Capitulo 38

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Unos días después de la llegada de Shinobu, la casa se había estabilizado en una rutina cálida y acogedora. Cada mañana, T/N se despertaba rodeado del cariño de sus siete novias, quienes se turnaban para darle los buenos días de diferentes maneras: Miku siempre era la primera en traerle una taza de café caliente, mientras que Nino no perdía la oportunidad de molestarlo con algún comentario sarcástico para empezar el día. Mitsuri le daba un abrazo entusiasta, transmitiendo su energía positiva, y Sinon le ofrecía su característico saludo silencioso pero lleno de significado. Lizbeth, por su parte, le preparaba su desayuno favorito, mientras que Ichika le lanzaba una sonrisa juguetona, siempre encontrando una manera de mantener la atmósfera ligera.

Ese día en particular, después de la habitual despedida matutina, T/N se dirigió a la escuela donde trabajaba como maestro sustituto. A pesar de su ocupada vida personal, encontraba en la enseñanza una satisfacción profunda, disfrutando de las interacciones con sus estudiantes y viendo cómo crecían cada día. Era un trabajo que lo mantenía con los pies en la tierra, recordándole la importancia de ser un buen ejemplo para los demás.

Al finalizar su jornada, T/N decidió dar un paseo por el parque antes de regresar a casa. Mientras caminaba, reflexionó sobre cómo las relaciones con cada una de sus novias habían evolucionado. Aunque todas eran diferentes, había un equilibrio entre ellas que hacía que la relación funcionara. Sabía que el respeto mutuo y la comprensión eran fundamentales, y se esforzaba cada día por mostrarles cuánto las valoraba.

Llegando a una pequeña banca bajo un árbol, T/N se sentó y miró al cielo, el sol comenzaba a ponerse, pintando el horizonte con tonos cálidos. Sus pensamientos se dirigieron hacia las tres chicas que aún faltaban por unirse a su vida. Aunque sentía una mezcla de emoción y nerviosismo, estaba convencido de que, cuando llegara el momento, ellas también encontrarían su lugar en el hogar que había creado.

De regreso en casa, fue recibido por una escena que lo hizo sonreír de inmediato. Las chicas estaban reunidas en la sala, riendo y compartiendo historias. Mitsuri estaba contando una anécdota graciosa de su infancia, lo que provocó las risas de Nino e Ichika, mientras que Miku y Sinon escuchaban con atención, sonriendo suavemente. Lizbeth, quien estaba sentada junto a Shinobu, comentaba cómo se estaba acostumbrando a la vida en esta nueva familia.

T/N decidió unirse a ellas, sentándose en el suelo entre Miku y Shinobu. "¿De qué se ríen tanto?" preguntó con curiosidad.

Mitsuri lo miró con una sonrisa traviesa. "Estaba contando la vez que intenté hacer un pastel y casi incendio la cocina. ¡Fue un desastre total!"

Nino se unió a la broma. "Creo que la parte más divertida fue cuando intentaste apagar el fuego con una manguera de jardín."

Ichika se rió, apoyando su cabeza en el hombro de T/N. "Mitsuri definitivamente sabe cómo mantener las cosas interesantes."

T/N se unió a las risas, disfrutando de la ligereza del momento. Aunque sabía que no todo en la vida era siempre fácil, momentos como ese le recordaban lo afortunado que era de tenerlas a todas en su vida.

Después de un rato, Lizbeth sugirió que salieran al jardín para disfrutar del atardecer. Todas estuvieron de acuerdo, y pronto se encontraron sentadas en una manta, mirando cómo el cielo se llenaba de colores dorados y rosados. El ambiente era tranquilo, con una brisa suave que acariciaba sus rostros.

Shinobu, quien había estado observando en silencio, habló en voz baja. "A veces, es en momentos como este cuando me doy cuenta de lo importante que es valorar lo que tenemos. Nunca sabemos cuándo las cosas pueden cambiar."

Miku asintió, acercándose un poco más a T/N. "Es cierto. Cada día con ustedes es un regalo, y no quiero darlo por sentado."

T/N, sintiendo el peso de sus palabras, tomó la mano de Miku y la apretó suavemente. "Prometo que siempre haré lo posible por mantener esta felicidad. Porque ustedes son lo más importante para mí."

Todas las chicas lo miraron con ternura, sabiendo que sus palabras eran sinceras. Habían pasado por muchas cosas juntos, y sabían que su relación seguiría fortaleciéndose con el tiempo.

Mientras el sol se ocultaba en el horizonte, el grupo permaneció en silencio, disfrutando de la compañía mutua y del cálido resplandor del atardecer. No necesitaban palabras para expresar lo que sentían; el simple hecho de estar juntos era suficiente.

Y así, con el cielo estrellado como testigo, la familia que T/N había formado se preparó para recibir con los brazos abiertos a las próximas integrantes que, sin duda, traerían consigo nuevas alegrías y desafíos. Pero por ahora, estaban contentos de disfrutar de la paz y el amor que habían encontrado en su hogar compartido.

Continuará...

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