Cap22. Does (s)he Know?

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Las luces empezaron a parpadear, avisando que el espectáculo estaba a punto de comenzar. La banda ya estaba en su puesto, y las pantallas encendidas mostraban un conteo regresivo para el gran inicio. Martin se sintió como un chaval de 16 años, ese que le rogaba a su madre para ir a un concierto de Juanjo, aunque nunca lo consiguió. Pero ahora, por primera vez, estaba en uno. A su lado, una tía que no intentaba encajar, sino que era fiel a sí misma, con la que podía disfrutar el momento. Se sentía como ese adolescente que habría pagado millones de euros por estar aquí.

Los primeros acordes comenzaron a sonar, y el grito emocionado de Kiki a su lado hizo que el corazón de Martin se acelerara aún más. Estaba feliz, ansioso por oír a Juanjo en directo.

—¡Buenas noches, Madrid! —El grito de Juanjo, desde el escenario, resonó en todo el recinto y desestabilizó a Martin.

Estaba tan guapo, brillando como una estrella, siendo el centro de atención. Por primera vez en mucho tiempo, Martin olvidó que él también lo era, centrando toda su atención en cómo Juanjo capturaba las miradas de todos los presentes. La voz del cantante empezó a llenar el aire, y Martin sintió una punzada de nostalgia. Conocía esa canción. Hace cuatro años la había escuchado en bucle, una y otra vez.

Kiki lo miró con una sonrisa amplia y empezó a saltar, invitándole a que se uniera a la euforia. Martin la siguió, dejándose llevar por la música. Se miraron y cantaron como dos adolescentes, hasta que se quedaron sin voz. Reían y gritaban con cada canción que pasaba, sintiéndose libres y despreocupados, como no lo hacían desde hacía mucho tiempo.

—¡Si la vida moderna me toca contigo, por mí que sea eterna aunque dure un ratito! —coreaban juntos una de las canciones favoritas de Martin, saltando con diversión.

En ese momento, Martin sintió que Juanjo lo estaba mirando directamente. Una mezcla de sorpresa y diversión se reflejaba en los ojos del cantante, que se acercó a la parte del escenario justo donde Martin estaba, sin dejar de cantar.

—🎵 Odio la vida moderna, pero me he puesto contento cuando he mirado de espaldas tus piernas en movimiento. 🎵 —cantó Juanjo, mirándole directamente, y le guiñó un ojo antes de volver al centro del escenario.

Martin se quedó en shock, incapaz de seguir cantando. Le había dedicado esa parte de la canción. Kiki, divertida, le dio un codazo en las costillas. Pero él no pudo evitar sonreír y, recuperando la compostura, siguió cantando con todas sus fuerzas.

—¡Porque a mí me da igual lo que diga la gente, le llamáis poliamor a los cuernos de siempre!

La mirada de Juanjo volvió a encontrarse con la suya, y aún cantando, le dedicó una sonrisa incrédula, divertida por lo descarado que estaba siendo Martin. Luego, negó con la cabeza y se movió con pequeños saltos hacia el otro extremo del escenario.

Durante el resto del concierto, Juanjo no pudo evitar volver a buscar a Martin entre la multitud. Cada vez que las luces lo permitían, sus miradas se entrelazaban. Las puestas en escena mejoraban canción tras canción, con bailarines que ofrecían un espectáculo impresionante cuando la música lo requería.

Ya hacia el final del concierto, las luces se atenuaron, dejando solo a Juanjo en el centro del escenario, iluminado por un único foco. Las pantallas gigantes enfocaban su rostro desde diferentes ángulos, resaltando su expresión concentrada. La música empezó a sonar, y Martin sintió cómo los vellos de sus brazos se erizaban al reconocer la melodía.

El Patio.

—Aw, Marts... —Kiki lo abrazó, enternecida. Martin no pudo evitarlo, y las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, sin control.

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