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Han pasado otros tres años desde que fui detenido. Diez años en total. Una década en este agujero, donde cada día es una lucha para mantener la cordura. Pero no he perdido el tiempo. He pasado cada momento libre leyendo. Primero fue el libro de leyendas, aquel que me reveló la maldición del Daemon Ritus, pero después me sumergí en cualquier libro sobre culturas antiguas, maldiciones y mitología. En la biblioteca, en mi celda, y hasta en internet cuando tengo acceso, he devorado todo lo que pueda darme una pista sobre cómo revertir mi situación.

Mientras tanto, aquellos que una vez fueron mis cómplices no han dejado de burlarse. No pasa un día sin que me recuerden lo bajo que he caído, lo lejos que estoy de ser el monstruo gigantesco y temible que una vez fui. Hoy no fue la excepción.

Estaba sentado en mi cama, absorto en uno de los libros que logré conseguir, cuando N' Goo Tuana, ese desgraciado que estuvo a cargo de sacar las almas, entró en la celda. Desde que Zarkos salió por buen comportamiento la semana pasada, N' Goo ha estado más confiado, más arrogante.

"¿Qué lees, enano?" Su voz resonó con desprecio mientras se acercaba y me arrancaba el libro de las manos. Lo levantó, leyendo en voz alta: "Culturas antiguas y sus maldiciones". Soltó una carcajada burlona. "¿En serio crees que leyendo esto vas a revertir lo que te pasó?"

Mantuve la calma, aunque por dentro mi sangre hervía. "Estoy aprendiendo, N' Goo. Todo conocimiento es poder."

"¡Ja!" Escupió al suelo y se giró hacia mí. "¡Poder! ¡Eso es lo que creías tener! ¡Pero mírate ahora!" Dio una patada al libro, haciéndolo volar por la celda y chocar contra la pared. "¡Zarkos está libre, y yo salgo la próxima semana! Mientras tú, pequeño idiota, seguirás siendo un enano para siempre, atrapado en este cuerpo de cachorro."

Su burla era insidiosa, pero lo que más me dolía era la verdad en sus palabras. Aun así, no dejé que viera cuánto me afectaba. Me levanté lentamente, una sonrisa forzada en mis labios.

"Está bien, N' Goo," dije con voz calmada, "ríete ahora, disfruta de tu libertad cuando la tengas. Pero recuerda mis palabras, tarde o temprano lamentarás haberme traicionado."

Él se acercó a mí, inclinándose para quedar a mi altura, su rostro lleno de desprecio. 

"¿Amenazas, Scrappy? ¿De un cachorrito como tú? Qué patético."

"Solo es un aviso," respondí, mirándolo directo a los ojos. "El tiempo pone a todos en su lugar."N' Goo soltó otra carcajada antes de darme una patada en el estómago, haciendo que me desplomara contra la pared. "Vas a morir aquí, solo, pequeño inútil. Nadie te va a rescatar."

Lo vi alejarse, riéndose con la misma arrogancia de siempre, pero no hice nada. Me quedé en el suelo, adolorido pero en silencio, con esa sonrisa amarga en los labios. Porque sabía que, aunque todo parecía perdido, aún había una posibilidad, una pequeña chispa de esperanza. Y algún día, esa chispa se convertiría en el fuego que los consumiría a todos.

VolveréWhere stories live. Discover now