Cap5. Que empiece el juego

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—Alex, ¿por qué coño no tengo chofer todavía? Estoy cansado de ir en Uber. ¿Sabes lo incómodos que son algunos coches? —se quejó Martin, mientras abría y cerraba los cajones de la cocina con furia, buscando algo que ni él sabía qué era, con la rabia acumulada desde la noche anterior.

Alex lo observaba, extrañado, apoyado en la pared frente a él. —Porque no es fácil encontrar a alguien que cumpla con todas las especificaciones que pides —resopló, con un toque de ironía.

Martin siguió con su búsqueda frenética hasta que sacó un vaso de uno de los cajones. —¿Tan complicado es encontrar a un chaval que conduzca decentemente? —se dirigió hacia la nevera para coger unos hielos. —Y, ¿cuándo piensas comprar una nevera nueva? Odio tener que sacar los hielos a mano.

—Martin, tu nevera da hielos —resopló Alex, con paciencia—. Solo tienes que activar la opción —añadió, analizando la actitud de su amigo. Estaba arremetiendo contra todo a su paso; algo le pasaba y él no se estaba enterando.

El vasco tiró la cubitera sobre la encimera para sacar los hielos más rápido. Alex, alarmado, se la quitó de las manos. —A ver, para ya. ¿Qué te pasa? —preguntó, directo.

Martin lo miró con una mezcla de confusión e irritación y se volvió hacia la nevera para sacar un zumo de frutas. —Nada —respondió, cortante.

—Por nada no te pones así. De por sí eres difícil siempre, pero hoy estás siendo un grano en el culo —soltó Alex, con curiosidad y un poco de preocupación, mientras lo ayudaba con los hielos.

Martin bufó mientras echaba los hielos en el vaso. Se quedó pensativo, debatiéndose entre contarle o no lo que le pasaba. Alex era su mejor amigo, su confidente, casi un hermano. Solo había una cosa que le había ocultado, pero ya no podía cargar con eso solo más tiempo. No sabía si se arrepentiría por contárselo, pero tenía la certeza de que se sentiría un poco más liberado al tener con quién desahogarse, y sobre todo, al poder quejarse de los tormentos que le estaba causando Juanjo Bona.

Tomó una profunda respiración, se apoyó en la encimera y lo miró. —Me lié con Juanjo, y ahora resulta que es novio de Ruslana.

Alex abrió la boca, sorprendido. —¿Qué coño? —soltó, tras un momento de asimilación.

Martin suspiró y siguió sirviendo el zumo en su vaso. —Nos liamos hace un año, el día que conociste a Denna, pero quedó ahí y cada uno siguió con su vida.

—¿Con "lío" te refieres a...?

—Follamos —contestó, cortante—. Pero eso es lo de menos. ¿Sabes lo incómodo que es tener que verle liándose con Rus?

El granadino se frotó las sienes, tratando de procesar la nueva información. —¿Te follaste al puto Juanjo Bona? Pero, ¿cómo...?

Martin rodó los ojos, irritado. —Que sí, Alex, que sí. Pero tuvimos cuidado. Ya viste que nadie se enteró...

Sabía que no era fácil para Alex digerir aquello.

—Es que no, Martin. Te pudiste haber metido en un lío de la hostia. Estamos tratando de mantener tu vida privada, en eso, privada, y vas y te metes con el cantante más reconocido del país —bufó, estresado, el granadino.

—Alex, no quiero a mi representante, quiero a mi amigo, joder —suplicó Martin tras el regaño—. Ya sé que no tuve cuidado, pero al final salió bien, ¿no? Ni tú lo notaste.

El granadino asintió, dándole la razón. Ya tendrían esa conversación más adelante. El vasco conocía los riesgos de salir con personas tan famosas como él, y ambos coincidían en que era mejor evitarlas. La prensa era muy pesada a veces, especialmente cuando se trataba de su vida privada y amorosa. Les había costado mucho esfuerzo mantener la carrera de Martin impecable y asegurarse de que no se metieran en su vida personal para darle el valor suficiente como actor.

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