un tercer jugador

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El beso entre Karime y Gala no pasó desapercibido. Aunque ocurrió en un rincón apartado, la sensación de haber cruzado una línea era innegable. Cuando se separaron, ambas respiraban con dificultad, mirándose como si el mundo acabara de cambiar para ellas. Sin embargo, antes de que Karime pudiera decir algo, escucharon pasos acercándose. Gala se apartó rápidamente, y cuando la figura emergió de la penumbra, el corazón de Karime se hundió.

Era Agustín.

—¿Todo bien aquí? —preguntó, su voz cargada con una mezcla de sospecha y malicia. Aunque intentaba sonar casual, su mirada estaba fija en Gala, y Karime podía ver en sus ojos la misma atracción que ella sentía por ella.

Gala asintió rápidamente, fingiendo normalidad.

—Sí, solo estábamos hablando de las últimas dinámicas —dijo, evitando la mirada de Karime.

Agustín esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos, pero no dijo nada más. Durante unos segundos, la tensión en el aire fue tan densa que parecía que cualquiera podría cortarla con un cuchillo.

—Bueno, no interrumpo entonces —dijo Agustín finalmente, pero antes de irse, lanzó una última mirada cargada de intención hacia Gala—. Nos vemos más tarde, ¿sí?

Gala asintió de nuevo, y cuando Agustín se alejó, Karime soltó el aliento que había estado conteniendo. No era ajena a las insinuaciones de Agustín hacia Gala, pero ahora sentía una nueva urgencia, un miedo latente de que él pudiera interponerse en lo que acababa de comenzar entre ellas.

—¿Lo sabe? —preguntó Gala, mirando a Karime con preocupación.

Karime negó con la cabeza, aunque no estaba del todo segura. Agustín no era tonto, y claramente había percibido algo en el aire. Si él decidía hacer algo al respecto, la relación entre Karime y Gala estaría en riesgo, no solo por la dinámica del juego en la casa, sino porque Agustín era competitivo, y estaba claro que no iba a dejar que Gala se le escapara tan fácilmente.

—Tenemos que ser más cuidadosas —dijo Karime en voz baja, acercándose a Gala de nuevo, pero manteniendo una distancia más segura—. Agustín no va a dejar esto pasar por alto. Y si se entera de lo nuestro, va a usarlo en nuestra contra.

Gala asintió, aunque había un brillo de desafío en sus ojos.

—No voy a dejar que Agustín me controle —dijo con firmeza—. Pero tienes razón, necesitamos ser más discretas.

Karime sabía que Gala era fuerte y no se dejaba intimidar fácilmente, pero Agustín era un hombre con recursos. Y ahora, la situación se volvía mucho más complicada. Si bien Karime estaba decidida a no dejar ir lo que había comenzado con Gala, también sabía que enfrentarse a Agustín sería un riesgo. Él no jugaba limpio, y tenía demasiados ojos puestos en Gala.

El premio y la duda.

Era un día típico en la casa de los famosos, y como parte de las dinámicas, los concursantes se enfrentaban en un reto físico para ganar una noche en la suite. Todos sabían que ese lugar era el premio más codiciado, no solo por las comodidades, sino por la oportunidad de pasar tiempo a solas con alguien.

Karime estaba concentrada, pero no podía evitar que su mirada se deslizara hacia Gala, que se preparaba para competir con una expresión decidida. Agustín, por su parte, estaba junto a ella, sonriendo de manera confiada, lo que hacía que a Karime le hirviera la sangre.

El reto fue intenso, una combinación de fuerza y destreza, y aunque Karime lo dio todo, Agustín resultó ser el ganador. Alzando los brazos con una sonrisa triunfante, miró a su alrededor, disfrutando de la atención. Karime sabía lo que venía, y el nudo en su estómago comenzó a formarse.

—Bueno, como ganador, tienes la oportunidad de invitar a alguien a la suite esta noche —anunció la voz de la jefa.

Agustín se tomó su tiempo, observando a cada uno de los concursantes, pero sus ojos se detuvieron en Gala. Karime sintió el golpe antes de que él pronunciara su nombre.

—Escogeré a Gala —dijo con una sonrisa llena de intenciones, que no pasó desapercibida para nadie.

El corazón de Karime se hundió. Intentó mantener una expresión neutral, pero la verdad era que la idea de Gala y Agustín a solas en la suite la estaba destrozando por dentro. Sabía lo que Agustín quería, y temía que él pudiera aprovechar la situación para acercarse más a Gala, sabiendo que ella también tenía sentimientos por él. Apretó los puños, tratando de contener su frustración, mientras veía cómo Gala aceptaba la invitación con una leve sonrisa.

Gala, por su parte, lanzaba miradas discretas hacia Karime. Sabía que esto iba a afectarla, pero no podía rechazar la invitación sin levantar sospechas. Estaba atrapada entre el juego, Agustín y los sentimientos que había comenzado a desarrollar por Karime.

—Nos vemos más tarde entonces —dijo Agustín con una sonrisa satisfecha, mientras la dinámica llegaba a su fin.

Cuando se dispersaron, Karime fue al gimnasio para liberar la tensión que sentía. Golpeaba el saco de boxeo con fuerza, imaginando a Agustín en su lugar, mientras su mente no paraba de darle vueltas a lo que podría pasar esa noche en la suite. El simple pensamiento de Agustín intentando algo con Gala la volvía loca. Sabía que Gala era fuerte, pero también conocía el poder de la seducción de Agustín.

Minutos después, Gala apareció en la puerta del gimnasio, y Karime frenó en seco al verla. Su respiración agitada no era solo por el ejercicio, sino por la mezcla de celos y ansiedad que sentía.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Karime, sin poder ocultar el malestar en su voz.

—Quería hablar contigo antes de esta noche —dijo Gala, acercándose con calma—. Sé que esto no es lo ideal, pero no tienes de qué preocuparte.

Karime la miró con escepticismo, bajando los guantes y cruzando los brazos.

—¿No debería preocuparme? Agustín está detrás de ti, y lo sabes. Ahora tendrás que pasar la noche con él en la suite, y no tengo idea de lo que pueda pasar allí.

Gala se detuvo justo frente a Karime, con una expresión suave pero decidida.

—Confía en mí. No voy a dejar que Agustín se acerque más de lo necesario. Estoy jugando el juego, igual que él, pero sé lo que quiero.

Karime intentó calmarse, pero los celos seguían carcomiéndola. Se acercó más a Gala, quedando muy cerca de ella, sus ojos intensos, buscando alguna señal de duda en su rostro.

—Solo prométeme que no te dejarás envolver por él —pidió Karime, casi en un susurro.

Gala sonrió suavemente, levantando una mano para tocar la mejilla de Karime.

—No tienes nada de qué preocuparte, Karime. Lo único que quiero esta noche... es que pienses en mí. Igual que yo voy a estar pensando en ti.

Karime cerró los ojos ante el toque de Gala, deseando que esa noche pasara rápido. Sabía que Gala era fuerte, pero no podía evitar sentirse vulnerable ante la idea de perderla.

Atracción bajo reflectores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora