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Habían pasado dos meses desde mi caída, dos meses de encierro y humillación. El día del juicio finalmente había llegado, y el frío de la mañana en la prisión me hizo sentir más pequeño de lo que ya era. Mis antiguos secuaces, esos traidores, habían sido juzgados por separado. Cada uno de ellos recibió condenas menores, apenas veinte años. Ellos al menos tenían una oportunidad de salir, de rehacer sus vidas, pero para mí, la historia era distinta.

Estaba solo. Nadie se quedó a mi lado, ni siquiera aquellos en los que alguna vez confié. Y para empeorar las cosas, me asignaron a un abogado barato, un tipo flacucho con lentes que parecía más preocupado por la suciedad en su traje que por mi caso.

La sala del tribunal estaba vacía, salvo por unos pocos guardias y el juez. Mistery Inc. ni siquiera se había molestado en venir a testificar. ¿Qué estaban haciendo? ¡Resolvieron otro maldito misterio! Mi sangre hervía cada vez que pensaba en ellos, riéndose de su victoria mientras yo estaba aquí, esperando un juicio que ya sabía cómo terminaría.

Mi abogado entró en la sala, ajustándose las gafas y hojeando sus papeles con una indiferencia que me hizo querer saltarle encima y arrancarle esos documentos inútiles de las manos. Me senté junto a él en la mesa de la defensa, mirándolo con desconfianza.

"Escucha, abogado, necesito que me saques de esta. No puedes dejar que me encierren, ¿me oyes?" Le dije en un susurro desesperado, intentando que comprendiera la gravedad de la situación.Él apenas levantó la vista de sus papeles, asintiendo de manera ausente. "Sí, sí, claro... veremos qué podemos hacer," murmuró sin convicción.


"¡Tienes que hacer algo! ¡No puedo pasar el resto de mi vida en prisión!" insistí, con la furia creciendo en mi voz.


Finalmente, el abogado me miró, pero su expresión era de pura resignación. "Mira, Scrappy, las cosas no pintan bien para ti. Hice lo que pude, pero no hay mucho que hacer cuando todos los testigos importantes están ocupados cazando fantasmas."

Lo miré con odio puro. "¿Eso es todo? ¿Ese es tu plan? ¿Dejarme pudrir aquí mientras ellos siguen su vida como si nada?"

"Scrappy, no soy un mago. El caso está perdido. Te sugiero que te prepares para lo peor," respondió, antes de volver a ignorarme.


Mi corazón latía con rabia, y sentí que el mundo entero se había vuelto contra mí. Los traidores, mis secuaces, habían recibido condenas menores, pero yo... yo estaba destinado a ser enterrado en esta prisión para siempre. Y ese abogado inútil ni siquiera iba a mover un dedo para ayudarme.


El juicio avanzó rápidamente. Sin ningún testigo a mi favor y con un abogado que parecía más interesado en su próxima comida que en mi destino, el resultado era inevitable. Cuando el juez finalmente pronunció mi sentencia —cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional— sentí que el suelo se desmoronaba bajo mis pies.


Miré a mi abogado con un odio tan intenso que casi lo podía sentir quemando en mi pecho. "Esto también lo vas a pagar," le susurré, con mi voz goteando veneno.


Él ni siquiera se inmutó, simplemente guardó sus papeles y salió de la sala, dejándome solo en medio de un vacío que parecía absorberlo todo. Estaba condenado, traicionado y olvidado. Pero si algo había aprendido en todo este tiempo era que la venganza es un plato que se sirve frío. Algún día, de alguna manera, todos aquellos que me fallaron sentirían mi furia.


No importa cuánto tiempo pasara, no importa cuán profunda fuera la prisión en la que me enterraran, yo encontraría la manera de hacer que pagaran. Mistery Inc. estaba en la cima ahora, pero no sabían lo que les esperaba. Yo volvería, más fuerte y más despiadado que nunca. Y cuando lo hiciera, nadie, ni siquiera esos miserables investigadores, podría detenerme.

VolveréWhere stories live. Discover now