familia decoraban la zona junto con luces led. No conocía a la mayoría de personas que salían en las fotografías pero pudo distinguir entre ellas fotos con Chiara, Violeta o Álvaro. Le llamó la atención que ya tenía una colocada con Juanjo y el resto del grupo en el cumpleaños del sevillano. ¿Cuándo había tenido tiempo de imprimirla?
En la mesita de noche un despertador digital, su lectura de antes de dormir y una foto con Lucía en una playa que no logró distinguir. La habitación estaba muy ordenada y olía a limpio. En la silla del escritorio reposaban los pantalones y la camiseta con la que había visto al vasco salir de trabajar. Perfectamente colocado.
-Bueno qué, ¿te vas a quedar ahí como un pasmarote mirando o vas a entrar? - dijo Martin abriendo la cama.
Juanjo se ruborizó y cerró la puerta detrás de él.
-Eh... Martin - dijo tímidamente.
-Dime - respondió Martin metiéndose en la cama y posando las gafas en la mesita de noche.
-No tengo pijama, Martin - las mejillas de Juanjo habían vuelto a adquirir varios tonos de rojo.
-Pues duerme en bolas a mí no me importa - dijo con una media sonrisa, disfrutando de la situación - ¿y a ti?
Juanjo se quedó en silencio. El vasco comenzó a partirse de risa mientras se levantaba a su armario y le dio uno de sus pijamas.
-Segunda puerta a la izquierda - dijo al darse a la mano.
-¿Qué? - preguntó el maño confundido.
-El baño -dijo simplemente - que está en la segunda puerta a la izquierda según sales de aquí. Aunque si quieres deleitarme con unas maravillosas vistas de tus piernas, brazos y abdomen no pienso negarme - añadió con ojos brillantes mientras colocaba sus manos detrás de la nuca.
Fue demasiado tarde para interceptarlo cuando Juanjo le tiró uno de los cojines que reposaban a los pies de la cama, impactando en la cara del vasco que se partía de risa viendo como el maño iba a echar humo por las orejas y desaparecía al baño.
Volvió a la habitación minutos después, ya cambiado con la ropa que Martin le había dejado. No confesaría que tardó un par de minutos más porque estuvo inhalando el olor al vasco en la ropa que le había prestado. Sonriendo como un bobo.
Al vasco se le iluminó la mirada al ver aparecer a Juanjo con su ropa, un sentimiento nuevo comenzó a aflorar en su pecho. Y le dio miedo. Borró la sonrisa de pronto, gesto que no pasó desapercibido para Juanjo.
-¿Estás bien? - preguntó Juanjo acercándose al filo de la cama, sentándose cerca de sus piernas y tocándolas como gesto instantáneo.
-Bueno - confesó Martin, apartándole la mirada.
-¿Me lo quieres contar?
-¿Pero tú no querías dormir y descansar? - trató de esquivar el tema Martin.
-Sí pero tú eres más importante.
Era imposible que Martin borrase la sonrisa que se le había formado en la cara con las simples declaraciones de Juanjo. No era posible que existiera un hombre en el mundo como él. Tiró de su cuerpo en un arrebato de amor y lo tiró encima de él y lo abrazó fuerte contra su pecho siendo correspondido al instante por el maño, que dejaba caricias sobre su pelo.
Martin no tardó en empezar a besar el cuello del maño, con urgencia, intentando de no dejar ninguna marca siendo casi imposible. Quería besar todos y cada uno de los lunares que tenía. Sus manos no tardaron en bajar a la zona de su abdomen, mientras sus lenguas se seguían conociendo, un poco más que las veces anteriores. Las manos temblorosas de Martin quisieron dar un paso más, bajando hacia los pantalones siendo atrapadas por Juanjo al instante, que le separó de su cuerpo.
-¿Qué haces, Martin? -preguntó confundido Juanjo.
-Yo... pensaba que querías, al final te lo debo ¿no? - respondió sencillamente - te jodí la noche en tu casa hoy a solas los dos... -añadió bajando el tono.
-Martin - respondió poniéndose serio y apartándose al otro lado de la cama, Martin no entendía nada- creí que te dije que quería ir lento contigo, me gustas y no quiero cagarla. Las cosas despacio van mejor ¿vale? No me debes absolutamente nada.
-Vale - dijo avergonzado.
-Ven aquí, anda - pidió el maño abriendo sus brazos y envolviendo al vasco casi solo con uno.
Martin se vio de nuevo tocar el cielo al encontrarse rodeado de los brazos de Juanjo, pero no lo exteriorizó. Se permitió disfrutarlo. Aún así no podía borrarse de la mente la discusión con sus dos amigos. El ceño fruncido le delataba.
Juanjo llevaba un rato tratando de suavizar su gesto, con pequeñas caricias por el mismo.
-¿Me quieres contar que le preocupa a esta cabecita, bigotes? - expresó dando un par de golpecitos a su frente.
El vasco le miró y encontró en esos ojos color avellana la sinceridad y las ganas para querer abrirse. Y así lo hizo. Le contó la discusión con Omar y cómo había querido pasar un rato con él a solas y como siempre su amigo tenía planes más importantes. Dejó a un lado sus miedos acerca de las relaciones debido a lo sucedido con su ex-pareja. Quedaría en temas pendientes. Después le narró el encontronazo con Chiara. Juanjo le dejó hablar, asintiendo de vez en cuando mientras le continuaba dejando caricias para que se encontrase cómodo hablando con él.
-¿Y cómo te sientes al respecto? - preguntó Juanjo cuando acabó de hablar.
-¿Sobre lo de Kiki?- dudó, Juanjo se limitó a asentir - pues... no lo sé. Supongo que realmente estoy enfadado desde lo de Violeta en cierta forma y desde entonces no es lo mismo. Además sé que fue ella quien te metió en la cabeza que estaba con Omar. No se lo puedo perdonar -se cruzó de brazos como un niño de 4 años al que habían castigado por hacer una travesura.
- Pero mi amor - dijo sin pensar Juanjo fruto de la ternura, arrepintiéndose al momento de sus palabras y tapándose la cara con las manos.
-¿Cómo me has llamado? - preguntó divertido Martin.
El vasco vio que Juanjo no iba a responder, y se acercó a retirar las manos del maño de su cara. Le dejó un suave beso en la mejilla, acercándose a su oreja.
-Me encanta como me has llamado, mi amor - susurró incidiendo en las dos últimas palabras. Le mordió el lóbulo de la oreja y se separó para mirarle a los ojos.
-Perdón, a veces me paso de intenso - dijo Juanjo rascándose la nuca - ¿por dónde íbamos?
Eran casi las 2 de la madrugada cuando terminaron de hablar. Martin le contó sus miedos y preocupaciones. El maño le dio su sincera opinión y lo aconsejó de la mejor manera posible. También pasaron a hablar de temas más banales. Y se dieron cariño, se sintieron queridos y a gusto el uno con el otro.
Martin se permitió apoyar su cabeza en el pecho de Juanjo mientras el maño le tenía sujeto por la cintura. Sus piernas entrelazadas no molestaron en absoluto a ninguno de los dos, pero lo que sí que les molestó fue la alarma sonando 4 horas y media más tarde anunciando que un nuevo día daba comienzo.
-Ya verás la cara de Lucía cuando te vea desayunando con ella antes de ir al colegio - dijo Martin con voz ronca de dormir.
-Buenos días a ti también, Martin.
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EL AMOR SE OLVIDÓ DE NOSOTROS
FanfictionJuanjo llega a la arrolladora vida de la capital en su primer año de residencia como pediatra. Dejar su vida tranquila en el pueblo y zambullirse en el mundo hospitalario va a ser todo un reto para él pero... ¿será por el ámbito sanitario o por la c...