26

5 0 0
                                    

Trabajaba en el Daemon Ritus con una precisión obsesiva. Las herramientas en mis patas manipulaban el artefacto mientras lo abría y comenzaba a alterarlo, aplicando cada truco que había aprendido en todos estos años. Las almas almacenadas en el frasco brillaban débilmente, pero no era suficiente. Para que este artefacto fuera tan poderoso como yo deseaba, necesitaba más. Mucho más.

La televisión, un ruido de fondo, comenzó a emitir un informe sobre lo que había sucedido en el museo. No pude evitar sonreír al escuchar las palabras del reportero. La pareja que fingía ser mis dueños había sido encontrada sin vida, igual que Pete. Por supuesto, los cuerpos estaban desmayados en posiciones que indicaban que no entendían nada antes de morir. Eso era perfecto para mí. Era el tipo de caos que los dejaría adivinando, sin saber lo que realmente había pasado.

Mientras seguía trabajando en el artefacto, recordaba cómo había dejado algunas piezas del museo intactas, solo las necesarias para que el robo pareciera más caótico, más desesperado. Las autoridades se concentrarían en las piezas faltantes, pero lo más valioso, el Daemon Ritus, estaba aquí conmigo. Ajusté las conexiones internas del aparato, abriéndolo y cerrándolo, mientras repasaba lo que sabía. Para que una nueva alma sea absorbida por el artefacto, tenía que estar cerca de él. Era una regla básica, pero crucial. Ahora que tenía un control mayor, entendía cómo aprovechar esta conexión.

En ese momento, el sonido de la televisión me sacó de mis pensamientos. Giré la cabeza y vi el rostro familiar de los chicos de Mistery Inc. Un reportaje sobre su último caso. Me reí, no pude evitarlo.

—Míralos, tan ingenuos como siempre... —dije, entre dientes, volviendo a concentrarme en los circuitos internos del artefacto—. ¿No se dan cuenta de lo que tengo ahora?

Mis ojos repasaron los documentos y esquemas que tenía en la mesa, comparando con lo que había leído. Todo empezaba a tener más sentido. Estaba alterando el aparato para hacerlo más potente, más adaptable. Ahora, cualquier alma que se acercara, voluntaria o no, estaría a mi merced. Mi risa maliciosa resonó en la cabaña. Mistery Inc. no tenía ni idea.

El siguiente informe en la televisión me hizo detenerme por un segundo. "Hasta la fecha, no se han tenido reportes del paradero de Scrappy-Doo", anunciaba el presentador, con la típica seriedad de los noticieros. Me acerqué al televisor, viéndome a mí mismo, o al menos mi sombra, proyectada como un criminal fugitivo.

—Oh, sí, eso soy ahora. —Me reí más fuerte—. ¿Mi crimen? ¿Cómo lo llamaron? Robo, alteración de la paz... asesinato... —repetí las palabras con burla—. Todo eso y más, humanos. Y ni siquiera tienen una pista de que no estoy en prisión.

El reportaje mostraba las imágenes del museo, los cuerpos, las pruebas que habían recolectado. Pero no sabían nada. Mientras hablaban, cambié el canal de vuelta a Mistery Inc. No sabían que su pequeño Scrappy estaba suelto, libre de causar el caos, y ahora con más poder que nunca. 

Los miré de nuevo, y una sonrisa se extendió por mi rostro.

—No tienen idea. —Susurré—. Pero pronto lo sabrán.

Después de varias horas de trabajo y ajustes precisos, las alteraciones en el Daemon Ritus estaban casi completas. Ahora el artefacto respondía a mi voluntad de una forma que nunca había imaginado. Sentí la energía fluir a través de él, más potente que nunca. Toqué suavemente el borde del Daemon Ritus, y una oleada de poder recorrió mi pecho.

Me levanté de la mesa, estirando mis patas y sonriendo con malicia.

—Pronto lo pagarán... todos lo pagarán —dije, mis palabras llenas de odio y promesas de venganza.

El Daemon Ritus vibraba con energía en la mesa, y yo sabía que mi hora se acercaba.

VolveréWhere stories live. Discover now