La madrugada en Naboo era tranquila, pero en el corazón de Theed, el palacio real hervía de actividad. Aiden, junto a Mara y el capitán Panaka, dirigía los preparativos para lo que sentían sería un segundo asedio inevitable. El entrenamiento de los voluntarios había comenzado a mostrar resultados: los ciudadanos, aunque inexpertos, estaban más disciplinados, más organizados. Aiden notaba el progreso, pero sabía que el tiempo no estaba de su lado.
"El ataque de Maul es solo una parte de algo más grande", explicó Aiden mientras revisaba un mapa táctico junto a Panaka y Mara. "Sidious está usando a la Federación de Comercio para desestabilizar Naboo. Si caemos, no será solo una derrota para nosotros, sino un golpe simbólico para toda la República."
Mara asintió, mirando con preocupación el mapa de Naboo, donde habían marcado las rutas de ataque más probables. "¿Y cómo podemos detenerlo? La Federación tiene más recursos, más soldados, y Maul sigue siendo una amenaza."
Aiden se inclinó sobre el mapa, sus pensamientos girando en busca de una solución. "Debemos pensar estratégicamente. La Federación está subestimando la resistencia de Naboo. Creen que somos débiles, y podemos usar eso a nuestro favor."
"¿Cómo?" preguntó Panaka, cruzando los brazos con escepticismo.
"Nos han bloqueado los suministros, pero no conocen todos los recursos de Naboo. Los gungan siguen siendo una fuerza oculta, y si logramos establecer una alianza con ellos, podríamos utilizar sus conocimientos del terreno y su tecnología subacuática para sorprender al enemigo. Además, tenemos que crear distracciones para dividir las fuerzas de la Federación. Si los hacemos pensar que estamos más divididos de lo que realmente estamos, podremos desgastar sus tropas."
Mara frunció el ceño. "Eso suena arriesgado. Los gungan han sido históricamente aislacionistas, y no será fácil ganarse su confianza, especialmente con la tensión política que ha existido entre ellos y los humanos de Naboo."
Aiden asintió, plenamente consciente de la dificultad. "Lo sé, pero es un riesgo que debemos tomar. Si la Federación cree que tiene a Naboo controlado, nunca verán venir un ataque coordinado desde dentro y debajo del planeta. Además, necesitamos abrir canales de comunicación con otros sistemas que puedan enviar ayuda. Si logramos burlar el bloqueo, podríamos recibir refuerzos o suministros."
Panaka reflexionó un momento antes de asentir. "Está bien, buscaré maneras de abrir esas comunicaciones. Pero respecto a los gungan, ¿quién será el encargado de negociar?"
Mara miró a Aiden. "No puedo pensar en nadie mejor que tú, Aiden. Los gungan respetan la fuerza, y tú has demostrado ser un líder capaz. Si alguien puede convencerlos de que debemos unirnos, eres tú."
Aiden se mantuvo en silencio por un momento. No era la primera vez que se enfrentaba a la tarea de negociar con una cultura diferente, pero sabía que esta misión tenía un peso considerable. Los gungan y los humanos de Naboo no se habían llevado bien en el pasado, pero ahora necesitaban dejar de lado sus diferencias por el bien común.
"Lo haré", dijo finalmente. "Partiré al amanecer hacia las planicies y buscaré una audiencia con los gungan. Mientras tanto, Panaka, mantén el entrenamiento de los voluntarios y asegúrate de que nuestras defensas estén listas para cualquier incursión. Mara, sigue trabajando en los planes de contingencia. No podemos darnos el lujo de fallar."
Mara asintió, su mirada firme pero preocupada. "Ten cuidado, Aiden. Los gungan no son fáciles de convencer, y estarás solo en su territorio."
Aiden le dio una mirada de confianza. "Sé a lo que me enfrento. Volveré con su apoyo, lo prometo."
El camino hacia los territorios de los gungan era largo y peligroso. Aiden se aventuró en las espesuras de los pantanos que rodeaban el lago Paonga, donde los gungan tenían su ciudad subacuática. Mientras caminaba, podía sentir el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Si fallaba en esta misión, las posibilidades de resistencia de Naboo se reducirían considerablemente.
Usando su conocimiento de la Fuerza para guiarlo, Aiden se mantuvo alerta ante cualquier peligro. Los bosques de Naboo podían ser tan traicioneros como hermosos, y sabía que había criaturas que preferirían atacarlo antes de permitirle acercarse a la ciudad gungan.
Después de horas de viaje, finalmente llegó a las orillas del lago Paonga. Desde su posición, pudo ver leves ondulaciones en el agua, señal de que algo se movía debajo de la superficie. Aiden sabía que estaba cerca.
Tomando una respiración profunda, se adentró en el agua. Los gungan tenían tecnología avanzada que les permitía crear esferas de energía que contenían su ciudad bajo el agua, y Aiden confiaba en que ellos lo detectarían pronto. No pasó mucho tiempo antes de que su presencia fuera notada.
Dos guerreros gungan emergieron del agua, apuntando sus lanzas de energía hacia Aiden con desconfianza.
"¡Intruso humano! ¿Qué hace aquí?" gruñó uno de los gungan.
Aiden levantó las manos en señal de paz. "He venido en son de paz. Mi nombre es Aiden, y vengo a hablar con su líder, Boss Nass. Naboo necesita la ayuda de los gungan."
Los guerreros intercambiaron miradas, claramente sorprendidos de que un humano solicitara una audiencia con su líder. Sin embargo, no bajaron sus armas. "Los humanos nunca se han preocupado por los gungan. ¿Por qué deberíamos ayudarles ahora?"
Aiden avanzó un paso, manteniendo la calma. "La Federación de Comercio no solo amenaza a los humanos de Naboo, sino también a los gungan. Si Naboo cae, ustedes serán los siguientes. Su líder debe entender que necesitamos unir fuerzas si queremos sobrevivir."
Uno de los gungan lo miró con escepticismo. "Boss Nass no confía en los humanos. Han traído problemas antes."
Aiden asintió, reconociendo las tensiones pasadas. "Es cierto, pero esta vez es diferente. Naboo enfrenta una amenaza común, y si no trabajamos juntos, todos caeremos bajo el dominio de la Federación. Por favor, llévenme con Boss Nass. Déjenme hablar con él."
Los gungan dudaron por un momento, pero finalmente uno de ellos asintió. "Lo llevaremos ante el Boss, pero será él quien decida tu destino."
Aiden agradeció con un gesto y siguió a los guerreros mientras lo llevaban bajo el agua hacia Otoh Gunga, la ciudad oculta de los gungan. Las cúpulas brillantes de la ciudad aparecieron ante él cuando emergieron en una gran caverna subacuática. La arquitectura de la ciudad era magnífica, con cúpulas de energía que contenían edificios y puentes que conectaban todo en una estructura laberíntica.
Al ser escoltado hacia la gran sala del trono, Aiden se preparó mentalmente para el encuentro. Convencer a Boss Nass sería difícil, pero no imposible. Si lograba mostrar la verdadera amenaza que representaba la Federación de Comercio para ambos pueblos, quizás podría lograr la alianza que Naboo tanto necesitaba.
Boss Nass, un gungan corpulento y de aspecto imponente, lo observó con desdén cuando Aiden entró en la sala. El ambiente estaba tenso.
"¿Un humano en nuestra ciudad? ¿Qué es lo que busca aquí?" dijo Boss Nass, con una voz profunda y resonante.
Aiden se inclinó ligeramente en señal de respeto. "He venido a hablar de una alianza. El destino de Naboo y de los gungan están entrelazados. La Federación de Comercio amenaza a todos, y si no trabajamos juntos, caeremos uno por uno."
Boss Nass lo miró en silencio, sus ojos evaluando cada palabra de Aiden. Sabía que convencer al líder gungan sería una tarea difícil, pero también sabía que esta era la única opción para salvar Naboo.
"Entonces, dime, humano", dijo finalmente Boss Nass. "¿Qué puede ofrecer Naboo a cambio de nuestra ayuda?"
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EL ASCENSO DE UN IMPERIO EN NABO
Science FictionUn hombre del siglo XXI muere en un accidente y se reencarna en el universo de Star Wars, justo antes del Asedio de Naboo. Con recuerdos de su vida pasada y un conocimiento profundo del futuro, decide aprovechar la oportunidad para construir un impe...