Los piropos de Karime

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Karime empezó a sentirse mejor después de un rato de descanso y de los constantes mimos de Gala. El dolor de cabeza disminuyó poco a poco, y aunque todavía se sentía un poco débil, ya no era tan intenso como antes. Gala, al notar la mejoría en Karime, se levantó rápidamente de la cama con una sonrisa brillante.

—**¡Ya vuelvo!** —le dijo con entusiasmo—. **Voy a prepararte algo dulce, te va a encantar.**

Karime la vio irse con esa energía característica que siempre la hacía sonreír. Mientras Gala desaparecía por la puerta, Karime se quedó unos minutos más en la cama, disfrutando del alivio que empezaba a sentir en su cuerpo. Luego, decidió levantarse e ir a la cocina a buscarla.

Cuando llegó a la cocina, la escena que encontró le llenó el corazón de ternura. Gala estaba ocupada preparando un postre con total dedicación. Su expresión concentrada y sus movimientos ágiles le hicieron sonreír. La forma en que Gala siempre se esforzaba por hacerla sentir mejor era una de las cosas que más le gustaban de ella.

Sin pensarlo, Karime se acercó por detrás y rodeó la cintura de Gala con sus brazos, abrazándola con suavidad. Apoyó la cabeza en su hombro y suspiró de contenta.

—**Gracias por cuidarme tanto.** —le dijo Karime con voz suave y llena de cariño.

Gala dejó de batir el postre y se giró un poco para mirarla. Sus ojos brillaban al ver cómo Karime la abrazaba con tanta dulzura.

—**Siempre voy a cuidarte, amor.** —le respondió Gala, sonriendo con esa mezcla de seguridad y amor que siempre la caracterizaba—. **Me encanta hacerte feliz.**

Karime no pudo evitar mirarla con ternura. En ese momento, se sentía completamente tranquila, como si todo estuviera en su lugar solo por tener a Gala cerca. La abrazó un poco más fuerte y se quedó así unos segundos, disfrutando del momento.

De repente, se escuchó una voz desde la puerta de la cocina.

—**Preciosa, ¿cómo sigues?** —preguntó Gomita, con una sonrisa amistosa en los labios mientras miraba la escena.

Karime soltó el abrazo de Gala lentamente, pero mantuvo una mano en su cintura mientras respondía.

—**Ya me siento mucho mejor, gracias.** —dijo Karime, con una sonrisa suave.

Gala, por su parte, tensó ligeramente la mandíbula al notar la mirada de Gomita sobre Karime, pero intentó mantener la calma. Se concentró en terminar el postre mientras Karime y Gomita intercambiaban algunas palabras.

—**Me alegra mucho.** —respondió Gomita, con una mirada un poco más intensa hacia Karime—. **Te ves radiante, incluso después de haberte sentido mal.**

Karime, que siempre había sido un poco lenta para captar esos pequeños coqueteos, simplemente sonrió y agradeció. Pero Gala, que seguía de espaldas a ellas, sintió cómo la tensión crecía en su interior. Sabía que Gomita no estaba simplemente siendo amable; había algo más en sus palabras y en la manera en que miraba a Karime.

—**El postre está casi listo.** —interrumpió Gala, girándose para mirarlas a ambas, pero con su atención claramente enfocada en Karime—. **Es para mi princesa, así que espero que le guste.**

Karime soltó una pequeña risa, divertida por la forma en que Gala siempre encontraba la manera de marcar territorio de forma sutil.

—**Seguro me encantará.** —respondió Karime, dándole a Gala una mirada cómplice y dulce.

Gomita notó la tensión en el ambiente, pero prefirió no decir nada más. Solo sonrió y se excusó para dejar la cocina, pero no sin antes dirigir una última mirada hacia Karime.

Una vez que Gomita se fue, Gala soltó un suspiro y miró a Karime con una expresión más relajada.

—**¿Viste cómo se te queda mirando?** —dijo Gala, medio en broma pero con una pizca de celos.

Karime solo rió y la abrazó de nuevo.

—**No seas celosa, Gala. Sabes que solo tengo ojos para ti.** —le dijo, besándola suavemente en la mejilla—. **Y no puedo esperar para probar ese postre que me estás preparando.**

Gala sonrió, complacida por las palabras de Karime, y terminó de preparar el postre con una sensación renovada de tranquilidad.

Era viernes, y eso solo significaba una cosa: ¡día de fiesta! La casa estaba llena de risas, música y emoción mientras todos se preparaban para la noche. El ambiente se sentía ligero, y después de una semana de tensión, la fiesta era el escape perfecto.

Karime, con su usual energía chispeante, estaba más emocionada que nunca. Había pasado gran parte de la tarde bromeando con Briggite y Arath, y cuando finalmente llegó la hora de la fiesta, estaba lista para divertirse y, sobre todo, para estar con Gala.

Cuando todos ya estaban en el patio, con música de fondo y bebidas en mano, Karime no tardó mucho en llamar la atención de todos con sus ocurrencias. Estaba parada al lado de Gala, y como siempre, no perdió la oportunidad de lanzarle un piropo.

—**¡Uff, qué guapa te ves hoy, Gala!** —dijo Karime con una sonrisa traviesa—. **Si fueras un taco, te comía de un bocado... pero despacito para disfrutarlo.**

El comentario, dicho con total seriedad, hizo que todo el grupo estallara en risas. Gala, que ya estaba acostumbrada a los piropos de Karime, simplemente se sonrojó y rió también, aunque no pudo evitar sentirse un poco avergonzada.

—**¡Karime, por favor!** —le dijo Gala entre risas—. **Siempre diciendo cosas raras.**

Pero Karime no se detuvo ahí. Con una expresión de fingida seriedad, siguió con sus piropos.

—**No, en serio, Gala. ¡Eres tan bonita que si fueras tarea, te haría todos los días!**

Los demás, incluyendo Briggite, Mayito y Arath, seguían riendo a carcajadas. No podían creer lo ingeniosa y graciosa que podía ser Karime cuando se lo proponía.

—**Ay, Karime siempre con sus cosas.** —dijo Briggite, secándose las lágrimas de la risa—. **No cambies nunca.**

Gala se mordió el labio, tratando de no reírse demasiado, pero el cariño en sus ojos era evidente. Le encantaba cuando Karime la hacía reír, y aunque a veces se sentía un poco tímida con tantos piropos frente a los demás, no podía negar que le encantaba ser el centro de atención para Karime.

—**Bueno, bueno...** —dijo Gala, tratando de cambiar de tema aunque todavía sonriendo—. **Vamos a bailar antes de que se te ocurra otro piropo raro.**

Karime soltó una risita juguetona y tomó a Gala de la mano, arrastrándola hacia la pista de baile improvisada.

—**¡Solo para ti se me ocurren esos piropos, amor!** —gritó Karime mientras la llevaba—. **Es que me inspiras.**

La noche continuó con ese tono alegre y despreocupado. Cada vez que Karime lanzaba uno de sus piropos o soltaba una de sus frases inesperadas, las risas no tardaban en llegar. Todo el grupo disfrutaba del buen ambiente, y más de una vez alguien le pidió a Karime que tirara otro piropo, solo para seguir con las risas.

Gala, aunque un poco tímida con tanta atención, no pudo dejar de sentirse especial. Sabía que Karime la hacía reír a propósito, y cada uno de esos piropos, aunque exagerados y graciosos, venía con un toque de sinceridad que solo Karime sabía darle.

—**¡Ya, Karime!** —dijo Gala, sonriendo mientras bailaban juntas—. **Si sigues así, voy a tener que darte un premio por los mejores piropos de la casa.**

Karime la miró con una sonrisa coqueta y divertida.

—**El único premio que quiero es un beso tuyo, pero bien dado.** —le contestó, guiñándole el ojo.

Los demás, que seguían cerca, volvieron a reír con la respuesta, pero Gala, sin dudarlo, se acercó y le dio un beso suave en los labios, como si fuera un pequeño "premio" por las ocurrencias de la noche.

El grupo volvió a reír, y la fiesta continuó en ese ambiente ligero y lleno de complicidad entre todos.

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