Capítulo 5: Alianzas Inesperadas

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Los primeros rayos del sol asomaron por el horizonte, bañando Theed con una luz suave y dorada. Aiden se despertó antes del amanecer, su mente aún envuelta en los planes que había estado tejiendo durante la noche. Sabía que el tiempo era limitado y que cada día lo acercaba más al inevitable enfrentamiento con la Federación de Comercio. Su objetivo era claro: construir un imperio en Naboo, pero para lograrlo, debía consolidar alianzas más allá de los límites del planeta.

El primer paso en esa dirección requería contactar con otros sistemas, especialmente aquellos que también estaban bajo la amenaza del bloqueo de la Federación. Aiden sabía que Naboo no podía resistir solo. Necesitaba aliados que compartieran su preocupación por la creciente influencia de la Federación y que estuvieran dispuestos a unirse en una coalición de resistencia. Con eso en mente, decidió que su próximo movimiento sería viajar a uno de esos sistemas clave.

Se vistió con un atuendo adecuado para un embajador de Naboo, una túnica elegante en tonos oscuros que contrastaba con los detalles dorados que resaltaban su estatus. No llevaba ningún símbolo militar ni ostentoso, solo lo necesario para presentarse como un diplomático serio y dispuesto a negociar.

Antes de partir, Aiden convocó a Mara, la gobernanta, para darle instrucciones sobre su ausencia. “Mara, necesito que mantengas todo en orden mientras estoy fuera. Me voy a reunir con representantes de otros sistemas. Es una misión delicada, así que necesito tu discreción.”

Mara, que se había vuelto cada vez más leal a Aiden, asintió con preocupación. “Por supuesto, señor Dallen. ¿Cuánto tiempo estará fuera?”

“No más de unos días, si todo sale bien. No te preocupes, estaré en contacto si algo cambia”, respondió Aiden, dándole una sonrisa tranquilizadora.

Una vez que todo estuvo arreglado, Aiden partió en su speeder hacia el puerto espacial de Theed. Había decidido viajar solo, sin guardias ni acompañantes, para no levantar sospechas ni parecer una amenaza para aquellos a quienes planeaba contactar. A medida que el speeder volaba sobre los verdes campos y los lagos azules de Naboo, Aiden repasaba en su mente los detalles del sistema que había elegido como su primer objetivo: Malastare.

Malastare, un planeta conocido por sus deportes de velocidad y su diversa población, estaba en una posición estratégica clave cerca de las rutas comerciales que la Federación de Comercio controlaba. Aunque no compartía la misma riqueza agrícola de Naboo, Malastare tenía su propia importancia económica y un gobierno que podría ser receptivo a la propuesta de Aiden.

Al llegar al puerto espacial, Aiden abordó su nave personal, un elegante crucero estelar de diseño nubiano. La nave era rápida y discreta, ideal para viajes diplomáticos. Programó las coordenadas y despegó, dejando atrás Naboo mientras se dirigía hacia el espacio. El viaje a Malastare tomaría algunas horas, y Aiden utilizó ese tiempo para revisar la historia y la política del planeta, así como para planear su discurso.

Cuando finalmente llegó a la órbita de Malastare, Aiden solicitó permiso para aterrizar en Pixelito, la capital del planeta. Tras identificarse como un noble de Naboo en una misión diplomática, recibió la autorización necesaria y descendió hacia la superficie. Pixelito era una ciudad bulliciosa, llena de vida y actividad, con calles abarrotadas y rascacielos que se alzaban hacia el cielo. Aiden no perdió tiempo y se dirigió directamente al palacio gubernamental.

El gobierno de Malastare era un consorcio liderado por los Dug, una especie orgullosa y territorial. Aiden sabía que negociar con ellos requeriría un enfoque delicado; los Dug valoraban la fuerza y el respeto, y no respondían bien a la presión o la arrogancia.

Fue recibido en la sala principal del palacio, donde se encontraba el líder del consorcio, Sebulba, un Dug de aspecto imponente y conocido por su dureza tanto en la política como en los deportes de carreras de pods. Sebulba lo observó con sus ojos penetrantes, su expresión seria mientras evaluaba al joven noble de Naboo.

“Bienvenido a Malastare, noble de Naboo”, dijo Sebulba en un tono que no dejaba claro si era una cordialidad o una advertencia. “¿Qué trae a un representante de un planeta pacífico como Naboo a nuestras tierras?”

Aiden inclinó la cabeza en señal de respeto antes de responder. “Gracias por recibirme, honorable Sebulba. Vengo con una propuesta que creo beneficiará a ambos nuestros mundos. Como sabrás, la Federación de Comercio ha estado incrementando su presencia militar en los sistemas cercanos, y Naboo no es el único planeta que podría verse afectado. Malastare, con sus rutas comerciales estratégicas, está en una posición de riesgo. Mi propuesta es simple: unamos nuestras fuerzas para enfrentar esta amenaza común.”

Sebulba lo miró fijamente, evaluando cada palabra. “Naboo y Malastare nunca han sido aliados cercanos. ¿Por qué deberíamos unirnos ahora? ¿Qué podría ofrecer Naboo a Malastare que valga el riesgo de enfrentarse a la Federación?”

Aiden sabía que esta sería la pregunta clave. Sebulba era un líder pragmático, y cualquier alianza tendría que estar basada en beneficios tangibles. “Entiendo tus preocupaciones. Naboo puede ofrecer recursos, alimentos y apoyo diplomático. Pero lo más importante es que juntos podríamos influir en otros sistemas para que se unan a nuestra causa. La Federación puede parecer invencible, pero si suficientes planetas se levantan, podríamos forzarla a retroceder. Malastare no tiene que enfrentarse a este desafío solo.”

El líder Dug guardó silencio por un momento, sopesando las palabras de Aiden. Finalmente, se inclinó hacia adelante, con una chispa de interés en sus ojos. “Lo que propones es audaz, joven Dallen. Pero también es peligroso. Sin embargo, hay mérito en tus palabras. Si podemos formar una coalición lo suficientemente fuerte, podríamos cambiar el equilibrio de poder en la región. Pero esto no será fácil. Necesitarás convencer a otros sistemas de que se unan a nosotros, y eso requerirá más que simples promesas.”

Aiden asintió, sabiendo que había logrado despertar el interés de Sebulba. “Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para asegurar esta alianza. Juntos, podemos enfrentarnos a la Federación y proteger nuestros intereses.”

Sebulba se levantó de su asiento, acercándose a Aiden con una mirada decidida. “Muy bien, noble de Naboo. Te daré mi apoyo, pero con una condición: necesitaré pruebas de que otros sistemas están dispuestos a unirse a nosotros. Convence a otros, y Malastare estará contigo.”

Aiden sintió una oleada de satisfacción interior, aunque mantuvo su rostro neutral. “Entendido. Trabajaré para asegurar esa coalición. Agradezco tu disposición, Sebulba. Haré todo lo posible para cumplir con mi parte del trato.”

Con la primera parte de su misión diplomática completada, Aiden se despidió de Sebulba y regresó a su nave. Sabía que la tarea de construir una coalición no sería fácil, pero había dado el primer paso crucial. Si lograba convencer a otros sistemas clave de que se unieran, podría formar una red de resistencia capaz de desafiar a la Federación de Comercio.

Mientras la nave despegaba de Malastare y se dirigía de regreso a Naboo, Aiden reflexionaba sobre los próximos pasos. Tenía que moverse rápido, contactando con otros líderes y asegurándose de que la alianza ganara fuerza antes de que la Federación pudiera atacar. La construcción de su imperio en las sombras avanzaba, y cada día lo acercaba más a su objetivo final.

Aiden observó las estrellas desde la cabina de su nave, consciente de que las decisiones que tomara en las próximas semanas determinarían no solo el futuro de Naboo, sino también el destino de toda la región. El tiempo estaba en su contra, pero estaba decidido a aprovechar cada oportunidad que se le presentara.

EL ASCENSO DE UN IMPERIO EN NABO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora