El abrazo perfecto

530 34 0
                                    

Karime seguía profundamente dormida sobre el pecho de Gala, su respiración lenta y tranquila, mientras Gala la mantenía abrazada por la cintura, acariciándole suavemente la espalda y el cabello. Todo el jardín parecía estar en completa calma, como si el mundo entero se hubiera detenido solo para ellas dos.

Gala no podía evitar sonreír al verla tan relajada, completamente ajena a todo. Acariciaba sus mejillas y se inclinaba de vez en cuando para darle besos suaves en la frente. Era un momento de paz que ambas necesitaban.

De repente, se escucharon pasos suaves a lo lejos. Briggite apareció por el jardín y se detuvo en seco al ver la escena frente a ella: Karime acurrucada en los brazos de Gala, ambas en completa sintonía. Una sonrisa pícara se formó en su rostro, y sin decir una palabra, decidió correr de vuelta a la casa.

—¡Mayito! —gritó, emocionada—. ¡Tienes que ver esto!

Mayito, quien estaba distraído en la cocina, levantó la mirada, sorprendido por el entusiasmo de Briggite.

—¿Qué pasa? —preguntó, levantándose rápidamente.

—Ven conmigo, tienes que ver cómo están Gala y Karime. ¡Es la cosa más tierna del mundo! —dijo Briggite entre risas.

Sin pensarlo dos veces, Mayito siguió a Briggite hasta el jardín. Al llegar, se encontraron con la misma escena que Briggite había presenciado: Gala abrazando a Karime con una dulzura indescriptible, mientras ella seguía dormida en su pecho, completamente ajena a la presencia de los demás.

—¡No puede ser! —exclamó Mayito, poniéndose una mano en la boca para no reír en voz alta—. ¡Qué bonito se ven!

Gala levantó la vista, sonriendo al verlos, aunque sin decir nada para no despertar a Karime. Briggite y Mayito se acercaron con cuidado, ambos con enormes sonrisas en el rostro, fascinados por la escena.

—¿Cuánto lleva así? —preguntó Briggite en voz baja, intentando no romper la tranquilidad del momento.

—Ya un buen rato —respondió Gala en susurros, sin dejar de abrazar a Karime—. Se quedó dormida en mis brazos y no me atrevo a moverme.

Mayito y Briggite intercambiaron miradas cómplices, claramente emocionados por lo que veían.

—Pues no te muevas. Esto es demasiado lindo como para arruinarlo —bromeó Mayito, haciendo gestos de ternura hacia la pareja.

—Ya, ya, tranquilos —dijo Gala, riendo entre dientes—. No hagan tanto escándalo, que la van a despertar.

Briggite y Mayito se quedaron un rato más observando, disfrutando de la escena antes de volver a la casa, dejándolas solas una vez más en su pequeño mundo de paz y tranquilidad.

El jardín seguía en silencio, solo interrumpido por el suave sonido de la brisa que pasaba entre las hojas de los árboles. Gala seguía acariciando a Karime, disfrutando del momento íntimo y relajante. Sin embargo, ese ambiente pronto cambió cuando Gomita salió al jardín, notando la escena que tanto habían disfrutado Briggite y Mayito antes.

Los celos la invadieron al instante. Aunque no lo admitiera abiertamente, le incomodaba ver a Karime y Gala tan cerca, en un momento tan íntimo. Decidida a interrumpir ese momento, comenzó a hacer ruido a propósito, pateando una pequeña piedra y simulando que se tropezaba con algo.

—¡Ay, qué torpe soy! —exclamó Gomita en voz alta, claramente buscando atención.

El ruido hizo que Karime comenzara a despertarse. Gomita se acercó un poco más, asegurándose de que el ruido fuera suficiente para romper la tranquilidad del momento.

Atracción bajo reflectores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora