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Cada noche, el mismo maldito sueño. Diez años han pasado desde que el Daemon Ritus fue arrancado de mi pecho, y en mi mente, revivo ese momento una y otra vez. En mi sueño, siento cómo el artefacto se separa de mi cuerpo, arrancándome la fuerza y el poder que me había dado. El dolor es indescriptible, como si me estuvieran arrancando el alma, y al mismo tiempo, las almas que había absorbido empiezan a escapar de mí, una tras otra, dejándome vacío, debilitado, impotente.

Veo a los chicos de Mystery Inc. frente a mí, sosteniendo el Daemon Ritus. Lo alejan más y más mientras yo corro tras ellos, desesperado, gritando, suplicando que me lo devuelvan. "Volveré a estar con él," grito con toda mi fuerza, "volveré a ser lo que era." Pero ellos no se detienen, y la distancia entre nosotros crece hasta que todo se desvanece en la oscuridad.

Me despierto, jadeando, y lo primero que siento es ese ardor en mi pecho, como una quemadura interna que nunca se apaga. Me levanto, con la sensación de que algo dentro de mí aún está conectado a ese maldito artefacto. El odio y la rabia me consumen, pero también me dan fuerzas para seguir adelante.

Salgo al comedor, donde la rutina de la prisión sigue su curso, pero hoy algo en la televisión capta mi atención. Es un documental sobre el Daemon Ritus. Ahí está, mostrándolo como un objeto de estudio, un misterio que los científicos no han podido desentrañar. Hablan de cómo planean exponerlo en museos, y mencionan que ahora está en Londres, pero que en cinco años lo traerán a la ciudad donde estoy encerrado. Cinco años... ese es el tiempo que tengo para planear mi escape. Lo haré solo, no necesito a nadie.

Pero Joe, ese maldito guardia, no me deja en paz. Mientras veo la televisión, lo siento acercarse. Su presencia es como una sombra constante que me recuerda lo que hice. "¡Tú, pequeño bastardo!" grita, agarrándome por el cuello y levantándome del suelo. Sus ojos están llenos de odio, el mismo odio que ha sentido por mí durante todos estos años. "¿Sabes lo que se siente estar atrapado en el cuerpo de un monstruo como tú? ¿Sabes lo que es no tener control, no poder respirar? ¡Me destrozaste la vida!"

Me lanza contra la pared, el dolor se dispara por mi cuerpo, pero no hago ningún sonido. Estoy acostumbrado a esto. Joe sigue golpeándome, sus puños caen sobre mí con una rabia implacable. "Te lo mereces," gruñe, pateándome en el estómago, "te mereces cada segundo de esta vida miserable."

Mientras me golpea, algo en mí se endurece. A cada golpe, a cada insulto, mi determinación crece. Lo miro a los ojos, con una sonrisa torcida en mi rostro, y le digo: "Voy a escapar, Joe. Y ¿sabes qué? Tú me vas a ayudar."

Sus ojos se abren con sorpresa y confusión, pero mi sonrisa se mantiene. No lo sabe aún, pero se ha convertido en parte de mi plan. Cada golpe que me da, cada palabra que escupe con odio, solo me acerca más a mi objetivo. Joe será el instrumento de mi liberación, lo quiera o no.

VolveréWhere stories live. Discover now