𝗔𝗕𝗢𝗨𝗧 𝗬𝗢𝗨, park jay ( 🌙 )
━━¿aún crees que me he olvidado de ti? ⋅₊˚.
A pesar de que Jay había dejado atrás el recuerdo de la persona a la que más había amado... Areum jamás había podido olvidarlo realmente, porque había una pequeña person...
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La música resonaba fuertemente en sus oídos, el alcohol en su sistema comenzaba a causar estragos en sus sentidos y en un par de minutos, se encontró a sí mismo tratando de encontrar tranquilidad en un lugar lejos de ahí, donde ni la música ni ese montón de personas desconocidas pudiesen seguir molestándolo. Estaba cansado, confundido, enojado... No podía seguir así. No sabía como avanzar. Cerró fuertemente la puerta tras de él, colocando el pestillo y tumbándose en la cama. Su mano descansó en el espacio vacío que un par de días antes, había sido ocupado por la chica a la que amaba... O había amado desde que tenía usó de razón. La desesperación comenzó a crecer en su pecho, mientras sus ojos cansados se llenaban de lágrimas y la culpa comenzaba a invadirlo.
Cerró los ojos con fuerza, intentando detener las lágrimas que se acumulaban, pero fue inútil. El silencio de la habitación resultaba ahora tan ensordecedor como la música que había dejado atrás. No era la falta de ruido lo que necesitaba, sino algo más profundo, algo que ni siquiera lograba comprender del todo. Su respiración se aceleraba con cada pensamiento que se colaba en su mente, como cuchillos afilados cortando su cordura. ¿Cómo había llegado a ese punto? ¿En qué momento lo había perdido todo?
La vida, que siempre le había parecido predecible, se le había escapado entre los dedos. Recordó las últimas palabras que le había dicho a ella, llenas de enojo y frustración, palabras que deseaba poder borrar, cambiar, como si pudiese rebobinar el tiempo. La amaba, o al menos eso creía. ¿Era amor lo que sentía o una dependencia? ¿Era miedo a la soledad lo que lo atormentaba ahora que ella ya no estaba? Las preguntas rebotaban en su cabeza como un eco interminable. La culpa lo consumía. No podía recordar cuándo comenzó todo, en realidad, pero sí sabía cuándo terminaron: cuando ella cerró la puerta por última vez. Ese sonido, el golpeteo seco de la madera al cerrarse, era el que ahora retumbaba en su mente con más fuerza que cualquier música.
Con un suspiro entrecortado, giró sobre la cama, aún sintiendo el calor fantasmal de su cuerpo en las sábanas. Era casi cómico pensar en lo mucho que había cambiado su vida en cuestión de días. Hace unos cuantos meses, este lugar había sido un refugio, un espacio compartido, lleno de risas y complicidad. Ahora, no era más que un cuarto vacío, lleno de sombras.
Sus dedos tocaron el teléfono sobre la mesita de noche. Lo levantó lentamente, como si el aparato pesara más de lo que realmente pesaba. Sus ojos recorrieron la lista de mensajes sin leer. No había ninguno de ella. Revisó la galería de fotos, incapaz de detenerse a mirar por completo las imágenes de los dos sonriendo, abrazándose, perdidos en momentos que parecían pertenecer a otra vida. Su corazón dolía con una intensidad insoportable. Se levantó bruscamente de la cama, sintiendo que el ambiente se volvía demasiado opresivo. Caminó hasta la ventana, abrió las cortinas y dejó que el aire nocturno, frío y húmedo, entrara en la habitación. El viento acarició su piel como un recordatorio de que el mundo seguía girando, aunque su vida estuviera detenida en un solo punto, atrapada en un bucle de dolor y arrepentimiento.
