Cap14. Post Comercial

1.7K 127 33
                                    

Horas más tarde, todos se encontraron en el bar del hotel, este había dejado atrás su ambiente sofisticado y tranquilo para convertirse en un espacio vibrante y festivo. Las luces suaves fueron sustituidas por destellos de neón que iluminaban la pista de baile improvisada, mientras que la música comenzó a retumbar en las paredes, marcando el ritmo de una noche que prometía convertirse en una auténtica celebración. Juanjo fue el primero en bajar, vistiendo una camisa negra abotonada hasta el pecho, que dejaba ver parte de su torso, y unos vaqueros azules que se ajustaban a su cintura. Con el cabello recién lavado y un aire despreocupado, se unió a la producción, que no tardó en armar la fiesta. Sin embargo, a pesar de las risas y las conversaciones animadas, una ligera decepción lo invadió al no ver a Martin.

Sintió un ligero vacío en su interior, quizá un atisbo de preocupación. ¿Cómo estaba Martin ahora, después de haberlo visto tan debilitado? Quería saber cómo se encontraba, si necesitaba algo o a alguien. Sentía esa necesidad, pero no podía actuar, teniendo en cuenta que ahora no sabía en el estado que se encontraba su relación. Habían llegado a un punto donde se detestaban abiertamente, sin hacer el menor esfuerzo por ocultarlo. Y ahora, después del rodaje, de que el vasco se hubiera soltado con él, incluso de haberse tratado bien tras aquello, no sabía dónde le dejaba eso. Lo único que tenía claro era que no quería ver a Martin así de débil nunca más; prefería aguantar su soberbia antes que verlo tan indefenso.

—¿Y solo tiene 20 años? —oyó que una mujer del grupo en donde estaba decía—. ¡Qué tío tan guapo, imagínatelo a los 30!

Sin poder evitarlo, Juanjo miró en la dirección en la que las mujeres estaban enfocadas. Allí, entre la multitud, distinguió a Martin sentado en un sofá en una esquina del bar, sonriendo de manera reservada. Estaba junto a su asistenta, la directora del comercial y otra mujer que si no equivocaba era directora de arte, aparentemente absorto en el monólogo que Salma estaba dando con su usual energía. En ese momento, sus miradas se cruzaron, y Juanjo sintió cómo un escalofrío le recorría los brazos, un reflejo casi involuntario ante la conexión silenciosa que compartían. Estaba aquí, y estaba bien.

Sin planearlo y mucho menos pensando, sus piernas se movieron en automático hacia ellos, conocía esa mirada de Martin de intentar integrarse, fue la misma mirada que tenía cuando se encontró con sus amigos en el cumpleaños de Kiki, una sonrisa tímida pero sincera.

—Salma, el video ha sido la hostia, todos están flipando —comentó Juanjo al acercarse, tomando asiento en el sofá junto al grupo.

Desde más cerca, pudo observar mejor a Martin. Su aroma familiar lo embelesó, transportándolo a otro lugar. Vestía despreocupado con un camisa de cuadros tallas más grande cerrada y unos pantalones oscuros de igual manera. Se veía recién bañado y fresco.

La directora, eufórica, agradeció los cumplidos—. Vosotros sois los artistas, amor. He trabajado con miles, y casi siempre son un grano en el culo. Vosotros lo habéis hecho todo muy fácil.

Martin no pudo evitar sentirse incómodo y pasó saliva por identificarse. Pero si que se sorprendió a sentirse tan pleno en este viaje, tan cómodo a pesar de no tener todas las excéntricidades que muchas veces pedía. No supo si fue porque vino con el objetivo molestar a Juanjo, o simplemente por cómo fue tratado tan natural desde que llegó, y sin intenciones por detrás.

—Gracias, Salma, has sido una directora excelente. Estoy seguro de que recibirás muchas más propuestas después de esto —respondió el vasco, intentando mantener la compostura.

Juanjo, sorprendido, sonrió con ternura—. Mira, que te lo diga Martin es porque es cierto. Si supieras las que lía cuando algo no le gusta... —soltó con diversión, sin mala intención.

Starry Night Donde viven las historias. Descúbrelo ahora