Más alla de las miradas.

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Desde el primer día en la casa de los famosos, Karime notó a Gala Montes. No podía evitarlo; había algo en la forma en que Gala caminaba, en su confianza al hablar con los demás, en su sonrisa que iluminaba cualquier rincón de la casa. Karime no era de las que se dejaban llevar fácilmente por los sentimientos, pero con Gala fue diferente. Desde el momento en que cruzaron miradas en el salón principal, una chispa encendió algo dentro de ella.

Durante los primeros días, Karime intentaba disimular lo que sentía, manteniendo su habitual fachada dura. Sin embargo, cada vez que Gala entraba a una habitación, todo lo demás se desvanecía para Karime. La intensidad de su atracción la sorprendía. No era simplemente una cuestión de admiración superficial; había algo más profundo que la empujaba hacia ella.

Una noche, mientras la casa dormía, Karime se encontraba sola en el jardín. Sus pensamientos giraban en torno a Gala, a cómo su presencia la alteraba de maneras que no esperaba. Estaba perdida en sus pensamientos cuando de repente sintió una sombra a su lado.

—¿Todo bien? —la voz suave de Gala rompió el silencio.

Karime giró la cabeza rápidamente, sus ojos chocando con los de Gala. La luna iluminaba su rostro, y en ese instante, Karime sintió que estaba perdiendo el control de sus emociones.

—Sí, todo bien —respondió Karime, aunque su tono traicionaba su inquietud. Intentaba parecer despreocupada, pero la cercanía de Gala hacía que su corazón latiera a un ritmo descontrolado.

Gala sonrió, un gesto que no ayudaba en absoluto a Karime. Se sentó a su lado, y durante unos minutos, el silencio entre ellas fue cómodo, aunque lleno de tensión no expresada.

—Sabes —dijo Gala, rompiendo el silencio—, es curioso... desde que llegamos, siento que siempre estamos cruzándonos. Como si... no sé, hubiera algo.

Karime la miró, sorprendida por la confesión. Pero antes de que pudiera decir algo, Gala se inclinó un poco más cerca.

—¿Tú no lo sientes? —susurró Gala, sus ojos fijos en los de Karime.

Karime sabía que no debía dejarse llevar tan fácilmente, pero Gala la tenía atrapada. La cercanía, el magnetismo entre ellas, era algo que Karime no podía seguir ignorando. Con un suspiro, se rindió a la intensidad del momento y le respondió, casi en un murmullo:

—Es imposible no sentirlo.

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A partir de aquella noche en el jardín, la tensión entre Karime y Gala se volvió palpable. Las miradas furtivas, los roces "accidentales" y las conversaciones llenas de dobles sentidos empezaron a ser el centro de su interacción diaria. Ninguna de las dos lo mencionaba abiertamente, pero todos los demás en la casa lo notaban.

Un día, mientras el grupo se preparaba para una de las tantas dinámicas del programa, Karime no podía apartar la vista de Gala. El vestido blanco que Gala había elegido realzaba su figura de manera que la hacía ver aún más irresistible, y Karime sentía que su control sobre la situación se estaba desmoronando.

—¿Karime? ¿Estás conmigo? —la voz de Briggite la sacó de sus pensamientos.

—Sí, claro —respondió rápidamente, intentando ocultar que había estado distraída observando a Gala.

Briggite sonrió de lado, divertida por la evidente distracción de su amiga.

—Mira, no soy ciega —le susurró—. Sé lo que está pasando entre tú y Gala, y no soy la única que lo ha notado.

Karime se puso tensa. No quería que la situación se convirtiera en el centro de atención dentro de la casa, pero no podía controlar cómo reaccionaba cuando estaba cerca de Gala.

—Es mejor que lo mantengas bajo control —advirtió Briggite—, o esto podría volverse complicado para ambas.

Karime asintió, pero por dentro sabía que estaba luchando una batalla perdida. Cada día que pasaba, sus sentimientos por Gala crecían con una intensidad que ya no podía ignorar. Decidió que debía actuar antes de que la situación se le escapara de las manos.

Esa misma noche, mientras todos los demás estaban distraídos con una conversación en la sala, Karime se acercó a Gala en la cocina. Estaba nerviosa, algo raro en ella, pero sabía que tenía que dar el primer paso antes de que la atracción entre ellas se convirtiera en algo imposible de manejar.

—Gala, necesito hablar contigo —dijo, su voz más baja de lo normal.

Gala levantó la vista, sorprendida por el tono serio de Karime, y asintió.

—Claro, ¿qué pasa?

Karime la condujo a una parte más apartada de la casa, donde las cámaras no las seguían con tanta intensidad. Se quedó en silencio por un momento, buscando las palabras correctas. Pero al final, la intensidad que había reprimido durante días habló por ella.

—No puedo seguir así —confesó Karime, su mirada fija en Gala—. Cada vez que te veo, siento que estoy perdiendo el control. No sé qué has hecho, pero me tienes completamente atrapada.

Gala la miró en silencio, sus ojos oscuros profundizando el momento. Después de un segundo que pareció eterno, Gala sonrió con ese gesto encantador que volvía loca a Karime.

—No he hecho nada que tú no hayas permitido —respondió Gala suavemente, dando un paso más cerca de Karime, acortando la distancia entre ambas—. Tal vez... solo debas dejar de resistirte.

Antes de que Karime pudiera procesar la respuesta, Gala levantó una mano y la apoyó suavemente en el rostro de Karime. La intensidad del contacto hizo que Karime sintiera un cosquilleo recorrer todo su cuerpo. La tensión entre ellas alcanzó su punto más alto, y en ese momento, Karime supo que ya no podía seguir fingiendo que lo que sentía por Gala era pasajero.

Se inclinó hacia ella, su respiración acelerada, hasta que sus labios quedaron a solo centímetros de los de Gala. El momento parecía detenerse por completo, y entonces, sin más preámbulos, Karime cerró la distancia y la besó.

El beso fue eléctrico, lleno de la pasión contenida que ambas habían reprimido durante días. El tiempo pareció detenerse a su alrededor mientras sus labios se movían juntos, sin importarle el lugar, las cámaras ni el mundo exterior. En ese instante, solo existían ellas dos.

Atracción bajo reflectores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora