Cap10. Perder la paciencia

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Martin se dirigió hacia ella con determinación, consciente de que lo que estaba haciendo no estaba bien. Juanjo había sido fiel todo este tiempo, a pesar de todas las tentaciones que Martin le había puesto delante. Y ahora, ella, en cuanto había tenido la oportunidad, en solo unos minutos, ya se estaba liando con otra persona.

—¿Qué coño haces? —le espetó, separándola bruscamente de la otra mujer—. ¡Te recuerdo que tienes novio!

No pudo evitar sentir pena por Juanjo. Después de haber conocido a su madre, entendía perfectamente por qué era un buen tipo. No se merecía lo que su novia le estaba haciendo.

La pelirroja rodó los ojos, fastidiada—. Qué exagerado eres, Martin, solo es un beso entre amigas.

Martin sintió una rabia incontrolable. No le parecía justo, unas ganas inhumanas de gritarle mil cosas a pesar de ser su mejor amiga aparecieron en el, unas ganas inhumanas de defenderlo. De defender a Juanjo.

—¿En serio? Serás sinvergüenza —replicó, frustrado. Para él, todo a su alrededor se había detenido, aunque la música y el ambiente seguían su curso.

—¿Y qué vas a hacer? —la pelirroja respondió con desdén—. ¿Vas a contárselo? Te recuerdo que eres mi amigo, y Juanjo ni te cae bien —añadió con prepotencia.

—Vete a la mierda —respondió dejándola sola, dejándola continuar con lo que estaba haciendo, con la conciencia tranquila de que su mejor amigo no iría a soltar nada.

Salió del lugar sin importarle si alguien lo reconocía. Aunque eso confirmaba que Ruslana no sentía nada por el maño, lo que tanto había deseado, que terminasen su relación, no podía celebrarlo. Estaba a punto de vomitar de la rabia. Maldijo el momento en que Ruslana se fue a París y tuvo que conocer a Juanjo.

Necesitaba escapar. Cogió su móvil con la intención de llamar a Alex o a su nuevo chófer, pero no recordaba el nombre de este último ni si tenía su número guardado. Ninguna de las opciones era viable porque el móvil estaba apagado.

—¡Joder! —gritó sin importarle llamar la atención.

—¿Perdona? —una dulce voz interrumpió su malestar—. Umm, I don't know if you remember me —se acercó una chica de pelo negro, vestida con un pequeño vestido negro y una expresión de timidez—. Soy amiga de Juanjo y no pude evitar ver tu frustración. ¿Necesitas hacer una llamada?

Martin la miró de arriba abajo. No la recordaba, ni siquiera estaba seguro de haberla visto antes, pero su móvil le vendría bien. Asintió en silencio y tomó el teléfono que la chica le ofrecía.

—Soy Kiki. Nos conocimos en la fiesta de bienvenida en su azotea —soltó apresuradamente.

El vasco intentaba recordar el número de Alex o de alguien que conociera, no quería irse solo, se sentía fatal, quería desahogarse con su mejor amigo o con quien sea. Soltó un resoplido con frustración al no recordar su número y dedicó su mirada a la pelinegra, llamada Kiki, y pudo traer consigo imágenes de que sí se encontraba en la fiesta de Juanjo, y también pudo reconocer su nombre que cada cierto tiempo el cantante mencionaba.

—Si no recuerdas ningún número, puedo llevarte con Juanjo. Está en mi piso ahora... celebrando mi cumpleaños —sonrió con timidez.

Martin no pudo evitar reír—. ¿Y qué haces tú aquí si es tu cumpleaños?

Kiki rió con él—. Ya, sé que suena un poco raro, pero también es el cumpleaños de mi amiga Natalia y solo vine a dejarle su regalo. Me habría sentido fatal si no lo hacía.

El vasco soltó una carcajada. Esta chica era tan peculiar, con razón era amiga de Juanjo—. Feliz cumpleaños, Kiki —le dijo, con una mezcla de indiferencia y diversión.

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