Cap25. La primera cita

1.2K 137 77
                                    

—¿Qué pasa? —preguntó Martin, acercándose de inmediato, buscando la mirada de Juanjo—. ¿Qué has escuchado?

Juanjo respiró hondo, luchando por encontrar las palabras que expresaran el torbellino de emociones que lo abrumaba. Estaba entre la espada y la pared, consumido por la culpa y el miedo. Sabía que no quería perder a Martin, pero la situación con Ruslana seguía pesándole en el pecho.

—Me siento fatal —confesó al fin, con la voz rota—. Estoy en medio de tu amistad con Ruslana y no sé si lo que estamos haciendo está bien. Siento como si estuviera destruyendo algo... —se interrumpió, pasándose las manos por el rostro, visiblemente frustrado—. ¡Es que no debería ser así, Martin! Era tu amiga antes de ser mi novia, y la dejé por ti. No puedo hacer como si nada.

Martin lo miraba en silencio, observando cada gesto de angustia en el rostro de Juanjo. La culpa que veía en él lo tocaba profundamente, pero estaba empezando a desgastar su paciencia. —¿Qué pasó con vivir un día a la vez? —murmuró, como si intentara recordarles a ambos esa promesa.

—Es solo que... —la voz de Juanjo se quebró un poco más—. No quiero ser el que te aleje de ella. Sé que Ruslana te importa, aunque no lo quieras admitir. No quiero quitarte la vida que llevabas antes. No soy tan egoísta como para exigirte algo así.

Martin bufó, rodando los ojos con exasperación. Su tono cambió, casi molesto, restando importancia al tema.—Juanjo, créeme... A ella no le importo y nunca le he importado de verdad, ¿por qué debería importarme a mí?

—Pero no es justo para ninguno de los dos... —añadió Juanjo, con un hilo de voz—. Ni para ti ni para ella.

El tono de Martin se volvió más áspero, su frustración clara.—¿Y qué? —soltó finalmente, quitándole importancia al conflicto—. ¿Vamos a dejarlo por esto? Dijiste que dejaríamos que esto fluyera, y eso es lo que hemos hecho.

Juanjo lo envolvió en un abrazo posesivo. Quería asegurarse de que no se le escapara. —Joder —susurró en su oído, mientras sentía las manos de Martin tocarlo—. ¿Estás loco? No quiero dejarlo. Nunca he sido más feliz.

El vasco respondió al abrazo con fuerza, sus manos recorriendo la espalda de Juanjo, como si con ese gesto pudiera disipar todas las dudas. Se apartó apenas lo suficiente para mirarle a los ojos. —Ni yo. Te juro que me da igual todo. No me voy a perdonar dejarte ir otra vez. Ya te lo he dicho antes, Juanjo. Y lo digo en serio.

Juanjo sonrió, aliviado por esas palabras, aunque seguía una inquietud latente. —Lo sé... Y yo también quiero esto, de verdad. —bajó la voz, dejando que sus frentes se pegaran, creando una burbuja a su alrededor—. Pero, ¿no crees que estamos yendo demasiado rápido?

Martin frunció el ceño, claramente indignado, negando con la cabeza.—¿Qué Rápido? —bufó con incredulidad—. Nos gustamos hace un año, y nunca en mi vida sentí lo que sentí esa noche en Barcelona. Lo comprobamos apenas nos volvimos a ver. Yo no te he dejado de pensar desde entonces.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Juanjo. Entre suspiros, lo levantó en brazos, llevándolo en estilo nupcial hasta la cama. Al llegar, lo dejó caer suavemente sobre el colchón, y de inmediato se entregaron el uno al otro, dejando que las caricias hablaran por ellos, demostrando todo lo que sentían en cada movimiento.

Después de un rato, ambos yacían en la cama, envueltos entre las sábanas, con Martin descansando sobre el pecho de Juanjo. El mayor miraba la habitación con curiosidad.

—¿Por qué no hay nada tuyo que diga "Martin" aquí? —preguntó Juanjo, rompiendo el silencio—. No veo premios, ni recuerdos de los rodajes, ni fotos con tus amigos.

Starry Night Donde viven las historias. Descúbrelo ahora