Capítulo 11: Preparativos para la Invasión

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Las primeras luces del amanecer bañaban la ciudad de Theed con tonos dorados, pero el ambiente estaba lejos de ser pacífico. Aiden se encontraba en la sala de guerra del palacio, rodeado por oficiales, estrategas y miembros de la corte real, todos con la misma preocupación reflejada en sus rostros. El reloj seguía corriendo, y sabían que la invasión de la Federación de Comercio podía comenzar en cualquier momento.

Desde la alianza con los gungan, las defensas de Naboo se habían fortalecido considerablemente. Los ejércitos subacuáticos gungan estaban movilizándose y sus grandes escudos de energía, capaces de repeler ataques aéreos y terrestres, eran una de las mejores defensas que poseían. Sin embargo, Aiden sabía que esto no sería suficiente. La Federación no solo tenía más recursos, sino que también contaba con la ayuda secreta de Sidious, cuyo alcance en la galaxia seguía siendo incierto.

Aiden estudió el mapa holográfico de Naboo que flotaba frente a él, con puntos de luz representando las posiciones de las fuerzas aliadas y las ubicaciones probables de las naves de la Federación. A su lado, el capitán Panaka observaba con atención.

“Lo mejor que podemos hacer es evitar una confrontación directa al principio”, dijo Panaka con su tono característico de eficiencia militar. “Si logramos contener su avance lo suficiente, podríamos obligarlos a replegarse.”

Aiden asintió, aunque sabía que la contención no sería fácil. La Federación tenía un ejército masivo de droides de batalla, sin mencionar las naves de asalto que podían desplegar tropas en cuestión de minutos. La única ventaja que tenían era el conocimiento del terreno y, con la ayuda de los gungan, podían explotar las áreas más difíciles de navegar para ralentizar al enemigo.

“¿Qué noticias tenemos de Coruscant?”, preguntó la Reina Amidala, que había entrado en la sala acompañada por su séquito. Su expresión era serena, pero sus ojos revelaban una gran preocupación.

Aiden miró brevemente a la joven reina. A pesar de su inexperiencia, Amidala había demostrado ser una líder valiente y decidida, pero la situación la estaba poniendo a prueba. “El Senado sigue enredado en debates interminables”, respondió Aiden con un dejo de frustración. “Sidious está manipulando la burocracia desde las sombras. La Federación tiene muchos aliados en el Senado, y sin pruebas concretas de su agresión, la República no tomará medidas.”

Amidala frunció el ceño. “No podemos esperar más la ayuda del Senado. Debemos actuar por nuestra cuenta.”

“Estamos de acuerdo”, dijo Aiden. “Ya he coordinado con los líderes gungan para comenzar a desplegar nuestras fuerzas. Los gungan establecerán un frente en los pantanos, donde su ejército puede usar el terreno a su favor. Mientras tanto, en Theed, nuestras tropas locales y milicias se preparan para resistir cualquier intento de invasión directa.”

La Reina asintió. “Y el palacio... ¿cómo lo defenderemos?”

Aiden hizo una pausa, evaluando las posibilidades. El palacio era tanto un símbolo como un objetivo estratégico. Si la Federación tomaba el palacio, controlaría Theed y, por ende, todo Naboo. Pero también sabía que convertir el palacio en una fortaleza podría llevar a una batalla sangrienta en las calles de la ciudad.

“El palacio debe ser nuestra última línea de defensa”, respondió Aiden finalmente. “Si llegamos a ese punto, será porque todas las demás defensas habrán caído. Estoy trabajando en un plan para evacuar a los funcionarios clave y a los civiles si la situación se agrava.”

La Reina Amidala lo miró seriamente. “Si llega ese momento, Aiden, yo no evacuaré. Mi lugar está aquí, con mi pueblo.”

Aiden admiraba la resolución de la Reina, pero también sabía que su vida era vital para el futuro de Naboo. Sin su liderazgo, las posibilidades de resistir a largo plazo disminuirían drásticamente. “Lo entiendo, Majestad. Pero si la invasión se convierte en un asedio, será crucial que usted sobreviva para continuar la lucha desde otro lugar.”

Amidala no respondió de inmediato, pero su mirada firme dejaba claro que no cambiaría de opinión fácilmente.

Mientras se desarrollaban los preparativos, Aiden recibió un mensaje urgente de Lyria, quien había estado investigando más sobre los movimientos de la Federación y el alcance de la influencia de Sidious en Coruscant.

“Aiden, tengo información nueva”, comenzó Lyria mientras su holograma se proyectaba frente a él. “Sidious está acelerando sus planes. Ha presionado a la Federación para que inicie la invasión antes de lo previsto. Las primeras oleadas de droides aterrizarán en Naboo dentro de las próximas veinticuatro horas.”

Aiden sintió un nudo en el estómago. La confirmación de Lyria significaba que el tiempo se había agotado. “Gracias por el aviso, Lyria. ¿Tienes alguna idea de cómo están planeando atacar?”

“Sí. He interceptado algunas comunicaciones internas de la Federación. Su estrategia principal será dividir a las fuerzas de Naboo, enviando tropas a diferentes ciudades para dispersar a tus defensores. Pero su verdadero objetivo es tomar Theed rápidamente. Una vez que el palacio caiga, la Federación declarará su control total sobre Naboo.”

Aiden procesó la información rápidamente. Era una estrategia clásica: dividir y conquistar. Pero también le daba una pista clave. Si la Federación se centraba en tomar Theed, entonces podrían usar esa expectativa en su contra.

“Lyria, mantente alerta. Cualquier otro movimiento que detectes, avísame de inmediato.”

Lyria asintió. “Lo haré. Y Aiden... ten cuidado. Sidious está más cerca de lo que imaginas.”

Con esas últimas palabras, la transmisión se cortó, dejando a Aiden en profunda reflexión. Sidious seguía siendo el verdadero enigma. Sabía que, en el fondo, la invasión de Naboo era solo una parte de un plan mucho más grande, pero hasta que no comprendiera sus verdaderos objetivos, todo lo que podía hacer era defender su hogar.

El día transcurrió en una ráfaga de actividad. Los ciudadanos de Theed eran evacuados a refugios subterráneos, mientras las tropas gungan tomaban sus posiciones en los pantanos. Aiden se mantuvo en constante comunicación con los comandantes gungan, coordinando los movimientos para asegurarse de que estuvieran listos cuando llegara el momento.

Hacia el atardecer, Aiden se encontraba en lo alto de una de las torres de observación del palacio, mirando el horizonte. Sabía que las naves de la Federación estaban allí arriba, preparándose para la invasión. En ese momento, Mara llegó a su lado, trayendo consigo las últimas noticias de los preparativos.

“Todo está listo, señor”, dijo Mara con su voz eficiente. “Las tropas están en posición y las rutas de evacuación están aseguradas.”

Aiden asintió, agradecido por la eficiencia de su asistente. Pero antes de que pudiera responder, una alarma resonó en todo Theed. Ambos miraron hacia el cielo, donde las primeras sombras de las naves de desembarco de la Federación de Comercio comenzaban a aparecer.

“La invasión ha comenzado”, dijo Mara, su voz ahora cargada de tensión.

Aiden no pudo apartar la mirada del cielo. Sabía que este era el comienzo de la verdadera prueba para Naboo. Las próximas horas serían cruciales.

“Mara, avisa a todos los comandantes. El plan sigue como está. Que cada fuerza mantenga su posición. Vamos a hacer que la Federación pague caro cada metro que intenten tomar.”

Mara asintió y corrió a cumplir sus órdenes. Aiden se quedó solo en la torre por unos momentos más, observando cómo las naves de la Federación se aproximaban, como gigantescas sombras que oscurecían el cielo.

“Que comience la batalla”, murmuró para sí mismo antes de girarse y dirigirse al centro de mando.

La invasión había comenzado, y el destino de Naboo, y quizás de la galaxia, pendía de un hilo.

EL ASCENSO DE UN IMPERIO EN NABO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora