dieciséis: rojo carmesí, como nuestra cita

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"He luchado en vano. Ya no quiero hacerlo. Me resulta imposible contener mis sentimientos. Permítame usted que le manifieste cuán ardientemente la admiro y la amo..." (Jane Austen, Orgullo y Prejuicio)

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—¡Este vestido es perfecto!—gritó mamá, emocionada.

Papá, mamá y Rowoon estaban en la sala de la casa de mis padres, mirándome desde el sofá con ojos brillantes.

Me estaba probando ropa desde hacía al menos una hora entera. Tenía un vestido de seda pegado al cuerpo, de color rojo carmesí que mamá tenía en su closet de cuando era novia de papá. Me lo dio, insistiendo que quizás ese vestido me serviría para mi cita con Hyunjin en menos de una hora y media.

—Recuerdo cuando usaste ese vestido, Renée—soltó papá, codeando a mamá que estaba sentada a la orilla del sofá, anonadada—. Fue ese día que te llevé a tomar un café conmigo en París.

—Lo sé—murmuró ella, sus ojos brillando—, no hablabas más que francés básico, Seojoon. Y yo no hablaba nada de coreano, pero hicimos funcionar la cita a pesar de la barrera del idioma—le sonrió ella.

Los miré con expresión triste. Me sentía linda en este vestido, pero escucharles hablar así me hizo pensar que quizás nunca llegaría a estar bien mentalmente como para que una relación funcionara con Hyunjin.

Hablábamos el mismo idioma de forma fluida, pero la batalla en mi mente era un idioma propio que nadie más podría hablar fluidamente conmigo.

—No lo sé—empecé yo. Todos me miraron, sus sonrisas cayendo al oírme decir eso—. No creo que seguir la idea de mi psicóloga sobre aceptar la cita e ir con Hyunjin al acuario sea una buena idea. Sobre todo por que me pidió que vistiera elegante hoy, y no tengo nada así, mamá.

—Ridiculeces, Vivienne—graznó mamá en francés, Rowoon la miró divertido, a pesar de que no hablaba francés, sabía que mamá me retaba—. Vas a ir a esa cita, vas a conocer al chico, y vas a cenar con él luego y volverás a casa. ¿Entendido?

Oui—solté con sarcasmo. Pero eso sólo la enojó más, lo vi en sus ojos verdes.

—Ah, no puede ser, esta chica me volverá loca—gimió ella, siguiendo su discurso extranjero de madre inmigrante—. Por favor, Seojoon, convence a tu hija de ir con ese chico. Es el primero que conocemos y dio todo por ella, ¿y ella no quiere darle una oportunidad? Va a volverme loca.

—Pero que me haya salvado no quiere decir que una relación conmigo valdrá la pena—solté en coreano. Eso sí que lo entendió Rowoon, que se enojó cómo mamá.

—Vivienne no empieces con tu baja autoestima, deja que te maquille y busquemos unos tacones que...

—No tengo baja autoestima, Rowoon. Tengo estrés post-traumático, por si no lo recuerdas, casi me violan en un puto callejón. Y nadie quiere salir con una mujer abusada, soy una carga emocional para todos.

Eso cortó la conversación en dos. Tenía los ojos llenos de lágrimas, lo que me frustraba. Mi psicóloga me decía que la apatía venía de la tristeza, que eran primas de la misma familia, y que era una respuesta emocional a mi miedo a sentirme vulnerable.

Pero no importa qué tanto estudiáramos cómo debía procesar mis emociones y cómo ponerles un nombre, por que "las emociones se disfrazan de otras, y se vuelven más complejas", sentirme así se sentía como una mierda.

—No sé si quiero ir—admití—. Hyunjin debe estarlo haciendo por lástima.

—Vivienne—empezó papá—, ven conmigo. Vamos a tu habitación.

미술 (art) - hwang hyunjin (stray kids) (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora