Capitulo 32

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Los días siguientes a la llegada de Lizbeth fueron de ajustes y descubrimientos. Con cada nueva integrante, las dinámicas en la casa se volvían más complejas, pero también más enriquecedoras. Lizbeth, con su carácter decidido y su habilidad para trabajar en equipo, se adaptó rápidamente a la vida en el hogar. Sin embargo, no todo fue tan sencillo; después de todo, no era fácil integrar a una persona más en una relación ya establecida.

La primera semana estuvo llena de actividades que nos ayudaron a conocernos mejor. Mitsuri, siempre alegre y entusiasta, organizó una cena especial para celebrar la llegada de Lizbeth. La cocina se llenó de risas y aromas deliciosos, mientras todas colaboraban en la preparación de los platillos. Incluso Miku, que generalmente era más reservada, se mostró abierta a compartir recetas y técnicas con Lizbeth, creando un ambiente de camaradería y complicidad.

Durante la cena, las conversaciones fluyeron con naturalidad. Lizbeth compartió historias sobre su vida como forjadora en Sword Art Online, y cómo se sentía cada vez más conectada con el grupo. Nino, con su actitud directa, no tardó en lanzarle preguntas sobre su relación con Kirito y Asuna, lo que generó algunas risas nerviosas y comentarios graciosos. A pesar de las bromas, todas sabían que Lizbeth estaba comprometida en construir algo real y significativo con nosotros.

Al final de la noche, después de que los platos fueron limpiados y la mesa despejada, nos sentamos en la sala para disfrutar de un momento tranquilo. El ambiente era cálido y relajado, con el crepitar de la chimenea acompañando nuestras conversaciones.

—Liz, estoy feliz de que hayas decidido unirte a nosotros —dijo Ichika, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, observando atentamente a Lizbeth.

—Yo también —respondió Lizbeth, sonriendo mientras apretaba con suavidad la mano de Ichika, quien estaba sentada a su lado—. Aunque al principio estaba nerviosa, ahora me siento en casa. Gracias por aceptarme.

Mitsuri, quien estaba acurrucada a mi lado, levantó la vista y dijo con su voz suave pero llena de alegría:

—Siempre habrá espacio para más amor aquí, Liz. Lo importante es que estemos todas unidas.

Las palabras de Mitsuri resonaron en todas, creando un sentimiento de unidad y pertenencia que llenó la habitación. No había dudas ni inseguridades, solo la certeza de que habíamos encontrado algo especial en cada uno de nosotros.

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Explorando Nuevas Conexiones

A medida que los días pasaban, comenzaron a formarse nuevas conexiones entre Lizbeth y las demás chicas. Miku, por ejemplo, encontró en Lizbeth una compañera de entrenamiento, ya que ambas compartían un interés en las artes marciales y la disciplina física. Pasaban horas entrenando juntas en el gimnasio que habíamos instalado en la casa, sudando y riendo mientras se desafiaban mutuamente.

Por otro lado, Nino y Lizbeth descubrieron que tenían en común una fuerte pasión por la moda. Aunque Nino siempre había sido más moderna y atrevida en sus elecciones, Lizbeth tenía un estilo más práctico y funcional debido a su vida en el mundo de los videojuegos. Sin embargo, este contraste solo las hizo complementarse mejor. A menudo pasaban tardes enteras probándose diferentes atuendos y discutiendo sobre las últimas tendencias.

Ichika, siempre observadora, notó que Lizbeth tenía un fuerte sentido de responsabilidad y la admiraba por ello. Esto las llevó a entablar conversaciones profundas sobre sus respectivos pasados y los desafíos que habían enfrentado. Ichika compartió detalles sobre su vida como la mayor de las hermanas Nakano y la presión que sentía para cuidarlas, mientras Lizbeth hablaba sobre sus experiencias en el mundo virtual y cómo había aprendido a proteger a quienes amaba.

En cuanto a mí, cada día que pasaba con Lizbeth me sentía más conectado a ella. Su sentido del deber y su valentía eran cualidades que admiraba profundamente, pero también había una vulnerabilidad en ella que me conmovía. Sabía que, a pesar de su fortaleza exterior, Lizbeth había enfrentado sus propias luchas internas, y quería asegurarme de que se sintiera valorada y amada en este nuevo entorno.

Una noche, después de que todas se habían retirado a sus habitaciones, encontré a Lizbeth en el jardín, observando las estrellas. Me acerqué a ella en silencio, y cuando se dio cuenta de mi presencia, me dedicó una sonrisa tranquila.

—Es un cielo hermoso, ¿verdad? —dijo, mirando hacia arriba.

—Lo es —respondí, quedándome a su lado—. ¿Estás bien?

Lizbeth asintió, pero su mirada se mantuvo en las estrellas.

—Solo estaba pensando en todo lo que ha pasado. Es increíble cómo la vida puede cambiar tan rápido. Hace no mucho, estaba atrapada en un juego, y ahora estoy aquí, rodeada de personas increíbles.

—Me alegra que estés aquí, Liz —dije, tomando su mano—. Todas estamos aquí por una razón, y creo que juntas podemos enfrentar cualquier cosa.

Ella me miró con gratitud en sus ojos, y en ese momento supe que nuestra relación solo seguiría creciendo. Lizbeth no solo había encontrado un lugar en nuestra casa, sino también en nuestros corazones.

Continuará

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