Cap1. Once in a lifetime

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Denna entraba con una sonrisa resplandeciente junto a Alex.

—Manito, ¿has revisado los libretos que te mandé?

Martin estaba distraído, absorto en sus pensamientos; no lo había hecho. Alex, al entender su mirada, bufó.

—Tenemos una semana para firmar el contrato, ¿cómo vamos a saber si te conviene la película si no lees el maldito libreto? —lo regañó.

Y con toda la razón. Alex había estado desde el principio en su vida caótica como actor, era su representante en todos los aspectos. No solo manejaba su carrera, también se había convertido en su mejor amigo. No confiaba en nadie más que en él.

O bueno, también estaba su mejor amiga Ruslana, pero ella prefería mantenerse alejada del mundo de la fama, llevando una vida de bajo perfil.

—No seas tan duro, Alejandro —soltó la rubia, sentándose en el sofá de su casa.

Denna había empezado a salir con su amigo hace casi un año, por lo que la tenía alrededor mucho tiempo. Cuando se enteró, Martin quiso matar a su mejor amigo: de todas las chicas que existían, tenía que meterse con la mejor amiga del chico con el que se lió una noche.

Martin ignoró a su amigo y se sentó junto a la actriz. —Por eso siempre eres bienvenida aquí, Denna... —saludó con una sonrisa sincera; después de todo, ella se había ganado su corazón.

La rubia le sonrió también. —Juanjo sigue de gira, eh —respondió, con su recurrente broma.

—No iba a preguntártelo... —se defendió rodeando los ojos. Alex le había metido en la cabeza a su novia que tenía un gran enamoramiento por el cantante desde hace años, y desde ese día la rubia solo lo molestaba con eso.

Denna rió —Ay, bebé, yo también he tenido crushes con cantantes, pero al final no resultaron ser lo que pensé. Por ejemplo, ¿Paul Thin? Es un friki. Tú lo ves tan misterioso sobre el escenario, tan urbano, muy moderno, pero es un friki —soltó con indignación.

Martin rió. Claro que la noche más extraordinaria de su vida se había quedado en la habitación de su hotel en Barcelona; solo las estrellas fueron testigo de su clandestino encuentro. Sería un secreto que se llevaría a la tumba. Le gustaba quedarse con eso, era algo que atesoraría de por vida, era algo que se quedaría solo para él. Pero la curiosidad lo traspasaba. Claro que lo había superado; había estado con otros chicos después de su encuentro, pero nadie hasta ahora había llegado a su altura.

Sin embargo, el destino hizo de las suyas y no había vuelto a unir sus caminos; quería saber qué pasaría si sucediera, ¿lo repetirían?. Era algo que tenía constantemente en su cabeza desde hace un año. No era un pensamiento que no lo dejaba dormir, pero cada vez que escuchaba sus canciones no podía evitar recordar la gran noche.

Quiso saber si el maño pensaba lo mismo, si también quería repetir, pero ninguna señal le hacía pensar que era real. En primer lugar, ni siquiera lo seguía en sus redes sociales; en segundo lugar, Denna no sospechaba ni un poco; y en tercer lugar, no había encontrado ni un solo mensaje en su bandeja de entrada. Era como si esa noche nunca hubiera pasado.

Y al parecer así se quedaría, solo como un recuerdo que cada día se desvanecía más y más.

—Denna, cariño, no tengo un crush por tu mejor amigo, ¿vale? Quítatelo ya de la cabeza... —se defendió hacia la rubia.

Esta rió y asintió sin creérselo —Vale...

—¡Martin! El libreto, coño —suplicó su mejor amigo.

—Mira, voy a leer el maldito libreto cuando despidas a mi chófer. ¡Es un puto animal conduciendo! —soltó con prepotencia.

Y sí, probablemente nadie fuera de su círculo íntimo conocía la verdadera personalidad del vasco. A sus 20 años, había alcanzado fama y fortuna en apenas dos años, desde que debutó en el cine a los 18. La constante exposición mediática y la participación en numerosos proyectos lo habían convertido en alguien algo presuntuoso, mostrando una actitud arrogante tanto en su vida profesional como personal.

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