Confrontacion y rendición

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Gala no pudo soportarlo más. Ver a Karime tan cómoda y sonriente al lado de Briggite, después de todo lo que había pasado, era demasiado para ella. Finalmente, en un impulso que ya no pudo contener, se levantó con decisión y caminó directamente hacia Karime.

Sin decir una palabra, Gala agarró suavemente a Karime por el brazo y, sin darle tiempo para reaccionar, la llevó rápidamente a otro lugar, lejos de todos, hacia un rincón más privado de la casa. Karime, sorprendida por el gesto, no opuso resistencia, aunque una pequeña sonrisa divertida apareció en su rostro al ver la intensidad de Gala.

Una vez que estuvieron solas, Gala se detuvo en seco, aún sosteniendo a Karime firmemente por los hombros. Su mirada era intensa, y Karime supo de inmediato que Gala estaba molesta.

—¿Qué crees que estás haciendo, Karime? —le espetó Gala, su voz baja pero cargada de frustración. Había una chispa de celos brillando en sus ojos que Karime no pudo ignorar.

Karime arqueó una ceja, fingiendo estar confundida, pero sabía exactamente lo que estaba haciendo. —¿Yo? No estoy haciendo nada, —respondió con tono inocente, tratando de mantener el control de la situación.

Gala la miró con una mezcla de enojo y desesperación. —No te hagas la inocente, —dijo, con voz más suave, pero aún firme—. Sabes perfectamente lo que estás haciendo. Coqueteando con Briggite, sabiendo que me molesta...

Karime iba a responder, pero Gala no la dejó continuar. —Mira, lo siento por lo de la paleta de Agustín, no debí aceptar ese regalo. No pensé en cómo te haría sentir. Perdóname, —susurró Gala, su voz de repente se volvió más suave, mientras su mirada se llenaba de arrepentimiento.

Antes de que Karime pudiera procesar lo que estaba pasando, Gala la tomó entre sus brazos y, sin previo aviso, la besó apasionadamente. Fue un beso largo, lleno de sentimientos que Gala no podía contener más. Al principio, Karime se resistió un poco, pero finalmente cedió, dejándose llevar por el momento.

Cuando se separaron, Gala apoyó su frente contra la de Karime, ambas respirando profundamente, sintiendo la intensidad del momento.

—No quiero que nadie más te toque, Karime. Eres mía, ¿entiendes? —murmuró Gala, con un toque posesivo en su voz, pero sin dejar de ser cariñosa—. Solo mía. No Briggite, no Gomita... solo yo.

Karime sonrió, esta vez más sinceramente, disfrutando del cambio en el tono de Gala. Le encantaba verla así, tan segura y a la vez vulnerable.

—¿Y quién te dijo que quiero que alguien más me toque? —respondió Karime, burlona, pero claramente complacida por el gesto de Gala.

Gala, sin soltarla, la miró con una expresión dulce que contrastaba con su anterior enfado. —Perdóname, Karime. No quiero que te sientas mal por lo de Agustín. Te prometo que ya no volveré a hacer algo así.

Después de un momento de silencio, Gala, con una sonrisa juguetona en su rostro, la abrazó más fuerte y añadió: —Y también te prometo que te trataré como a la niña pequeña que eres, mi niña berrinchuda, preciosa y adorable.

Karime se rió, enternecida por lo cursi que se había puesto Gala, pero al mismo tiempo, disfrutando de cada palabra. —¡Ay, Gala! Eres tan tonta a veces, —dijo entre risas, apoyando su cabeza en el hombro de Gala.

Ambas se quedaron así un rato, disfrutando del momento, lejos del caos de la casa, y sintiendo que, al menos por ahora, todo estaba bien entre ellas.

Atracción bajo reflectores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora