El eco de los disparos resonaba por los pasillos de la nave de mando de la Federación. Mara avanzaba con su equipo por los estrechos corredores, eliminando droides de seguridad uno tras otro. La tensión era palpable. Sabían que no podían permitirse ningún error; cualquier fallo podría costarles la misión y condenar a Naboo a la completa ocupación.
“Escaneos completados”, informó uno de los técnicos del equipo mientras ajustaba su dispositivo portátil. “El núcleo de control está a dos niveles por encima de nosotros. Si llegamos a tiempo, podremos desactivar el control de la flota y causar suficiente caos para que Naboo pueda contraatacar.”
Mara asintió, respirando profundamente. “Bien. Todos manténganse alerta. No sabemos cuántos refuerzos tienen.”
El plan era simple en su concepción, pero extremadamente peligroso en la ejecución: infiltrarse, desactivar los sistemas de comando y salir antes de que los refuerzos neimoidianos pudieran cerrar las salidas. Cada segundo contaba, y la nave estaba llena de soldados y droides listos para defenderla.
Mara, con su aguda percepción y destreza, lideraba al equipo con una mezcla de calma y determinación. Sabía que Aiden confiaba en ella para llevar a cabo esta misión, y no pensaba defraudarlo.
Desde el centro de mando en Theed, Aiden miraba la pantalla de comunicaciones con creciente preocupación. El equipo de Mara había logrado infiltrarse en la nave de mando, pero las señales estaban volviéndose más débiles con el paso del tiempo. Era consciente de que las probabilidades no estaban a su favor. Sin embargo, si Mara lograba desactivar el núcleo de control, la flota de la Federación quedaría paralizada el tiempo suficiente para organizar una contraofensiva.
El capitán Panaka se acercó, su rostro endurecido por la batalla. “Las fuerzas en Theed están resistiendo, pero no podemos aguantar mucho más si la Federación sigue trayendo refuerzos. Los droides están en todas partes.”
Aiden asintió, sin apartar la vista de las pantallas. Sabía que la situación en la ciudad era crítica. Las tropas de Naboo estaban peleando con todo lo que tenían, pero los droides eran implacables y, por cada unidad que destruían, llegaban más. “Solo necesitamos unos minutos más, Panaka. Si Mara logra su objetivo, la marea cambiará.”
“¿Y si no lo logra?”, preguntó Panaka, con la preocupación evidente en su voz.
Aiden lo miró fijamente. “No hay espacio para ese ‘si’. Lo logrará.”
Dentro de la nave de mando, Mara y su equipo finalmente llegaron al núcleo de control. Era una sala vasta, llena de pantallas holográficas y paneles de mando que controlaban a miles de droides y naves en la órbita de Naboo. En el centro, un gran generador pulsaba con energía, proyectando un aura de poder que controlaba toda la operación de invasión.
“Es aquí”, dijo Mara, observando el generador. “Destruir esto no será fácil. Tendremos que sobrecargar el sistema.”
Uno de los ingenieros del equipo se acercó rápidamente al panel de control. “Dame unos minutos. Necesito acceder al sistema para iniciar la sobrecarga.”
El equipo se dispersó, cubriendo todas las entradas mientras el ingeniero trabajaba frenéticamente en los controles. Los minutos parecían horas mientras Mara miraba con cautela a su alrededor. Sabía que los droides podían llegar en cualquier momento, y su ventana de oportunidad se estaba cerrando rápidamente.
Justo cuando el ingeniero comenzó a hacer progresos, una alarma resonó por todo el complejo. Las puertas a ambos lados de la sala se abrieron de golpe, y decenas de droides de combate entraron disparando.
“¡Aquí vienen!”, gritó uno de los soldados mientras abría fuego contra los droides.
Mara se movió con rapidez, bláster en mano, derribando a los droides uno tras otro con precisión letal. Las explosiones llenaban la sala, y los gritos de sus compañeros se entremezclaban con el ruido del combate. A pesar de la embestida, el equipo mantuvo sus posiciones, protegiendo al ingeniero mientras continuaba trabajando en la sobrecarga del generador.
“¡Solo necesito un poco más de tiempo!”, gritó el ingeniero mientras su rostro se iluminaba con la luz azul de las pantallas holográficas.
Mara, cubriéndose detrás de un panel, disparaba sin descanso. Sabía que estaban en el límite. “¡Rápido, lo que sea que vayas a hacer, hazlo ya!”
De repente, el generador comenzó a brillar más intensamente. El ingeniero sonrió con alivio. “¡Está hecho! La sobrecarga comenzará en cualquier momento.”
Mara miró a su equipo, sabiendo que no había tiempo que perder. “¡Todos fuera de aquí, ahora!”
El equipo comenzó a correr hacia las salidas mientras el generador comenzaba a emitir un zumbido cada vez más fuerte. Mara fue la última en abandonar la sala, disparando contra los droides mientras retrocedía. Cuando finalmente logró cruzar la puerta, un estallido masivo sacudió la nave.
El generador explotó con una energía devastadora, destruyendo todo a su alrededor y dejando la nave de mando en completo caos. Las luces se apagaron, y los sistemas de control de la nave se desactivaron en cuestión de segundos.
“¡Lo logramos!”, gritó uno de los soldados mientras corrían hacia su nave de escape.
Mara sonrió con satisfacción, pero no bajó la guardia. Sabía que aún no estaban fuera de peligro. “Aún queda salir de aquí. ¡Vamos!”
En el centro de mando en Theed, las pantallas parpadearon cuando el sistema de control de la Federación cayó repentinamente. Aiden se levantó de su asiento, con una mezcla de alivio y asombro.
“Lo lograron…”, susurró Panaka.
Aiden no perdió tiempo. “Capitán, ordena a todas las unidades contraatacar. La Federación está desorganizada. Es ahora o nunca.”
Las tropas de Naboo, que habían estado retrocediendo ante la implacable fuerza de los droides, recibieron la orden de avanzar. Los comandantes comenzaron a reorganizar sus fuerzas, y la resistencia en las calles de Theed se intensificó. Con la nave de mando desactivada, los droides de batalla comenzaron a moverse erráticamente, sin las órdenes precisas que antes recibían. Las fuerzas de Naboo aprovecharon la confusión, empujando a los droides hacia las afueras de la ciudad.
Los cazas de Naboo, liderados por algunos de los mejores pilotos del planeta, también tomaron el cielo, enfrentándose a las naves de la Federación que aún patrullaban el espacio aéreo. Sin la coordinación de la nave de mando, las naves enemigas comenzaron a retirarse en desorden, y el control del cielo sobre Naboo volvió a manos de sus defensores.
Aiden observaba la batalla desde su posición, su mente trabajando rápidamente. Sabía que habían ganado una victoria crucial, pero la guerra no había terminado. La Federación de Comercio aún tenía fuerzas dispersas por todo el planeta, y Sidious no se rendiría fácilmente.
“Es solo el principio”, murmuró para sí mismo.
Mara y su equipo regresaron a Theed poco después, siendo recibidos como héroes. A pesar de las bajas sufridas, su misión había sido un éxito rotundo. Aiden los recibió personalmente, agradeciendo a cada miembro del equipo por su valentía y sacrificio.
Mara, agotada pero satisfecha, se acercó a Aiden. “Lo hicimos. Ahora Naboo tiene una oportunidad.”
Aiden la miró, agradecido. “Hiciste un excelente trabajo, Mara. Esto nos ha dado el tiempo que necesitábamos. Pero no podemos bajar la guardia. La Federación no se irá tan fácilmente.”
Mara asintió. Sabía que la lucha continuaría, pero por ahora, habían ganado un respiro. Naboo aún estaba en pie.
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EL ASCENSO DE UN IMPERIO EN NABO
Science FictionUn hombre del siglo XXI muere en un accidente y se reencarna en el universo de Star Wars, justo antes del Asedio de Naboo. Con recuerdos de su vida pasada y un conocimiento profundo del futuro, decide aprovechar la oportunidad para construir un impe...