diecisiete: rojo coquelicot, como tus labios

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"Sentí la familiar convicción de que la vida estaba empezando de nuevo con el verano." (F. Scott Fitzgerald, El Gran Gatsby)

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—Ese de ahí se ve como Nemo.

Estábamos acostados en el suelo del acuario, bajo el gran tanque que pasaba de un lado del pasillo al otro. Todo a nuestro alrededor era el vidrio del tanque, la luz tenue de los reflectores en el techo del acuario reflejaban con el agua, creando sombras en las que Vivi se veía hermosa señalando cada animal que veía.

Los peces me podrían importar una mierda, pero la mujer frente a mí me estaba robando el aire, con su sonrisa angelical, su maquillaje natural (a excepción de sus labios rojos como cerezas, que moría por besar), y su piel tan suave a la vista; hombros desnudos que no pasaron desapercibidos por mí o por el levemente escandalizado staff del acuario.

Que parecían entender su vestimenta al notar que obviamente era una extranjera, sin saber que era tan coreana en crianza como nosotros.

—¿Cómo es el nombre de los peces como Nemo?—vi su cara bonita fruncirse en un mohín, sus labios entreabrirse al pensar.

—Peces payaso—respondí, sin quitar mi vista de su rostro.

—¡Sí! Esos, hay peces payaso aquí...—su voz se apagó al girar la cabeza hacia mí, encontrándome mirándola mientras respiraba lentamente con labios abiertos.

Los dos nos miramos a los ojos, la electricidad bailando en el aire por nuestra obvia atracción. Sonrió levemente, vi la timidez llenarla repentinamente ante mi mirada intensa.

—Te ves preciosa hoy—le dije, de forma muy sincera.

Rio en voz baja, avergonzada. Me reí también, sintiéndome feliz sólo por estar con ella, veía sus labios fijamente y ella lo notó.

—Gracias. Tú también te ves muy guapo, Hyunjin—murmuró.

La vi debatir por unos segundos, pero pareció decidida de algo. Para mi sorpresa, sentí sus dedos rozar los míos, tanteando poco a poco; o más bien, temerosamente. En mi cabeza, escuché a Brooklyn decírmelo de nuevo.

A su ritmo siempre, que no se te olvide, Hyunjinnie.

Así que la dejé entrelazar sus dedos con los míos, no tomó mi mano, nuestras antemanos tocándose en lugar de nuestras palmas. Pero para mí, era suficiente. Era más que suficiente.

Por que era un avance, pequeño, y lo apreciaba.

—Estoy orgulloso—le sonreí—, por que me estás tocando. Y no estás asustada.

Frunció un poco su ceño, como si no pudiese creer que realmente me estaba tocando y que no estaba en pánico. Pero eso me hizo preguntarme si de verdad sería yo el único que ella podría tocar así, sin entrar en pánico, al igual que su mejor amigo y su padre.

La realidad me golpeó ante esa realización: Vivi me incluía en el pequeño círculo de hombres en los que realmente confiaba luego de su abuso. Confiaba en mí, por que yo iba a su ritmo, como Brooklyn tanto me dijo.

—¿Quieres jugar a las preguntas y respuestas?—sonrió, ajena a mi debate mental. Pestañeé, espabilando, viéndola recostarse ahora boca abajo y apoyándose en sus codos para mirarme mejor.

Yo aún estaba acostado, viéndola desde mi posición, sus facciones algo obscurecidas por las sombras del acuario sobre nosotros.

—Sí, seguro—me enderecé también de lado, reposando mi cabeza en mi mano.

미술 (art) - hwang hyunjin (stray kids) (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora