Cap20. Sí, me gusta

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—¿Y bien? —preguntó Denna, acomodándose las gafas de sol debido a la noche anterior que había sido larga. Su mirada no se apartaba de Juanjo, quien parecía ausente.

Habían salido a desayunar a su cafetería habitual en el centro. Era un ritual que compartían siempre que sentían la necesidad de ponerse al día. Denna, fiel a su café latte, y Juanjo, con su habitual café helado, sin importar que el clima no acompañara. Lo único que variaba eran las tostadas, pues se habían propuesto probar todas hasta encontrar su favorita.

—¿Para qué querías hablar conmigo? —preguntó Juanjo, directo, mientras vertía su café en el vaso lleno de hielo.

Denna dejó de revolver su bebida y levantó una ceja con obviedad. —¿Qué pasa con Ruslana?

Juanjo parpadeó, genuinamente desconcertado. No entendía a qué se refería. Para él, todo seguía igual con Ruslana, pero al parecer Denna percibía algo más. Su confusión debió reflejarse en su cara porque Denna continuó.

—Al principio no parabas de hablar de ella. Ruslana por aquí, Rus por allá... Y ahora, si no pregunto por ella, parece que ni existe para ti.

Tenía razón, pero él no sabía qué contestar. Ya no sentía lo mismo por Ruslana, ni siquiera pensaba en ella. Cada vez que intentaba imaginarla, la imagen se desvanecía para dejar paso a Martin. Pensó que al principio se debía a la culpa, por haber sido infiel, pero ahora estaba seguro de que no era eso. Nadie que se sintiera culpable soñaría cada noche con volver a ver a la persona con la que había estado. Nadie con remordimientos desearía tocarle como él lo hacía.

—Me lié con Martin —soltó de repente. No era la respuesta directa a la pregunta de Denna, pero, para él, lo explicaba todo. Era el único motivo por el que Ruslana había dejado de tener relevancia en su vida.

Denna lo miró con los ojos abiertos de par en par. —¡¿Qué?! ¡¿Anoche?! —gritó, llamando la atención de algunos clientes que estaban cerca.

Juanjo le lanzó una mirada de reproche por el escándalo. —No, en Italia... —murmuró, avergonzado.

Denna abrió la boca de nuevo, incrédula. —¿Engañaste a Ruslana con Martin? —preguntó desconcertada, pero sin juzgar.

El maño asintió, incapaz de seguir cargando solo con ese secreto. Sabía que no era algo de lo que sentirse orgulloso, pero necesitaba desahogarse. ¿Y quién mejor que su mejor amiga?

—Joder... —Denna dejó de revolver su café y se quitó las gafas de sol para intentar asimilar la noticia. Se quedó en silencio unos segundos, procesando. Juanjo, impaciente, elevó las cejas como instándole a que dijera algo.

—¿No vas a decir nada? —preguntó, incómodo por la falta de reacción.

Denna bufó y masajeó sus sienes, buscando las palabras adecuadas. —A ver, ¿qué quieres que te diga? Martin es guapísimo, eso lo sabemos todos. Y, bueno, era la única persona que conocías bien en Italia, no es que fuera difícil caer en la tentación...

Juanjo la miró, incrédulo. —¿No te importa que haya sido infiel?

La rubia inhaló, y bebió de su café para poder hablar —Amor, sabes que Rus no es de mi devoción —tomó su mano sobre la mesa —Claro que me importa, no es algo que tú hicieras en la vida común y corriente, te han llegado miles de tentaciones y jamás haz caído. Pero seamos honestos, Martin es... Martin. Y Ruslana es una perra, ya está, lo dije. —dijo sin rodeos, bebiendo un sorbo de su café.

Juanjo soltó una carcajada por lo directa que era su amiga. Sabía que Denna siempre lo defendería, pero necesitaba una opinión más objetiva. Algo que lo ayudara a aclarar las cosas, y no solo apoyara su postura.

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