Los pantanos de Naboo eran vastos, llenos de vida y misterios ocultos bajo la bruma espesa. Aiden, a bordo de una pequeña nave de transporte, se abrió paso por el follaje hacia el corazón del territorio gungan. El viaje no había sido fácil; a pesar de que había estudiado la geografía de Naboo extensivamente, navegar por las áreas más remotas y desconocidas del planeta era siempre un reto. Pero sabía que este encuentro era crucial para la supervivencia de su hogar.
A medida que descendía hacia las profundidades del bosque, la atmósfera se volvía más densa y el aire húmedo dificultaba la visión. Los gungan, habitantes nativos de Naboo, habían vivido durante siglos en esta zona, manteniéndose en gran parte alejados de los humanos. Las tensiones entre ambos pueblos eran bien conocidas, alimentadas por años de desconfianza mutua.
Aiden había oído hablar de Otoh Gunga, la ciudad subacuática principal de los gungan, construida en lo profundo de los lagos del pantano. Era una fortaleza oculta, protegida por las aguas y rodeada de un ecosistema que mantenía a los forasteros a raya. Sin embargo, a pesar de su aislamiento, Aiden sabía que los gungan compartían una historia de lucha por la independencia y que no eran indiferentes a las amenazas externas. Si podía convencerlos de que la invasión de la Federación de Comercio era una amenaza para todos, tal vez había esperanza de una alianza.
Finalmente, la nave aterrizó en un pequeño claro a las afueras de un lago. Aiden bajó de la nave, acompañado por un pequeño equipo de soldados de seguridad. Sabía que no debían entrar armados ni mostrar signos de agresión. Los gungan eran un pueblo orgulloso, y cualquier señal de hostilidad podría arruinar las negociaciones antes de que comenzaran.
Aiden observó el agua tranquila del lago. Sabía que en algún lugar bajo la superficie estaba Otoh Gunga, pero no había ninguna señal de vida a la vista. Dio un paso hacia la orilla, esperando alguna señal de los gungan.
No tuvo que esperar mucho. De repente, el agua comenzó a burbujear y agitarse, y una figura emergió de las profundidades. Era un guerrero gungan, alto y musculoso, armado con una lanza. Sus grandes ojos miraban a Aiden con desconfianza mientras el guerrero lo observaba desde la distancia. Aiden mantuvo la calma y levantó las manos en señal de paz.
“Soy Aiden Dallen”, dijo con una voz firme pero amigable. “He venido en nombre del pueblo de Naboo para hablar con su líder, Boss Nass. No venimos a pelear, sino a pedir ayuda.”
El guerrero gungan lo miró durante unos largos segundos antes de inclinar la cabeza ligeramente. “Usted y su grupo... esperar aquí. Yo traeré mensaje a Boss Nass.”
Sin más, el guerrero desapareció bajo el agua con una velocidad impresionante. Aiden se quedó esperando, consciente de que este era el primer paso hacia una difícil negociación. Mientras esperaba, su mente repasaba todos los escenarios posibles. No podía permitirse un fracaso en esta misión. La defensa de Naboo dependía de la cooperación con los gungan.
Pasaron unos veinte minutos antes de que el agua volviera a moverse. Esta vez, un grupo más numeroso de gungan emergió, liderados por otro guerrero que parecía tener más autoridad. Sin decir palabra, el líder del grupo gesticuló para que Aiden lo siguiera. Aiden y su equipo fueron conducidos hasta un pequeño muelle en el borde del lago, donde unas embarcaciones extrañas los esperaban. Los gungan les indicaron que subieran, y en silencio, fueron transportados bajo el agua.
A medida que descendían, Aiden pudo ver la magnitud de la ciudad gungan. Otoh Gunga era un vasto complejo subacuático, formado por grandes burbujas translúcidas que servían como edificios y estructuras. Las luces brillaban suavemente en el interior de cada burbuja, creando un efecto etéreo en las aguas oscuras del lago. Aiden no pudo evitar sentirse asombrado por la complejidad y belleza de la ciudad, aunque sabía que no estaba allí para hacer turismo.
Fueron llevados directamente a una de las burbujas más grandes, donde se encontraba el salón principal de los líderes gungan. Al entrar, Aiden vio a Boss Nass sentado en un trono elevado, rodeado por varios consejeros y guerreros. El imponente líder gungan era una figura robusta, con una presencia dominante. Sus ojos astutos se fijaron en Aiden mientras el grupo humano se acercaba.
"Humano", dijo Boss Nass con una voz grave y resonante. "¿Por qué vienes aquí? ¿Qué quieres de los gungan?"
Aiden dio un paso adelante, sabiendo que debía ser claro y directo. "Vengo a pedir la ayuda de los gungan. Naboo está en peligro. La Federación de Comercio ha bloqueado el planeta y pronto intentará invadir. Si eso ocurre, tanto los humanos como los gungan sufrirán. He venido a proponer una alianza. Juntos, podemos resistir la invasión."
El salón quedó en silencio por un momento, mientras los consejeros gungan murmuraban entre ellos. Boss Nass entrecerró los ojos, evaluando cada palabra de Aiden.
"¿Por qué los gungan deberían ayudar a los humanos?", preguntó finalmente Boss Nass. "Durante mucho tiempo, los humanos de Naboo han ignorado a los gungan. Han vivido en sus ciudades, sin preocuparse por nuestras tierras. ¿Y ahora que tienen problemas, esperan que nosotros los salvemos?"
Aiden esperaba esta respuesta. Sabía que los gungan sentían que los humanos de Naboo los habían marginado durante años. Pero también sabía que, en este momento, ambos pueblos compartían el mismo destino.
"Es cierto que en el pasado ha habido desconfianza entre nosotros", admitió Aiden, manteniendo su mirada fija en Boss Nass. "Pero esto es diferente. La Federación de Comercio no distingue entre humanos y gungan. Para ellos, somos simples obstáculos en su camino hacia el control. Si Naboo cae, los gungan también serán esclavizados o exterminados. No les estoy pidiendo que luchen por los humanos. Les estoy pidiendo que luchen por Naboo, por su hogar."
Hubo más murmullos entre los gungan. Boss Nass permanecía en silencio, contemplando las palabras de Aiden.
Después de lo que pareció una eternidad, Boss Nass habló de nuevo, su voz más mesurada. "Los gungan no son cobardes. Sabemos pelear cuando es necesario. Pero necesitamos algo más que palabras, humano. Si los gungan van a luchar, necesitamos una garantía de que no seremos olvidados cuando la lucha termine."
Aiden asintió solemnemente. "Te lo prometo, Boss Nass. Si nos ayudas a defender Naboo, garantizo que los gungan serán reconocidos y respetados por igual en el futuro del planeta. No habrá más divisiones entre nuestros pueblos. Lucharemos como uno solo."
El líder gungan lo observó durante un largo minuto antes de dar un gran asentimiento con la cabeza. "Muy bien, humano. Los gungan lucharán junto a los humanos. Pero no olvides tus promesas."
Aiden respiró aliviado. El primer gran obstáculo estaba superado. Con los gungan de su lado, Naboo tendría una mejor oportunidad de resistir la invasión inminente.
Más tarde, de regreso en Theed, Aiden se reunió con la Reina Amidala y el capitán Panaka para informarles sobre el éxito de la alianza con los gungan. Amidala estaba visiblemente aliviada, sabiendo que la resistencia al bloqueo ahora tenía más fuerza. Pero también sabía que el tiempo corría.
"Debemos prepararnos para lo peor", dijo Amidala. "La Federación de Comercio no se detendrá aquí."
Aiden asintió. "Lo sé. Pero ahora tenemos una oportunidad. Con los gungan a nuestro lado, Naboo puede presentar una resistencia que no esperan."
Los preparativos continuaron, y las tensiones aumentaron con cada día que pasaba. La invasión de Naboo era inminente, y aunque Aiden había logrado asegurar una alianza vital, sabía que lo peor estaba por venir.
La verdadera batalla estaba a punto de comenzar.
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EL ASCENSO DE UN IMPERIO EN NABO
Science FictionUn hombre del siglo XXI muere en un accidente y se reencarna en el universo de Star Wars, justo antes del Asedio de Naboo. Con recuerdos de su vida pasada y un conocimiento profundo del futuro, decide aprovechar la oportunidad para construir un impe...