Las noches en Theed se habían vuelto silenciosas, demasiado silenciosas. Aiden observaba la ciudad desde el balcón del palacio, su mente sumida en los recientes acontecimientos. Las fuerzas de la Federación habían retrocedido temporalmente tras la destrucción del centro de comunicaciones, pero eso no duraría mucho. Lo único que ahora sostenía la defensa de Naboo eran los refuerzos prometidos por los Hutts. Sabía que cada minuto que pasaba sin recibirlos era un minuto más cerca de que la Federación reorganizara su ofensiva.
Mara, que se acercó desde el interior del palacio, se detuvo junto a Aiden. Su presencia calmada era un contraste a la agitación interna que ambos compartían.
"¿Sigues pensando en los Hutts?", preguntó con suavidad.
Aiden suspiró y asintió. "No es una alianza que me guste, pero no teníamos otra opción. La pregunta es: ¿cuál será el verdadero costo? Sabemos que no son fiables, pero si nos traicionan en medio de la batalla..."
"Lo sé", respondió Mara. "Pero tenemos que confiar en que mantendrán su palabra al menos hasta que les convenga. Son comerciantes, no guerreros. No les interesa una guerra prolongada si pueden evitarla."
De repente, el sonido de una alarma interrumpió su conversación. Ambos giraron rápidamente hacia el interior del palacio. El Capitán Panaka apareció en la puerta con una expresión grave.
"Están aquí", anunció, su voz tensa pero aliviada a la vez.
Aiden y Mara intercambiaron una mirada rápida y siguieron a Panaka hacia la sala de mando, donde los monitores mostraban una pequeña flotilla de naves entrando en la atmósfera de Naboo. No eran naves de la República ni de la Federación de Comercio. Eran mercenarios, contrabandistas, y lo más importante, suministros.
"El primer lote de refuerzos Hutt ha llegado", confirmó Panaka. "Tienen armas, municiones y algunos mercenarios dispuestos a unirse a la lucha."
Aiden observó la pantalla con una mezcla de alivio y preocupación. "Esto nos dará el impulso que necesitamos, pero debemos tener cuidado. No sabemos qué más querrán a cambio."
Horas más tarde, en una de las bases temporales establecidas fuera de Theed, Aiden y Mara se reunieron con Zyvar, el Twi'lek representante de los Hutts que había facilitado el acuerdo. Vestido con atuendo elegante pero práctico, su sonrisa astuta dejó claro que ya tenía en mente las futuras negociaciones.
"Tal como prometimos, hemos traído lo que necesitan", dijo Zyvar, señalando las naves aterrizando en los campos cercanos, descargando cajas de armas y suministros. "Los Hutts cumplen con sus tratos... siempre y cuando, claro, se cumpla con lo que hemos acordado."
"Lo que acordamos fue un trato justo", dijo Aiden con firmeza. "Ayudan a Naboo, y garantizamos que tendrán acceso a las rutas comerciales y sus operaciones no serán perturbadas."
Zyvar hizo un gesto con la mano, despreocupado. "Por supuesto, por supuesto. Solo quería asegurarme de que todos entendemos lo que está en juego aquí. Estamos arriesgando recursos valiosos en esta guerra. Queremos ver resultados."
Mara, siempre perceptiva, se inclinó hacia Aiden y murmuró: "Nos están observando. Quieren asegurarse de que no caigamos antes de que se beneficien de todo esto."
"Lo sé", susurró Aiden. "Pero eso significa que, por ahora, estarán de nuestro lado."
Después de intercambiar más detalles logísticos y asegurarse de que las armas se distribuyeran rápidamente entre las fuerzas de defensa de Naboo, Aiden y Mara regresaron a Theed para planear el siguiente paso. Sabían que la Federación pronto se reorganizaría, y su mejor oportunidad era lanzar un ataque antes de que eso ocurriera.
"Tenemos una ventana de tiempo", dijo Aiden, revisando el mapa táctico en la sala de guerra del palacio. "Si golpeamos rápido, podríamos forzar a la Federación a retirarse de algunas posiciones estratégicas."
"Pero no podemos hacerlo solos", señaló Panaka, que había estado en silencio durante la mayor parte de la reunión. "Si vamos a atacar, necesitaremos que los gungans cooperen. Su ejército puede contener a los droides mientras nuestras fuerzas principales avanzan."
Mara asintió. "Los gungans ya han demostrado ser valiosos aliados. Si les presentamos un plan claro, estoy segura de que Boss Nass aceptará."
Aiden, recordando su primera reunión con los gungans, sabía que no sería fácil convencerlos de arriesgar aún más, pero era una conversación que no podían posponer.
Al día siguiente, Aiden, Mara y Panaka viajaron de nuevo al campamento gungan, esta vez con una propuesta mucho más concreta. Cuando llegaron, fueron recibidos con cierta desconfianza, pero Boss Nass finalmente accedió a escucharlos.
"Ya hemos luchado para defender nuestros pantanos", dijo Boss Nass, su voz grave resonando en la sala de reuniones gungan. "¿Qué más quieren de nosotros?"
Aiden se inclinó hacia adelante, adoptando un tono conciliador. "La Federación ha sido debilitada. Con su ayuda, podemos lanzar un ataque que los expulsará definitivamente de Naboo. Pero necesitamos sus tropas para contener a los droides mientras nuestras fuerzas avanzan hacia sus posiciones clave."
Boss Nass intercambió miradas con su consejo. La idea de un ataque coordinado parecía atractiva, pero también arriesgada. "Si fallamos, Naboo será destruido. Y los gungans sufrirán tanto como los humanos."
"No fallaremos", dijo Mara con determinación. "Ya hemos ganado tiempo con la destrucción de su centro de comunicaciones. Si actuamos ahora, podemos sorprenderlos antes de que se reorganicen."
El líder gungan se tomó un momento para considerar sus palabras antes de asentir lentamente. "Está bien. Los gungans lucharán. Pero esto debe terminar aquí. No queremos más batallas en nuestras tierras."
Aiden se inclinó respetuosamente. "Eso es todo lo que pedimos."
La operación se puso en marcha rápidamente. Las fuerzas combinadas de Naboo, los gungans y los mercenarios Hutt comenzaron a prepararse para el asalto final. La Federación de Comercio, aunque desorganizada, todavía tenía una gran cantidad de droides y fortificaciones alrededor de los puntos clave de la ciudad.
Mientras los preparativos avanzaban, Aiden no podía evitar pensar en Darth Maul. El Sith había desaparecido desde su último enfrentamiento, pero Aiden sentía su presencia. Sabía que Maul no se había ido; estaba esperando el momento perfecto para atacar. Su influencia oscura aún pesaba sobre la batalla.
"Maul vendrá por nosotros cuando menos lo esperemos", dijo Aiden en una reunión privada con Mara. "Lo siento en la Fuerza. Él es más que un peón de la Federación. Tiene sus propios planes."
Mara asintió. "Lo sé. Y debemos estar preparados para él. Pero no podemos permitir que su presencia nos distraiga del objetivo principal. Si detenemos a la Federación, podemos enfocarnos en Maul después."
Aiden miró por la ventana hacia las calles de Theed, sabiendo que el verdadero desafío aún estaba por venir. "Esta guerra no se trata solo de Naboo. Es solo el comienzo. Maul, Sidious, la Federación... todo está conectado. Y tarde o temprano, tendremos que enfrentarnos a la verdadera amenaza detrás de todo esto."
Mara lo miró en silencio, compartiendo su preocupación. Sabían que la batalla por Naboo era solo una parte de una guerra mucho mayor, una guerra que apenas comenzaba a revelarse ante ellos. Pero por ahora, debían concentrarse en lo inmediato: la batalla final que decidiría el destino de Naboo.
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EL ASCENSO DE UN IMPERIO EN NABO
Science FictionUn hombre del siglo XXI muere en un accidente y se reencarna en el universo de Star Wars, justo antes del Asedio de Naboo. Con recuerdos de su vida pasada y un conocimiento profundo del futuro, decide aprovechar la oportunidad para construir un impe...