Capitulo 34

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Pasaron algunas semanas más desde aquella noche junto a la fogata, y la vida en nuestra nueva casa continuaba llena de momentos que fortalecían cada vez más nuestras relaciones. A medida que nos íbamos adaptando a la convivencia, las chicas comenzaron a crear pequeños rituales y costumbres que se volvieron esenciales en nuestra vida diaria.

Cada mañana, Mitsuri se despertaba temprano para preparar el desayuno. Con su energía y alegría matutina, hacía que el día empezara con una nota positiva. Miku siempre la acompañaba, a veces ayudándola con la comida, otras veces simplemente para conversar y disfrutar de esos momentos de tranquilidad antes de que el resto de la casa despertara.

Nino, siendo más nocturna, era la encargada de organizar las cenas. Le encantaba experimentar con nuevas recetas, siempre intentando sorprendernos con algo diferente. A pesar de su actitud exterior, era evidente cuánto le importaba cada uno de nosotros, y se aseguraba de que todos tuviéramos algo que nos gustara en la mesa. Lizbeth, aunque no era tan diestra en la cocina como las demás, siempre estaba dispuesta a ayudarla, incluso si eso significaba simplemente pasarle los ingredientes o hacerle compañía mientras cocinaba.

Ichika, con su instinto protector, asumió el papel de organizadora. Se encargaba de coordinar las actividades del día, ya fueran salidas a la ciudad, noches de cine en casa o incluso tardes de juegos de mesa. Su objetivo era asegurarse de que todos tuviéramos tiempo para compartir juntos, y su habilidad para planificar hacía que todo fluyera con naturalidad.

Sinon, por otro lado, seguía siendo un poco más reservada, pero comenzaba a participar más activamente en la vida diaria. Solía acompañarme a correr por las mañanas, disfrutando del silencio compartido mientras ambos despejábamos nuestra mente. Con el tiempo, también empezó a unirse a las actividades grupales, encontrando su lugar dentro de la dinámica del grupo.

Una noche, después de que todos hubiéramos cenado y nos hubiéramos acomodado en la sala para ver una película, algo curioso sucedió. Estábamos todos sentados en el sofá, cuando Nino, en un gesto inesperado, se acercó a Sinon y le ofreció un cojín para que se sintiera más cómoda. Fue un pequeño gesto, pero algo que demostró lo mucho que las relaciones entre ellas habían evolucionado. Sinon, visiblemente sorprendida, aceptó el cojín con una sonrisa tímida, y Nino, en su típico estilo tsundere, fingió que no era gran cosa, pero se le notaba en la expresión que estaba contenta por haber hecho un pequeño avance en su amistad.

A lo largo de los días siguientes, estas pequeñas interacciones entre las chicas se hicieron más comunes. Miku y Ichika comenzaron a compartir secretos entre risas, mientras que Lizbeth y Mitsuri se volvieron inseparables, siempre planeando nuevas actividades o compartiendo historias de sus mundos.

Un día, mientras todos estábamos en el jardín disfrutando de una tarde soleada, Mitsuri tuvo una idea que, como siempre, encendió la chispa de la curiosidad en todos. Sugirió que, ya que vivíamos todos juntos y compartíamos tanto, deberíamos tener un "día de confesiones" en el que cada uno expresara lo que realmente sentía por los demás, sin miedo ni reservas.

La idea fue recibida con entusiasmo por algunas, y con un poco de nerviosismo por otras, pero todas aceptaron. Pasamos el resto del día planeando cómo sería este día especial, y al caer la noche, nos reunimos en la sala, cada uno con su bebida favorita, listos para abrir nuestros corazones.

Miku fue la primera en hablar. Con una mezcla de timidez y determinación, confesó lo agradecida que estaba de haber encontrado una familia tan especial. Admitió que, al principio, había tenido miedo de no ser lo suficientemente buena para todos, pero que con el tiempo había aprendido que el amor y la aceptación que sentíamos los unos por los otros superaban cualquier inseguridad.

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